MÚSICA
Ibon Errazkin, un meditante en Tánger
ENTREVISTA
El compositor donostiarra proyecta este sábado en Madrid la película de Antonio Morales, 'Nubes y claros', que acompaña su música, su presencia y viceversa
Una Sagrada Familia en Tánger, el sueño frustrado de Gaudí

Através del ultrapausado paseo de Ibon Errazkin por distintos rincones de Tánger, en la película 'Nubes y claros', de Antonio Morales, mientras suena su single homónimo de más de 60 minutos, que este año lanzó Elefant, podemos dar la razón o ... quitársela indignados al cineasta Apitchapong Wheeresatkul, que cuestiona el término de 'cine lento', ya que pasan siempre un montón de cosas. Pueden dirimirlo incluso este mismo sábado 21 en los cines Paz, en Madrid. O en Filmin, si quisieran.
Inspirado por los 'walker series' del director chino-malayo Tsai Ming-liang, en donde un 'monje budista' recorre diferentes ciudades lentamente, como Marsella, Taipéi o Washington, el músico donostiarra se desplaza congelado por la urbe marroquí en un viaje poético en planos fijos de belleza y sosiego. «En realidad, es una técnica de meditación. Si vas a un retiro, es muy probable que practiques esto. Caminar con una conciencia muy grande de todos tus movimientos, con gran concentración dirigida, sobre todo, al contacto de la planta de los pies con el suelo», dice Errazkin.
La idea compositiva era una 'divagación', un viaje a ningún lugar, también vinculado al libro de María Zambrano, 'Claros del bosque', que dio título a su vez al disco publicado antes a este. ¿Su proceso creativo parte de un plan? «No, la idea era en vez de hacer música estructurada, a la manera habitual, con una melodía y un estribillo y todo eso, esta vez lo que quería era amontonar música», explica el autor, que apuesta por la sala de cine, con buen equipo de sonido y gran pantalla, como el lugar ideal para esta obra hipnótica y sensorial. «Y sí, también se ha valorado proyectarla en Tánger, me encantaría hacerlo en la Cinemateca Rif. Además, lo hago como un homenaje a Tánger, porque también tienen protagonismo sus habitantes, toda esa gente que pasa junto a mí, la mayoría sin mirarme. La veo como una película sobre Tánger indirectamente», cuenta sobre estos ciudadanos que pasaban de largo ante su figura extática.

Una ciudad bulliciosa y caótica que, alrededor de ese extraterrestre donostiarra, bajo su música, parece otra: «Me siento muy ligado a ella, he estado allí doce o quince veces, incluso estuve viviendo unos meses. Es cierto que hemos elegido lugares relativamente tranquilos, pero también nos hemos metido en el mercado, en el Café Hafa, que está lleno de gente. Pero en la película no está el sonido ambiente de la ciudad, está mi música, eso hace que cambie la percepción de lo que es Tánger», dice de, donde recordemos, se han localizado otros filmes como 'Solo los amantes se enamoran', de Jim Jarmusch, o el debut en largo de Óliver Laxe.
Donosti Sound e indie
Y un puente contemplativo, desde el cine de Ken Jacobs, Jonas Mekas o Andy Warhol, que conecta su identidad siempre armoniosa, entre el Errazkin de hoy y el de Aventuras de Kirlian, Le Mans o Single, grupos en los que ha sido clave este puntal de la música alternativa española, de sonoridades 'minoritarias' (bossa nova, jazz) y relajadas respecto lo que se asoció siempre al indie. O sea también marcianos, en su propia tierra y escena. «A mí entonces me daba rabia, sinceramente, el Donosti Sound y todo eso. Pero ahora que soy mayor y ha pasado el tiempo, me doy cuenta que algo había. Es un poco el proceso normal, los críticos ponen etiquetas a lo que hacen los grupos y los grupos se enfadan. Y luego también, al menos a Family y nosotros (Le Mans), porque La Buena Vida eran un poco más jóvenes, veníamos de los ochentas, traíamos otras influencias porque, por ejemplo, a mí cosas como el noise me pillaron con mis gustos muy formados y no me impactó nada. Tenía 25 años y llevaba mucho tiempo ya oyendo música».
Y de amplio rango. Hip-Hop (De La Soul, A Tribe Called Quest) o reggae («Es la música que me tiene atrapado todavía ahora. Es curioso porque tiene muy poco que ver con la música que hago, pero es como una obsesión que no se va, y a medida que me hago mayor voy dejando de oír cada vez más cosas y sigo comprando discos de reggae y muy pillado sobre todo con el de los 70 y 80»), géneros alejados de la distorsión pop anglosajona dominante en aquellos años 90, y, aparte, con unas canciones que siempre han rezumado tranquilidad. ¿Una estética y una filosofía? «Es más algo instintivo. Por mi naturaleza, la música siempre me ha salido así. Tendrá que ver con mi carácter o mi forma de ser. De hecho, aunque ahora aquí estamos hablando y yo pueda estar teorizando, para mí hacer música es algo muy instintivo. No suelo partir de conceptos ni de ideas. Es más lo que sale y lo que sale suele ser así, tranquilo y armonioso. Cuando está hecho, ya sí que a veces me pongo a pensar en lo que ha salido y me doy cuenta de que a veces puede haber un patrón recurrente. Pero no es una idea de antemano, es algo natural».
Una música ahora paisajística, vagabundeante, y, como antes, reposada, para paladear, muchas veces junto a Teresa Iturrioz. ¿Meditas? «Sí, desde hace años. No sé hasta qué punto tiene relación con la música que hago, porque en realidad mi música siempre ha sido muy tranquila, desde muy joven. Es decir, en años en los que ni sabía lo que era la meditación. En algún momento llegué ahí y sí, me interesa. Pero es un tema del que me cuesta hablar. Es difícil de explicar por qué uno medita y qué saca de la meditación. Me cuesta mucho ponerlo en palabras».
¿Igual la inclusión en el 'indie' fue más por su actitud común ante la industria? «Sí. Y luego también, al menos los grupos de Donosti, éramos todos bastante poco ambiciosos en cuanto a querer llegar muy lejos. Como negocio. Eso también nos unía y luego también las portadas de Javier Aramburu, que hizo que tuviera todo un aspecto bastante homogéneo», reflexiona Errazkin, planteando (por nuestra parte, quizá) un contraste de épocas contra cierta sensación actual de que hasta los grupos alternativos parecen desesperados por el click.
«A ver, ahora todo es mercado. No solo la música, el mundo en general. Hoy en día si dices que vas a hacer algo pero no por dinero, sino por el amor de hacerlo, está muy mal visto. Para empezar, o no te creen o piensan que eres un 'loser', les das pena. Está tan instaurado lo del dinero, es tan indiscutible hoy en día… parece que nada puede ocurrir fuera del mercado. Entonces, para mí, que vengo de un tiempo en que las cosas eran más inocentes, es algo que me escandaliza bastante. Pero es lo que hay, es el mundo en el que vivimos».
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