ANTICASITODO
El filósofo favorito de Osama bin Laden tenía razón
Arpa publica en España el encuentro transcrito de 'Los jinetes del Apocalipsis' celebrado en Washington en 2007
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Durante largas épocas, el ateísmo ha sido considerado herejía. Era más peligroso que reivindicar a Rubiales el próximo 8M disfrazado de José María Aznar. No sería hasta el siglo XXI cuando la crisis de valores de Occidente, que dicen los clásicos del swing ... reactivo, coincidió con el apogeo no creyente, con guerreros intelectuales como el biólogo Richard Dawkins y el polemista Christopher Hitchens en primera fila dando cera a las religiones, disfrutones.
«Mi fundación trata de concienciar sobre que en EE.UU. hay muchas más personas no religiosas de lo que ellas se creen, abarca al menos al 20% de la población. Como cualquier religión en particular», dice el primero en 'Ex Libris', el documental de Wiseman de 2017. Antes del verano, Arpa publicó el celestial encuentro diez años antes de ambos junto al filósofo Daniel Dennett y el neurocientífico Sam Harris en Washington D.C., alrededor de unas copas. Y se grabaron estos 'Jinetes del Apocalipsis', como se autodemonizaba el Dream Team escéptico.
Allí hablaron de ciencia, fe, ateísmo, religión y espiritualidad, con el descarado Hitch brillando en lo cómico y contradictorio: le gustaría que nadie fuera a misa (o a la mezquita) pero no que desaparecieran las religiones, para así combatirlas. Se sentiría huérfano de Dios.
Harris, popular por su 'best seller' 'El fin de la fe', recoge el baile de su colega ateo y añade: «Considero que hay espacio para lo sagrado, siempre y cuando no presuponga sandeces. Para mí es útil consagrarnos a buscar la profundidad. Y cuando los ateos lo olvidamos hacemos parecer más sabios incluso a nuestros rivales más chiflados. Tuvo que venir Sayyid Qutb a demostrarlo, el filósofo favorito de Osama bin Laden. Hacia 1950 vino a Estados Unidos a vivir un año. Se dio cuenta que sus anfitriones invertían el tiempo en chismorrear acerca de las estrellas de cine, recortar los setos y codiciar los coches de los demás. Concluyó que EE.UU., u Occidente, se preocupaba de cosas tan banales y era tan materialista que se tenía que destruir. No doy mínima credibilidad a su ideología, pero tenía parte de razón».
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