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'El hombre que entró por la ventana. Salvador de Madariaga', de Santiago de Navascués: odiado por ambos bandos
ENSAYO
Salvador de Madariaga tuvo, como se destaca en esta brillante biografía, «una vida en la frontera». Crítica de Manuel Lucena Giraldo
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Iniciar sesiónPara guerras culturales, mucho antes del 68 y sus pretendidas innovaciones, tan nefastas para la cultura de Occidente, las que sostuvo con actitud quijotesca y siempre a su manera particular Salvador de Madariaga. Nacido en La Coruña en 1886 y fallecido en Locarno en ... 1978, fue político, periodista, diplomático, estadista y 'polígrafo', como señalan ciertas obras de referencia ajenas a reconocer un talento capaz de descender al detalle y mantener al mismo tiempo la visión de conjunto.
Sin duda tuvo, como señala el autor con gran acierto en esta formidable biografía, «una vida en la frontera». No estuvo en una sola, sino en muchas, habría que añadir, españolas, europeas, atlánticas, globales. Representante cualificado de la 'Tercera España', ingeniero de formación y liberal autoproclamado, Madariaga fue novelista histórico con 'El corazón de piedra verde' (1942), primer título de una serie dedicada a la historia de Nueva España y México, además de formidable estudioso de personajes clave de la historia de España y de América.
BIOGRAFÍA
'El hombre que entró por la ventana. Salvador de Madariaga'
- Autor Santiago de Navascués
- Editorial Marcial Pons
- Año 2023
- Páginas 352
- Precio 32 euros
Empezó con una biografía de Colón publicada en 1940, que recuperó sus orígenes judíos. Continuó con Cortés en 1941, a quien defendió como fundador de México, estadista original y «pilar de hispanidad». Las polémicas que siguieron fueron formidables, pero apenas son calificables de menores, si las comparamos con el efecto sísmico que desencadenó su biografía de Bolívar, aparecida en 1951. Oigamos sus palabras: «El libertador: un interés de ciudadanía en las cosas de la república, pero de la república de los ‘pobladores’ blancos, dueños de la tierra, de las minas, del ganado y de los esclavos, que estimaban el título que les otorgaba el monarca de la vieja España».
Contra la imagen históricamente impecable que presentó Madariaga de Bolívar como mantuano, señor del cacao caraqueño (siempre con permiso de su hermana mayor María Antonia, partidaria de España hasta la muerte), se levantaron algunas academias de la historia hispanoamericanas que compitieron en abrumarlo con prohibiciones y anatemas. El humor hiriente del políglota Madariaga, que era aficionado, como recuerda Navascués, a chistes y retruécanos, juegos de palabras y equívocos, no le abandonó jamás.
Retornó a España en abril de 1976 y, siempre claro en sus opiniones, señaló la prioridad del liberalismo
Los cinco capítulos del libro, desde los años de formación a la participación en la fundación de la Sociedad de Naciones; el 'Destierro en Albión'; el movimiento europeo; la búsqueda de un nuevo consenso para España y, por fin, el regreso temporal, muestran un hombre libre, fascinante e imprevisible. En este sentido, ajeno a los clichés historiográficos posteriores, incapaces de reconocer su valía por impermeable al guerracivilismo. Madariaga retornó a España en abril de 1976 y, siempre claro en sus opiniones, señaló en una rueda de prensa en Zaragoza la prioridad del liberalismo, el peligro representado por los comunistas y su opción por la restauración monárquica, como solución pacificadora para la transición a la democracia.
En su toma de posesión en la Real academia de la Lengua, para la cual estaba elegido desde 1936, el gran Julián Marías, tras el discurso de ingreso de Madariaga, titulado 'La belleza de la ciencia', pronunció una emotiva 'laudatio', en la que señaló: «La Academia vuelve a estar completa». Los años no habían alterado sus hábitos: comer poco, pasear mucho y amar a su esposa Mimí: «Sin ella no sería nada». Volver a Madariaga es hoy un lujo y un privilegio.
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