ARTE
Herrera 'el Mozo' emerge de las sombras
PINTURA
El Prado acoge la primera monográfica dedicada a uno de los artistas más versátiles e innovadores del Barroco hispano
La resurrección de Herrera el Mozo
Madrid
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Iniciar sesiónLa leyenda creada en torno a Francisco de Herrera 'el Mozo' (Sevilla, 1627-Madrid, 1685) se forjó a partir de fuentes documentales que se refieren a él como un personaje controvertido, tan admirado como envidado. Será el pintor y teórico Antonio Palomino quien ... engrandecerá definitivamente su figura al ofrecernos el perfil de un hombre de trato difícil pero también «guapo, bizarro y galante»; unos rasgos que, adornados por la fantasía, le harán incluso protagonista de la novela 'La dama del Conde-Duque', escrita por Diego Luque de Beas en 1852, donde se le muestra como un galán en busca del amor de una aristócrata.
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Cierta dimensión legendaria ha tenido también su excelencia artística, reconocida en su época gracias a sus ambiciosas obras al fresco en varios conjuntos de iglesias de la Corte. Hoy no queda ni rastro de aquellos trabajos murales, y contamos con un escaso inventario de sus pinturas al óleo. La más célebre es 'El martirio de San Hermenegildo' (1654), donde supera la fuerza expresiva de sus compañeros más avanzados del barroco madrileño, como Juan Carreño de Miranda y Francisco Rizi.
Precisamente, junto a estos últimos, Herrera protagonizó en 1986 una exposición en el Museo del Prado comisariada por su entonces director, Alfonso E. Pérez Sánchez. En aquella ocasión, sólo se presentaron trece obras suyas, algunas desconocidas hasta entonces, como los lienzos del retablo de Aldea Vieja de Ávila.
Ajustes precisos
El catedrático de Historia del Arte Benito Navarrete ha dedicado los últimos cuatro años a ajustar, con la mayor precisión posible, la vida y obra del artista sevillano. Su exhaustivo trabajo de investigación ha permitido que emerja un Herrera inevitablemente incompleto, pero totalmente novedoso, que se movió con maestría e innovación en campos tan diversos como el dibujo, el grabado, la pintura al óleo y al fresco, la escenografía, la arquitectura y la ingeniería.
Hijo de Francisco de Herrera 'el Viejo', con el que se formó, permaneció en su tierra natal hasta al menos 1647, cuando consta su matrimonio, deshecho a los pocos meses con sentencia de divorcio.
De su inmediato viaje a Roma, hasta ahora sin confirmación documental y negado durante décadas por diversos historiadores, esta cita aporta contundentes evidencias. La más notable es la reconstrucción de un corpus gráfico de dibujos, con peculiares trazos quebrados y nerviosos, que estaban atribuidos al círculo de Pier Francesco Cittadini.
También a Herrera 'el Mozo' pertenecería el inédito y extraño lienzo 'Bautizo del eunuco de la reina Candace' (h. 1670), de la parroquia de San Pedro en Mendigorría (Navarra), y la sedosa pincelada de 'David con la cabeza de Goliat' (hacia 1669), de colección particular. Aún más relevante es la atribución del bellísimo cuadro 'Vendedor de Pescado' (h. 1650), procedente de la Galería Nacional de Canadá, cuya factura, detalles y preparación se ubican dentro de la tradición al óleo sevillana. Se trata, además, de una de las pinturas que dio fama a Herrera en Roma y que le otorgó el sobrenombre de 'Il Spagnolo degli Pexe' (el español de los peces).
El estudio de los fondos del propio Museo del Prado ha permitido atribuir a Herrera 'el Mozo' el llamado 'General de Artillería' (h. 1655), antes considerado de Francisco Rizi, pues gracias a los últimos análisis técnicos se sabe que fue pintado en el mismo rollo de tela que el San Pedro perteneciente al conjunto de los Agustinos Recoletos de Madrid.
Restauraciones capitales
En toda esta labor de investigación, ocupa un lugar central el proceso de restauración de las obras expuestas, que ha devuelto el esplendor a piezas tan dañadas como la monumental 'Cristo camino del calvario' (h. 1677), prestada por el Museo Cerralbo, y que ahora nos desvela una pintura enérgica y atrevida, con trazos cargados y eficaces restregones.
En 1677, Herrera 'el Mozo' fue nombrado maestro mayor de Obras Reales, llegando a abordar, posiblemente por decisión de Carlos II, una fallida planimetría de la basílica del Pilar de Zaragoza.
También acometió encargos vinculados con aquellas arquitecturas efímeras que, como celebraciones de poder, fueron durante el siglo XVII motivo para la erección de arcos de triunfo, altares, pabellones y edificios desmontables que, con su carácter fastuoso, parecían rebatir la inexorable decadencia del Imperio.
'Herrera 'el Mozo' y el Barroco total'
Museo del Prado. Madrid. C/ Ruiz de Alarcón, 23. Comisario: Benito Navarrete Prieto. Hasta el 30 de julio
Asimismo demostró el alcance de su talento en el campo de la escenografía, creando los decorados de las piezas teatrales representadas en el Salón Dorado del Real Alcázar. Estos trabajos, que centrarán la producción del artista en los años finales de su vida, conforman un legado ensombrecido por su pérdida y destrucción. Algo paradójico, señala en el catálogo el historiador Ángel Aterido, en alguien a quien se le ha reconocido un particular uso de las sombras como rasgo definitorio, con las que buscaba sorprender al espectador. Una gozosa impresión de asombro que ha sido reactivada gracias a esta impecable exposición.
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