De flores y decorativismos en el CACMálaga

La singularidad estriba en la incorporación de un triple 'décollage' (carteles que conforman gruesas superficies en las que pintar) en la zona inferior, que hace de lo matérico (el papel combado, con la turgencia expresiva de lo vivo) y de lo volumétrico elementos distintivos frente al resto de las 24 obras que se muestran, casi todas realizadas en los últimos cuatro años.

Podríamos decir que la repetición, comprensible al tratarse de una serie consagrada al mundo floral, desactiva el gesto pictórico, de modo que la gestualidad deviene ensimismamiento o, tal vez, fórmula atemperada. Tal vez opere también en ello el variado cromatismo y los formatos (algunos de hasta 6 metros de ancho), que hacen que transmita cierto decorativismo. Conviene señalar que lo decorativo, 'per se', no supone un posicionamiento menor y negativo, incluso a lo largo de la Historia del Arte ha desempeñado una posición de transgresión, pero, en ocasiones, puede bordear lo inane.

La poética de Galindo cuenta con numerosas características de la pintura gestual y de acción (efecto 'splash', barridos, espontaneidad, violencia, brochazos), aunque, al menos en este conjunto, no asoman la tensión ni el drama que tantas veces se asignan a una pintura de corte expresivo.

En algunas piezas, Galindo emplea telas con motivos impresos digitalmente, de modo que se incorporan flores de láminas o paisajes pictóricos, que conviven con las manchas y gestos del madrileño. En este diálogo, como el que se produce entre sus flores 'deshechas pulsionalmente' y los papeles pintados, que incorpora a modo de orla o marco, con motivos florales de exquisita definición y sofisticación, se confrontan distintos grados de iconicidad, un viaje entre la pasión y la estilización.

Curiosamente, en los márgenes de lo decorativo y con la recurrente presencia de flores, no sólo pintadas sino incluidas como objetos, se halla el trabajo de Devan Shimoyama (Filadelfia, EE.UU., 1989), cuya individual ocupa el Espacio 3 del centro malagueño. Las flores parecen recuperar aquí un simbolismo secular, perdido en las obras de Galindo, siendo resignificadas éstas en los códigos de la representación de la homosexualidad y lo 'queer', como vimos hace décadas a partir de las fotografías de Robert Mapplethorpe.

Y es que, Shimoyama, a través de piezas que basculan entre la pintura, el 'collage' y el ensamblaje, en las que se incorporan incluso ropa y objetos, nos presenta una propuesta de tarot (15 obras) a partir de los discursos 'queer' y de la negritud o identidad afrodescendiente. Debemos advertir cómo en los últimos tiempos, y entre la generación a la que él pertenece, se atiende con interés a lo esotérico.

Jorge Galindo y Devan Shimoyama

Jorge Galindo. 'Las flores salvajes'. Comisario: Fernando Francés. Hasta el 10 de septiembre

Devan Shimoyama. 'Tell me'. Comisarios: F. Francés y Helena Juncosa. Hasta el 27 de agosto. CAC Málaga. Málaga. C/ Alemania, s/n

De hecho, Marina Vargas hizo en 2016 una reinterpretación del tarot, así como la edición de 2020 del festival granadino FACBA se dedicó al «saber oscuro». Hay que poner en valor la semántica y el carácter reivindicativo de lo decorativo en Shimoyama ('glitter', feminización, estética 'drag') y cómo, en estos autorretratos, formula la idea de alteridad -de ser distintos otros-, sumando elementos generacionales ('anime' o 'manga') que hibrida con la Historia de la pintura.