arte
Jean Michel Basquiat y Andy Warhol: Amigos para siempre
cita internacional
La Fundación Louis Vuitton, en París, aborda la filiación creativa de ambos artistas que duró varios años y que dio pie a una prolija producción a cuatro manos
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Marina Valcárcel
París
Cuando Frank Gehry pensó por primera vez en el edificio que iba a diseñar para la Fundación Louis Vuitton en París, su cabeza dibujó un velero con doce velas de vidrio infladas por el viento del oeste como si navegara por el ... bosque. El interior de ese velero estalla ahora con el ruido y el colorido de las calles de Manhattan.
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Es la exposición: 'Basquiat x Warhol a cuatro manos', la más importante dedicada a la colaboración de estos artistas, con 300 piezas entre las que destacan 70 obras que Warhol y Basquiat crearon juntos. Están acompañadas por las de otros artistas del momento recreando el escenario artístico de aquel Nueva York.
Los ochenta fueron allí una mezcla de muchas cosas: el ritmo del 'beap', el 'hip hop' y los gritos de los niños saltando sobre los juegos pintados con tizas en las aceras de Brooklyn, las ventanas y puertas abandonadas en los contenedores, los trenes y vagones cubiertos de grafitis, los camiones de leche, las ambulancias, los mejores conciertos de Central Park, el infierno del sida y, en fin, la pulsión callejera y multirracial de esa ciudad. Fue el alimento de estas dos estrellas, dos iconos del arte contemporáneo estadounidense de la segunda mitad del siglo XX.
Encaje asombroso
Entre 1983 y 1985, Jean Michel Basquiat (1960-1988) y Andy Warhol (1928-1987) crean una singular colaboración artística de la que surgirán 160 obras, algunas de ellas las más importantes de sus respectivas carreras.
El demiurgo de este encuentro es el marchante de arte suizo Bruno Bischofberger (1940). En el invierno de 1983-1984, en su casa de St. Moritz, ambos hablaron de las «colaboraciones», esa forma de trabajar de algunos pintores de los siglos XV al XIX que fascinaban a Bischofberger. Basquiat había pintado un cuadro en el garaje de su casa con Cora, la hija del marchante, que entonces tenía cuatro años.
Además, en el libro de visitas de la casa, Basquiat había hecho un dibujo a doble página con ella. Bischofberger había advertido cómo la técnica infantil de la niña y el estilo «primitivo» de Basquiat encajaban asombrosamente. En la mañana del 4 de octubre de 1982 lo llevó a la Factory y le presentó a Warhol quien inmediatamente fotografió a Basquiat unas treinta veces con su Polaroid.
'Dos cabezas', tiene la fuerza de toda obra inaugural y es hoy el pistoletazo de salida de la exposición de París
Después, Basquiat pidió a Warhol que pasara la cámara a Bischofberger para que hiciera un retrato de los dos. Cuando salieron a comer, Basquiat no quiso acompañarles. Su cabeza y su mano izquierda bullían ya con una idea e infinitos colores. Empujó con ímpetu la puerta de su estudio, tiró de un lienzo de 1.50 x 1.50 y proyectó en él la rabia y el poder de su mirada. Con el cuadro aún fresco y goteando hilos de pintura negra, su asistente salió corriendo hacia la Factory. Warhol, impactado por el talento de un artista tan joven y tan libre, dijo: «Es más rápido que yo»
Este cuadro, 'Dos cabezas', tiene la fuerza de toda obra inaugural y es hoy el pistoletazo de salida de la exposición de París. En él, Basquiat pinta a Warhol con una mano geométrica y azul, y un único ojo clavado en el espectador. El resto del lienzo es una particular lucha de peinados: la peluca platino acrílica de Warhol de través para tapar su calvicie, frente a las magníficas rastas de la poderosa maraña oscura de Basquiat. Los dos artistas no se separarán en dos años. Intercambiarán lienzos y pesas de gimnasio, el estudio, los amigos y las afrentas, las fiestas y las ideas, la rabia, la risa, la inseguridad, el miedo y el éxito.
Bischofberger sabía bien lo que hacía cuando provocó el encuentro entre la estrella más brillante y ascendente del momento y el pintor veterano cuya carrera necesitaba ser relanzada. Cuando propuso a los dos artistas exponer sus obras en colaboración, la relación pictórica entre ambos ya estaba consolidada. Basquiat había pintando casi todas las tardes de 1984 y 1985 en el estudio de Warhol. Existía una sinergia explosiva entre su producción conjunta y sus estilos distintos: Warhol pintaba utilizando la técnica de la proyección y el calco, aportaba titulares de periódico, imágenes publicitarias, logotipos de marcas y leyendas siempre escritas a mano por Julia, su madre, y cuya caligrafía se haría indisociable de su obra. Basquiat intervenía a mano y pintaba figuras tribales y poderosas, fragmentos de frases, símbolos y su icónica corona.
