Gala Hernández López y la vulnerabilidad de los monstruos

El videoensayo premiado, alrededor del universo 'incel', la subcultura de célibes involuntarios enrabietados con las mujeres, forma parte de su tesis doctoral sobre la captura de pantalla por la Universidad 8 de París. Además, es el inicio de una trilogía sobre otras tribus digitales masculinas y patriarcales (los extropianos y los criptoadeptos). El galardón, que «pesa que flipas», 4 kilos, lo tuvo que facturar de vuelta a España. «Abrí la maleta y les dije: 'Tengo un problema. Tengo un César. ¿Qué hago con esto?'. No me dejaban meterlo en cabina porque es un objeto contundente».

Parisina de carrera, instalada ahora en Berlín y por unos meses en Madrid con una residencia de la Casa de Velázquez, la joven cineasta relativiza el peso de este tipo de premios: «No es que forzosamente tenga prestigio intelectual. En cierto tipo de cine más de autor, los César, y no es tan bestia como los Goya, premian pelis super comerciales. Mira en los Goya con Albert Serra. Tenía mil nominaciones en los César y en los Goya no. ¿Quién vota para los Goya? Gente por unos intereses muy comerciales. El problema es: ¿a qué aspiramos? ¿Torrente o Albert Serra? Yo tengo claro dónde me sitúo».

Su 'La mecánica de los fluidos' es una transgresión humanística en estos tiempos de cólera. Hay compasión. Por los 'incels', para más inri. La premisa es detectivesca, tras el arribo virtual a una carta de suicidio subida a Reddit por el 'incel' Anathemic Anarchist: «La historia es real. Vi esta carta y me puse a llorar. Ahí me cuestioné mucho los límites de la empatía. Empecé a reflexionar mucho, como estrategia feminista, qué actitud tenemos que tener las mujeres feministas respecto a los hombres que odian a las mujeres. Y no tengo una respuesta».

Sigue: «Mientras hacía la película leí 'La voluntad de cambiar', de bell hooks (en minúscula), y me destruyó la cabeza. Es un libro sobre la masculinidad en el cual ella tiene una actitud muy tierna con los hombres a pesar de considerarlos lo que quieras, no los disculpa. Porque las víctimas del patriarcado no son solo las mujeres, también son los hombres, víctimas de una sociedad que les hace ser unos retrasados emocionales. Un niño no nace violador, un violador se hace. Y un 'incel' no nace 'incel', se hace 'incel'. Obviamente, tienen responsabilidad individual, tú eliges meterte en un foro y decir: 'Las mujeres hay que violarlas y matarlas, son unas putas'. Y entiendo que puedas decir que los 'incels' son un horror, pero conectan con tu vulnerabilidad. Todos tenemos fragilidad. He intentado entender de dónde viene esa violencia. Viene de gente muy desdichada, gente que está fatal. Antes que odio, te tienen que dar pena. Creo que la compasión y ternura hacia el otro son afectos que el feminismo tiene que rescatar y reivindicar. Porque si no vamos a ir a tirar por un feminismo revanchista, colérico y solipsista que no va a llevar a ningún lado».

En un mail posterior, le preguntamos por Llados, el quizá 'Cristo Redentor de los Incels' con su tren de vida extremo, rodeado de mujeres y un modelo de 'coaching' bajo sospecha: «Sé quién es Llados, representa toda esa crueldad y falta de conexión con nuestra vulnerabilidad, fragilidad y co-dependencia de la que hablábamos. No sé si tiene vínculo con los 'incels' pero desde luego sí con lo peor de la masculinidad patriarcal. Llados es el mesías del capitalismo más loco y descontrolado, simplemente una especie de aberración, hiper-adaptado al sistema en el que vivimos».

El título de la obra, por cierto, no nace de un juego entre la física, la sociedad líquida de Bauman y las secreciones bucales y/o genitales. «Me lo dijo un amigo, que estudiaba Ingeniería cuando yo era adolescente. Y se me quedó marcado, parecía un oxímoron. Buscaba un título y pensé: 'Hostia, va de un choque de trenes entre los afectos humanos, que serían los fluidos, porque son volátiles, dinámicos e imprevisibles. Y la mecánica, que son los sistemas algorítmicos predictivos que estamos construyendo para intentar controlar los afectos de la gente'. Tinder, por ejemplo».

Seguidora de Akerman, Farocki, Bergman, Cassavetes, Bresson, Marker y contemporáneos como Lisandro Alonso, Lucrecia Martel, Eduardo Williams, el propio Serra, Jane Campion o Alice Rohrwacher («Quiero ser ella. Y nunca voy a serlo porque no tienen nada que ver las pelis que hacemos»), Hernández López se encuadra en el cine postinternet y en su bio en Twitter leemos 'recycling images, affects, words': «Porque mis pelis hasta ahora han sido de archivo, sin rodaje. Reciclo como un gesto de rescate de imágenes consideradas desechos digitales. La idea también de una creación que no es 'ex nihilo', mía de la nada, tanto en los materiales que reutilizo como referentes. A mí no me gusta nada la idea de genio. El tío que tiene una idea que nadie ha tenido antes y tal. Y todos estos directores que te dicen: 'No veo cine'. Vete a la mierda. Hay que reconocer que formas parte de un tejido de influencias de las que has bebido y lo único que estás haciendo es reciclarlas y vomitarlas con una digestión subjetiva. También me parece un gesto bonito que heredas de toda la historia del cine y de internet. No sé si existe el genio, pero tampoco me interesa».