Crítica DE:
'El garante', de Stanley Elkin: con aliento
Narrativa
La historia de un envejecido agente de fianzas con una particular visión de la moral
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Iniciar sesiónLo definió Rick Moody con las palabras justas: «La unidad de composición en las ficciones de Stanley Elkin no es la oración o el párrafo sino el aliento». Y entonces Moody explica que al fraseo y cadencia de Elkin (New York, 1930-1995) a ... menudo se lo comparaba con el de los más eximios y graciosos maestros de la 'stand up comedy' (William H. Gass llegó a equiparar a sus 'riffs' como algo digno del mejor y más desatado jazz; Irving y Auster y Ford y Ozick y O'Brien lo consideraron un maestro de la calculada improvisación).
Pero, advertía Moody, la cosa no quedaba ahí. Porque en esa supuesta oralidad en lo de Elkin lo que en verdad latía era el ritmo de otra gran tradición norteamericana: el de la literatura judeo-norteamericana y, sí, allí Singer y Malamud y Salinger y Lish y Roth y Brodkey y Heller y Friedman y... Concluía Moody: «Ese aliento (del que, por supuesto, surge también la palabra inspiración) es el verdadero motivador para el modo en que Elkin estructura sus oraciones».
NOVELA
'El garante'
- Autor Stanley Elkin
- Editorial La Fuga
- Año 2023
- Páginas 171
- Precio 18,50 euros
Respirado esto, aquí llega 'El garante', 'nouvelle' incluida en su edición original en el volumen 'Searches and Seizures', de 1973. Y en ella Alexander 'El Fenicio' Main. Un tipo racista y misógino y megalómano y siempre listo para erigir erecciones y más que adicto al soliloquio encendido sobre todo si se trata de alabarse a sí mismo. Y aún así —como también muchos de los 'héroes' de ese pariente cercano de Elkin que fue J. P. Donleavy— alguien adorable y digno de si no nuestra admiración al menos de ese afecto que se le tiene a lo más bajo pero con gran altura.
Así, los narradores de Elkin (cuya primera persona, como aquí, puede saltar a una tercera persona del mismo modo en que lo cómico suele ir de la mano con lo trágico) imponen su personalidad por encima de la trama. Y, como sucede con el Herzog o el Humboldt o el Henderson o el Sammler de Bellow (quien consideraba a Elkin «un verdadero artista»), se suceden las peripecias no para hacer avanzar la acción sino para que veamos/leamos como reacciona o no reacciona a ellas el personaje.
Los narradores de Elkin imponen su personalidad por encima de la trama
Y —a diferencia de los muy sufridos, pero a la vez haciendo sufrir a propios y ajenos, Marshall Preminger de 'El condominio' y Eddy Bale en esa cumbre elkiniana que es 'Magic Kingdom', ambas también traducidas por La Fuga— Main, ya desde su apellido, es un verdadero maestro de la reacción casi nuclear y tan devastador como una explosión atómica para todo aquel que se ponga a tiro y blanco de su onda expansiva.
Densos matorrales
El suyo es un largo aliento de desalentador, sí: «Soy el garante. Generoso como un padrino o un tío en las películas... Me gusta un contrato con locura... Déjense de juegos de palabras, de cláusulas secretas, déjense de significados ocultos y ambigüedades, todos esos densos matorrales de tipografía plagados de trampas como si fuesen pelotas perdidas. Sus árboles que tapan al bosque son un mito, la excusa del bobo. Te follaré con letras de tres metros si me da por ahí. No me cargo a nadie con tecnicismos. Todo explicado, todo claro, las cartas sobre la mesa».
Y así habla Main, y a lo que se refiere es a transacciones económicas.
Pero en verdad, por supuesto, es Elkin hablando sobre lo suyo, sobre literatura.
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