Maraña de palabras y letras
De esos dos años surgirán obras de tamaño monumental que están presentes en la exposición. Desde el símbolo del dólar pintado por Warhol recorrido por una serpiente de Basquiat en 'Don't tread on me' o en 'Dollar sign', hasta las langostas, los cangrejos o el veneno. Están los lienzos más conocidos como 'Arm and Hammer', con su logo y el brazo sujetando el martillo pintados por Warhol y la cabeza negra de Basquiat.
La maraña de palabras y letras que aparece en los cuadros de Basquiat suele haber menciones desconcertantes a Nerón, Marco Polo o Miles Davis, pero también al radio, el estaño o a las alas de cera de Ícaro. Sin embargo, la mayoría suele hacer referencia al cuerpo humano.
Bischofberger sabía bien lo que hacía cuando provocó el encuentro entre la estrella más brillante y ascendente del momento y el pintor veterano cuya carrera necesitaba ser relanzada
El grafiti es una de las cuatro ramas de la cultura 'hip hop'. Las pintadas que tapizaban los vagones del metro eran inmediatamente tapadas por las huellas del siguiente grafitero. En este ambiente, Basquiat inicia su carrera con el pseudónimo SAMO (SAMe Old shit). En la exposición están los lienzos de más de 3 metros en colaboración con marcas como Zenith, o el cuadro '6.99' rodeado por cabezas negras con dentaduras feroces, ojos vacíos y coronas puntiagudas. También una obra africana de 10 metros pintaron mientras Basquiat liaba sus porros y Warhol reconocía que le hacía pintar distinto, de nuevo a mano y con pincel. A medida que se avanza por la exposición, los estilos empiezan a confundirse.
Esta relación suele abordarse desde sus diferencias en edad, raza o en popularidad. Sin embargo, compartieron muchas cosas, sobre todo en el dramático verano de 1968. El 3 de junio, Valerie Solanas intenta asesinar a Warhol en su estudio. El artista pasará ocho semanas en el Columbus Hospital y tras una operación difícil vuelve a su casa con el torso cosido. Un mes antes, Basquiat había sido atropellado por un coche mientras jugaba al balón en Brooklyn. En el King's Country Hospital curan la fractura de su brazo y distintas lesiones internas. Durante la convalecencia, su madre le llevó un ejemplar de 'Gray's Anatomy', un clásico sobre anatomía que produce una honda impresión en Basquiat e influirá en las aportaciones de dibujos anatómicos en sus cuadros.
En la última planta, está instalada una obra compleja y misteriosa. Es una de las más célebres de la colaboración: 'Ten Punching Bags (Last Supper)' (1985), con diez sacos de boxeo alineados en los que, como si fueran las estaciones de un Via Crucis, Warhol pinta un Cristo de ojos cerrados y cabeza ladeada. La repetición de la imagen y la manera en la que está representado el Cristo le dan un aire de icono del pop. Encima y debajo de la cara, en la frente o debajo de los ojos, aparece repetidamente la palabra 'judge' (juez). La obra se vincula al asesinato del grafitero Michael Stewart, cercano a Basquiat, y a los años más escalofriantes del sida.
También al entrenamiento que compartían en su estudio y a la foto del cartel de la exposición conjunta de 1985 en la galería Tony Shafrazi. Pero más allá de todo esto, hace referencia a las raíces religiosas de ambos. Basquiat había empezado a dibujar cuando, de niño, su madre le contaba historias de la Biblia. Warhol, a quien su madre llevaba a misa todas las semanas, quedó marcado por los santos, arcángeles y apóstoles que decoraban la iglesia. En los iconos todo tenía un significado. Y así, como nuevos santos seculares americanos, pintaría después a Marilyn, Liz, Elvis o Jackie.
'Basquiat x Warhol, pintando a cuatro manos'
Fundación Louis Vuitton. París. Avda. Mahatma Gandhi, 8. Comisarios: D. Buchhart y A. K. Hofbauer. Hasta el 28 de agosto
¿Cómo actuarían realmente Basquiat y Warhol sobre el lienzo? Basquiat lo explicó así: «Andy empezaba un cuadro y pintaba algo muy reconocible, o el logotipo de algún producto, y yo lo desfiguraba. Luego yo intentaba que trabajara más sobre él, que hiciera al menos dos cosas más». Warhol concretaría: «Primero lo dibujaba y luego lo pintaba como Jean-Michel. Creo que los cuadros que hacemos juntos son mejores cuando no se sabe quién pinta cada parte».
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