a la sazón
Madurar es de blandos
Una cadena juguetera ha hecho público que casi la mitad de sus ingresos depende del público de más de 18 años
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Una cadena juguetera ha hecho público que casi la mitad de sus ingresos depende del público de más de 18 años y algunos han cargado las tintas contra esos adultos infantiles que tienen el cuarto lleno de muñecos, so pretexto de que, a su edad, ... el abuelo ya tenía quince hijos y había vaciado el máuser en Annual.
Luego se sorprenderán de que algunos, por no caer del árbol, prefieran seguir en la parra. Pongamos que a toda persona le corresponde, como si de una fruta se tratase, un proceso de maduración. ¿Es lo mismo convertirse en un plátano pocho y pringoso que en una naranja reluciente y pletórica de jugos?
Acabo de cumplir cuarenta años y prefiero ser un adulto en chándal que ve películas de magos y manda al perro a terapia que uno de aquellos hombres de una pieza que se partían el lomo en la era. Entonces la madurez era una cosa que te venía impuesta, como la escarcha o la faja de esparto, y se maduraba como se moría de apendicitis en la trastienda de la botica: porque no había más remedio. Hoy en cambio es cuestión de catálogo y uno elige el funko, la suscripción y la parafilia.
Lo importante es madurar como el higo que se abre de gozo, no como la fruta que cae antes de tiempo
¿Qué pensaría el abuelo africanista al ver a sus descendientes tan cebados? A lo mejor los abría en canal como a los puercos. Signo de los tiempos: antes el adulto tenía callos en las manos de empuñar la azada y hoy los tiene de zurrarse la sardina.
No sabe uno qué pensar cuando lee que tal libro o tal película es la obra de madurez de su autor. Porque madurar es una cosa, y otra, bien distinta, pasar de novillo a cabestro regordío y capón, sin ser nunca toro bravo, como carne colgada del gancho: ablandándose, corrompiéndose, cediendo bajo su propio peso.
Hay quien madura al tener hijos —del martini al meconio, cantaba el rey David— y quien madura al cuidar a sus padres: cambiando pañales, en ambos casos. Lo que estaba en agraz toma cuerpo y adquiere enjundia. Lo importante es madurar como el higo que se abre de gozo en la higuera, no como la fruta que cae antes de tiempo, verde y agrazada.
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