'Jaque. Poder, tiempo e imagen': la jugada ganadora de Collegium

La exposición toma pues como inicio el ajedrez, en esta ocasión, en relación con la memoria cultural de Arévalo, y, en concreto, con la llamada Torre de los Ajedreces, en la iglesia románico-mudéjar de San Martín de esta localidad abulense, llamada así por un friso de ladrillos que representa unos dameros.

De ahí la analogía que propone el comisario del proyecto, Aldones Nino: «El ajedrez, con su compleja dinámica de movimientos y posibilidades, ofrece una herramienta poética para pensar las interacciones humanas y las transformaciones sociales. En esta exposición, las piezas, el tablero y la historia se entrelazan para abrir nuevas lecturas sobre nuestro tiempo».

No hay duda de que la idea es original al establecer metafóricos nexos de conexión entre este juego, que implica estrategias de poder, conquista, pensamiento, resiliencia y posibilidad y algunas dinámicas del arte contemporáneo.

Pero asimismo tengo la sensación de que –como ocurre frecuentemente en muchos planteamientos curatoriales actuales– esas bases de argumentación y concepto sobre las que se construyen resultan forzadas, e incluso innecesarias. El valor intrínseco de las obras que se exponen debería hablar por sí mismo sin necesidad de apoyaturas conceptuales complementarias.

Eso es lo que sucede aquí. La propuesta expositiva presenta obras de un total de diez artistas: Akram Zaatari, Alicja Kwade, Cinthia Marcelle, Eduardo Basualdo, Jim Lambie, Kelley Walker, Larry Johnson, Marianna Simnett, Rosa Barba y Wilfredo Prieto, todas pertenecientes a la colección Collegium, pero de las cuales solo dos participan plenamente de esa supuesta vinculación con el ajedrez.

Me estoy referiendo, por una parte, a 'Twelve Deaths' (2012), excelente instalación de Wilfredo Prieto que presenta doce tableros todos ellos con sus piezas en distintas posiciones de jaque, escenificando acertadamente esas tensiones y fricciones de poder y confrontación que con tanta intensidad y al tiempo sutilidad simboliza este juego.

Y, por otro lado, 'Chess Players' (2000), de Kelley Walker, pieza basada en un archivo digital que al activarse propone nuevas configuraciones visuales. Otros trabajos a destacar serían 'I Made a Circuit' (2010), de Rosa Barba, y el vídeo de Cinthia Marcelle 'Buraco negro' (2008).

Lo verdaderamente más destacado y singular de esta muestra es el diálogo que establece con el espacio expositivo, relacionando adecuadamente memoria con presente, y sobre todo la positiva voluntad de los coleccionistas Javier Lumbreras y Lorena Pérez-Jácome, creadores de Collegium, por erigirlo en un interesantísimo –y necesario– generador de cultura, arte e Historia, descentralizando emplazamientos, creando comunidad e insuflando vida a otros espacios culturales, al desarrollar a partir de su prestigiosa colección un completo programa de exposiciones, residencias, investigación, experimentación y difusión de la creación contemporánea. Una propuesta merecedora de ser conocida y que se verá muy enriquecida con su futura sede en el antiguo colegio jesuita de la ciudad.