PUES DICES TÚ
¿Tu hermano tiene gracia?
Las dos personas normales están sentadas en un banco de hormigón normal junto a un muro de hormigón normal debajo de un puente enorme, aunque normal, ante unos patinadores de lo más normales
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Iniciar sesiónLas dos personas normales están sentadas en un banco de hormigón normal junto a un muro de hormigón normal debajo de un puente enorme, aunque normal, ante unos patinadores de lo más normales, justo donde un rastro de sol esquiva el puente por poco y ... permite que las hierbas crezcan entre las grietas. Por lo que a las personas normales respecta, se trata de un sitio estupendo.
—No acaba de llegar el frío.
—No acaba, pero al final llega. Yo ya he empezado a ponerme chaqueta.
—Otros años, a estas alturas, ya íbamos con abrigo todos.
—Otros años eran otros años. Cada año es distinto, ¿no? Por eso los numeran.
Las dos personas normales levantan las piernas a la vez para que una niña con casco y trenzas no les rebane los tobillos al frenar, después de bordar una pirueta.
—Pues dices tú, pero en ese muro de ahí ponía yo un cómico.
—¿Un cómico? ¿Por qué?
—Los cómicos se ponen en muros, ¿no?
—¿En muros se ponen?
—Que sí, que sí, que se ponen en muros. Que se plantan delante de un muro y ponen un micrófono.
—Ah, ya, pero de ladrillos, ¿no?
—Bueno, de ladrillos o de lo que sea. Lo importante será el muro, digo yo. Si no, pondrían una cortina.
—Yo creo que es para que se vea barato.
—¿Y para qué van a querer que se vea barato?
—Bueno, igual no quieren que se vea barato, pero, claro, como es barato... Pues claro. Pues se nota.
—Eso sí. Porque, si lo piensas, lo de poner un cómico con un micrófono...
—O una cómica.
—O una cómica... Lo de poner un cómico o una cómica con un micrófono...
—Que también se llaman alcachofas...
—¿Se llaman alcachofas los micrófonos? Creía que eso era en las duchas.
—Y en los micrófonos, que me lo ha dicho el pequeño. Que también los llaman canutazos.
—¿Canutazos? Será canutos, ¿no? Aunque eso sería otra cosa.
—Igual es que es varias cosas. Hay cosas que son varias cosas.
—Pues lo de poner un cómico o una cómica con un micrófono o alcachofa, si lo piensas, es lo más barato de todo.
—Es lo que hacía Gila, ¿no?
—Y Tip y Coll.
—Pero Tip y Coll eran dos. Y no les ponían ladrillos detrás.
—Será que cobraban más que los de ahora.
—Eso seguro. Los de ahora cobrarán menos todos.
—Y todas.
—Y todas. ¿No ves que no son famosos?
Un chaval de pelo larguísimo dice «alehop» y pasa volando entre las dos personas normales; el patín se cuela por debajo del banco. Al otro lado del mundo, niño y montura vuelven a formar un solo ser.
—Pues dices tú cómicos, pero el que tiene gracia es mi hermano.
—¿Tu hermano tiene gracia?
—Mucha. Y mi hermana también, pero el que funciona mejor en las bodas es mi hermano.
—Es que en las bodas es muy importante ser gracioso.
—Donde más; mi hermano lo clava. Mi hermano hace voces, baila... Te imita a políticos...
—Eso es importantísimo.
—Importantísimo. Te tronchas con él.
—Y ¿cuenta chistes?
—Todos los que quieras.
—¿De gangosos?
—Ya no. Ahora, con la democracia, no se puede, para no ofender a los gangosos. Que son un colectivo desfavorecido.
—Desfavorecido, ¿por qué?
—Porque no hay casi, me parece.
—¿No hay gangosos casi?
—Yo creo que no. En los chistes sólo, ¿no? ¿Tú conoces a algún gangoso?
—Yo no.
—Pues yo tampoco. Por eso no hay que hacerles chistes. Para no hacerles de menos, bastante tienen.
—Ya te entiendo.
—Y al final del todo, mi hermano se quita la chaqueta y empieza a darle vueltas. Así. Y, si bebe un poco, ya te mueres.
—Normal. Y ¿por qué no va a la tele?
—Pues porque no quiere; porque le va bien con lo de los seguros; que le decimos todos que vaya y él que no, que no, que en la tele es todo vicio y no sé qué más cosas dice. Que allí te vendes, dice.
—Y será verdad.
—No sé. Mi hermano es muy gracioso, pero lo sacas de una boda y es muy tímido. Tiene que tener confianza.
—Para eso hay que valer.
—Y para todo.
—Pero para eso también, que una cosa es ser gracioso a veces y otra ser gracioso todo el rato; aunque se te haya muerto alguien, por ejemplo. Como la chavala esa de delante, que acaba de dejarse la cara en el suelo, pobrecita. Qué pena que no se haya puesto rodilleras en la cara.
—Qué pena.
—Lo que es el contexto, ¿eh? Que se cae la pobrecita mía en una película y a lo mejor es graciosísimo, pero aquí, mírala, Qué forma de sangrar, la criatura, que parece una fuente.
—Si por lo menos no gritara tanto...
—Daría menos pena.
—Mucha menos. Como si la mataran grita, ¿no?
—Igual que un gorrinito. Y sus amigos, mira, a lo suyo.
—Esos ni son amigos ni son nada. Esos son vándalos. A esos los ponía yo delante de un muro.
—De ladrillos, ¿no?
—De ladrillos o de lo que sea.
—Hay que elegir.
—Venga. Pues de ladrillos.
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