'Le Film. Andante perplejo', en el Palacio Quintanar: Hazañas y andanzas de Ángel Haro

Como artista vinculado al mundo de la escenografía y del espectáculo, Haro domina los recursos de la tramoya, de la iluminación, de la creación de ambientes y de la intriga, organizando el espacio expositivo según una aparente secuencia narrativa. Con una estética visual, en la que combina el lenguaje del constructivismo ruso con el expresionismo abstracto, dedica prácticamente una sala a cada pieza, creando una tensión ascensional que conduce al espectador a un clímax final: una impresionante película ('Le film'), en la que se recrean visualmente las piezas y escenas de el recorrido anterior.

los grandes artistas se caracterizan por su capacidad de adaptarse a espacios difíciles, y Haro se enfrenta en esta cita magistralmente a las dificultades de un palacio que es monumento histórico artístico, y en muchas de cuyas paredes no es posible clavar ni un clavo. Pero los recursos de la iluminación, de la proyección y de la creación de escenas parecen superar con ventaja todas estas dificultades.

El título de la muestra, 'Le film. Andante perplejo', parece aludir, por un lado, a la película con la que la exposición culmina, pero, por otro, a un intento de orientarse en el arte contemporáneo, con una vaga alusión a la 'Guía de perplejos' de Maimónides. Al igual que este, Haro parece darnos una soberbia lección de iniciación a los misterios y complejidades del arte actual.

De algún modo, su trabajo quiere desafiar todas las teorías y tendencias de la crítica contemporánea. Como si no cuadrase con ninguna. Como si su producción fuese puramente instintiva. Él mismo afirma: «Hay teóricos que ven en el arte instintivo un sabotaje del artista a su estrategia política». Sin embargo, su arte es estéticamente bello, es espectacular y es narrativo, aunque no parece estar particularmente interesado por una determinada línea doctrinaria.

Ángel Haro

'Le Film. Andante perplejo'. Palacio Quintanar. Segovia. C/ San Agustín, 1. Hasta el 7 de julio. Cuatro estrellas

Y tal vez por ello no encaje con la crítica, pues no se deja someter a la tendencia. Aunque puede que de ese modo –andante perplejo– nos señale el camino a los críticos, enseñándonos a dejarnos llevar por el trabajo de los artistas, más que elaborando nuestras propias teorías.