CÓMIC
Nadia Hafid: «Intento jugar con la paciencia del lector»
Nadia Hafid vuelve a impresionar en «Chacales», su segunda novela gráfica, con su estilo inconfundiblemente minimalista

Su primer cómic largo, «El buen padre» (Sapristi, 2020) le valió a Nadia Hafid (Tarrasa, 1990) el premio a Mejor Autor Emergente de la Asociación Española de Críticos de Cómic. Su nuevo trabajo, «Chacales» –publicado también por Sapristi– ya le ha reportado ... el galardón 'El Ojo Crítico'. Además, es una de las jóvenes autoras participantes en la exposición del CCCB «Constelación gráfica». En suma, Hafid ya se ha confirmado como una de las autoras más destacadas y de estilo más inconfundible del actual cómic español.
–¿Cómo ve su evolución desde «El buen padre» a «Chacales»?
–No he querido repetir la fórmula, pero sí coger lo que me interesaba y llevarlo a un terreno más acorde a las historias que quería contar. Esta vez, por ejemplo, era muy importante que hubiera exteriores, porque la ciudad es muy importante en «Chacales». O la profundidad, que en «El buen padre» no estaba y aquí es un elemento que uso para crear esa opresión de los personajes atrapados; mientras que en «El buen padre» toda la acción ocurría en el terreno del hogar y era más plana.
–«El buen padre» era una historia autobiográfica (o una autoficción), mientras que aquí pasa al terreno de la ficción. ¿Qué le hizo elegir las historias de estos personajes ?
–No quería tener mucha prisa para publicar mi segundo cómic, sino esperar a tener un tema interesante. Y un día, mirando cosas por internet, encontré unos artículos que trataban sobre el Trastorno Intermitente Explosivo, que afecta a personas que no saben cómo controlar la ira. Eso fue la excusa para hablar de otros temas, para unir a unos personajes frustrados, solos, a los que la soledad les pesa.
–Jugando con esa soledad, las tres historias empiezan con imágenes que luego descubrimos que no pertenecen a sus vidas reales.
–Quería hacer un juego sobre cómo representar la ira sin hacerlo explícitamente, porque me gusta jugar con ese límite entre lo que estás diciendo y lo que no, con la ambigüedad. Así que las tres historias empiezan, respectivamente, con el crecimiento de la ira –cómo la vas sintiendo en el cuerpo–, la explosión de la misma –el descontrol, haciendo un símil con la fiesta mayor y los petardos, porque cuando explotas te sientes vivo, incluso eufórico– y el momento de bajada, cuando te quedas tú solo –y lo comparo con esa sensación del viaje en coche–.
–Es notable que esas páginas que no representan la realidad casi son más detalladas que el resto de las historias.
–Cuando vemos a los personajes reales, o bien están en la consulta de la psicóloga, o bien en la calle notando esa sensación de ira, pero mucho más apagada que en esos momentos en los que hago esa descripción más poética.
«Quiero sentir que estoy un poco alejada de la historia, que haya cierta ambigüedad»
–Entrando ya en el tema de su estilo, es interesantísimo cómo elimina casi todos los elementos de lo que representa, pero –a la vez– se centra constantemente en pequeños detalles. Restar y enfocar.
–Lo uso mucho como recurso para mostrar el tiempo. Cuando me acerco mucho a algo pido al lector que se fije, que se pare un momento en el entorno y en lo que está sucediendo. Y me ayuda muchísimo para describir el tiempo hacer esos detalles de elementos como los guantes de boxeo en la primera historia.
–Me parece una de las autoras que mejor representa el tiempo en el cómic actual. Ya lo hacía en «El buen padre» ralentizándolo para transmitir la inacción de ese personaje. Y aquí hay secuencias geniales, como la de la protagonista de la primera historia entrando en una escena al final de una página y rompiendo una marquesina de publicidad de un puñetazo.
–Intento jugar con la línea entre la paciencia del lector y el hastío por la repetición. Hacer que el lector esté un poco desesperado por ver qué pasa, para ir calentando las cosas y que en el momento en que exploten resulte más incómodo, ya que juego con un estilo muy sencillo. Si fuera muy explícita y hubiera mucha acción de buenas a primeras el momento de explosión no se sentiría tan fuerte. En cambio, al prolongar esos momentos de acción y hacerlos más tediosos, creo que genera ese contraste.
–¿Cómo es su proceso a la hora de planificar una doble página?
–Depende. En «Chacales» hay escenas que me venían del tirón, como la de las manos poniéndose las vendas de boxeo, que me parecía muy evocadora. O la del niño jugando a videojuegos, en la que vamos viendo detalles de varias partes de su rostro. Pero muchas veces planteo que tiene que haber una escena con un tema concreto y hago el boceto para ver qué encaja y qué sobra. O noto que necesito que haya un poco de aire: tras una escena muy fuerte o muy detallada, prefiero que las siguientes sean más tranquilas, para que baje todo un poco, ir creando un ritmo.
–Por ejemplo, en la historia del niño, después de la página tensísima en la que aplasta a su hámster, hay varias mucho más calmadas.
–Sí, me gusta crear ese espacio de silencio y vacío para luego volver a subir. Ir bajando y subiendo. Pero hay veces que las imágenes y las páginas me salen de una manera natural y otras en las que tengo que dar muchas vueltas para ver qué es lo que funciona y pulirlo. Tengo que ir construyendo todo y descartando.
–Otra cuestión interesante es su uso del color, que cambia mucho de 'El buen padre» a «Chacales».
–En «Chacales» quería jugar con colores oscuros, más agresivos. Y también clínicos, para situar cuando los personajes están en terapia. Y la paleta de rosas para los momentos poéticos sobre la ira y la de lilas para las acciones del día a día. El color habla, es un elemento más de la historia y me ayuda a separar los capítulos y a clasificar los momentos narrativos. Forma parte activamente de la narración.
«En España ha aumentado el interés por la ilustración, la gente está conectando con ese tipo de arte»
–Creo que si algo define a su estilo es ese «menos es más», el saber narrar emociones muy intensas con elementos como el color y con detalles mínimos.
–Quería sentir que estoy un poco alejada de la historia. Y que el lector sienta que hay un espacio que puede rellenar con su propia información. Eso me interesa, no incidir en que haya una sola lectura. Quiero que haya una cierta ambigüedad para que el lector pueda reconstruir la historia, sentirse identificado o no.
–¿Sus influencias vienen más del cómic, o de otras artes?
–Un poco de todo. Desde pequeña he leído cómics y también he trabajado mucho tiempo en una librería donde el cómic fue muy importante para mí. Pero estudié Bellas Artes y tengo una mezcla. Y también soy muy cinéfila. Por ejemplo, antes hablábamos de la distancia con respecto a la historia, y soy 'fan' de Rainer Werner Fassbinder o de Aki Kaurismaki, que también juegan mucho con los colores y con el distanciamiento. Pero, desde luego, el cómic siempre está ahí. Son artes que se tocan.
–También está teniendo un gran éxito, internacionalmente, como ilustradora. Y no es la única española que lo está logrando, sino que parece haber un «boom», con autoras como Ana Galvañ, María Medem, Laura Pérez o usted. ¿Edad de oro de la ilustración española, o simplemente se han empezado a fijar en nosotros fuera?
–¡Ojalá sea una edad de oro para los ilustradores españoles! Creo que hay un mayor reconocimiento porque los directores de arte de medios extranjeros están buscando nuevos talentos, son muy activos buscando dibujantes emergentes. Eso lo favorecen mucho las redes sociales, el contacto con gente de todas partes, lo que es una suerte. También es un rollo, porque tienes que estar siempre haciendo contenido, pero nos ha acercado a personas a cuyas puertas, de otra manera, sería más difícil llegar. Y quiero pensar que eso también está ocurriendo aquí en España, que hay más interés por la ilustración y que la gente, desde hace unos años, está conectando con ese tipo de arte. Creo que vamos a mejor, porque también hay más galerías de ilustración y la gente compra más libros ilustrados; incluso a gente que no viene del mundo del cómic le interesa el dibujo. Hay más cultura de ilustración, se tiene en cuenta que también es un arte.
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