Crítica de:
'De lo espiritual a lo profano': el negro aglutinante de Julio Romero de Torres e Ignacio Zuluaga
Córdoba
En el 150 aniversario de su nacimiento, Córdoba, su ciudad natal, recuerda a Julio Romero de Torres con citas que buscan trascenderlo de lo local
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'Arcángel San Rafael' (1925), de Romero de Torres. Colección Museo Julio Romero de Torres
La conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de Julio Romero de Torres (Córdoba, 1874-1930) tiene como principales citas en su ciudad natal dos exposiciones que permiten asistir a un diálogo entre el cordobés y otros creadores, principalmente con Ignacio Zuloaga, contemporáneo estricto ... con quien comparte la principal entrega de la efeméride.
En ésta aflora un caudal de información nacida del cotejo de sobresalientes piezas de ambos (13 y 11 respectivamente) que, ya sea por divergencias o convergencias, ayudan a definir elementos no siempre precisados o a confirmar sospechas –puede que certezas– que requieren, en ambos escenarios, de las valiosas confrontaciones de esta índole.
He de compartirles el deleite que supone pasar de lo pulido y exquisito de la pincelada del andaluz a la voluptuosidad pictoricista y valentía del vasco, a sus –como diría F. Pacheco sobre El Greco– «crueles borrones», como vemos en las matéricas y modernísimas manchas del castoreño de 'Picador gitano' o en las que asemejan ser flores cual tocado en 'Desnudo de mujer'.
Otro viaje, quizá basculación, es el que se produce entre la elegancia, sofisticación e incluso afectación de los modelos, en consonancia con los ecos simbolistas y prerrafaelitas, y un carácter fuertemente expresivo de raíz hispana que adquiere distintos códigos, el de la truculencia y violencia en Romero de Torres y el de la aspereza e incluso grotesco en Zuloaga.
Asimismo, se percibe la síntesis entre aportaciones foráneas y asuntos locales y rasgos identitarios de la pintura española. El trabajo de ambos se conforma en ejercicio de aleación, en el que se funden referentes endógenos y exógenos que buscan constituirse en retrato de 'lo español'. Justo ahí, en el final de la muestra, cuando convergen en la reformulación del constructo acerca de lo vernáculo, de una España, en buena medida, negra, los diálogos adquieren una intensidad mayor.
Junto a esta cita, que se programa en la sede de Vimcorsa y que supone el autentico plato fuerte con el desembarco del contingente de Zuloaga del Museo de Bellas Artes de Bilbao, en el Museo Julio Romero de Torres, también bajo comisariado de Óscar Fernández, la figura del cordobés se somete a numerosos encuentros con artistas que compartieron un mismo tiempo (Juan Gris, Gleizes, Herbin o Manuel Á. Ortiz) y con otros actuales o recientes (Marina Abramovicć, Helena Almeida, Ouka Leele o John Coplans), todos ellos representados en la Colección Telefónica.
Los diálogos se entablan en función principalmente al uso de géneros y referentes iconográficos; método elemental que, sin embargo, permite observar la distancia lingüística y disímil acercamiento a los motivos entre Romero de Torres y otros autores que compartieron cronología, así como atisbar la recurrencia de referentes en la Historia del Arte, modulándose en distintos contextos y gracias a las dicciones personales.
No es ésta una efeméride menor, dada la solemnidad y rotundidad de la cifra. En la memoria permanece 'Julio Romero de Torres. Símbolo, materia y obsesión', proyecto expositivo que, en hasta siete sedes de Córdoba, hizo posible en los primeros meses de 2003 una suerte de trascendental recuperación y revisión del pintor, haciéndolo asomar de entre las muchas sombras que se cernían sobre él.
Doble cita de Julio Romero de Torres
Julio Romero de Romero de Torres e Ignacio de Zuloaga. 'De lo espiritual a lo profano'. Sala Vimcorsa. Córdoba. C/ Ángel de Saavedra, 9. Comisario: Óscar Fernández. Hasta el 1 de diciembre. Cuatro estrellas.
'Romero de Torres, pintor de la modernidad'. Museo Julio Romero de Torres. Córdoba. Plaza del Potro, 1-4. Comisarios: Ó. Fernández y L. Ramón Brogeras. Hasta el 8 de diciembre. