PALABRAS CONTADAS
Las bolas de Enrique V
Tal vez la política haya perdido todo contacto con la escuela shakesperiana. Pero nunca conviene olvidar que la aritmética no rige en los campos de Agincourt
Otros artículos del autor
Uno de los mayores retos para Kenneth Branagh en ‘Enrique V’ (1989) fue hacer creíble cómo el rey desata su poder y se lanza a una invasión de Francia. El resultado fue una de las mejores adaptaciones de Shakespeare al cine de toda la ... historia. El actor y director acercó las obras del Bardo a una nueva generación que ya no entendía la retórica de Sir Laurence Olivier. Recuerdo cómo explicaba la importancia de medir el tono de la respuesta de Enrique V al desafío del Delfín de Francia, que le regala un cesto de infantiles pelotas de tenis como respuesta a su adulta reclamación de la corona francesa. Toda la obra descansa en la perfección de ese monólogo que, para él, es casi tan importante como el celebérrimo de Hamlet.
Lo esencial para modular esa respuesta —decía— es comenzar con un susurro, en tono suave, grave, serio, contenido; e ir después, muy lentamente, ‘in crescendo’, amplificando el volumen hasta llegar al grito más desafiante con el que concluye en arenga y da paso a la movilización de su tropa y los preparativos para la confrontación bélica.
Branagh bordó la escena y su desafío impresiona por muchas veces que lo veas. Lo he recordado tras las elecciones del domingo, cuando vi en el Senado al desafiado Pedro Sánchez volver a la pugna electoral con un primer discurso lleno de hipérboles y amenazas. ¿Habrá enfrente más mesura? Tal vez la política haya perdido todo contacto con la escuela shakesperiana, con las bolas de Enrique V. Pero nunca conviene olvidar que la aritmética no rige en los campos de Agincourt.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete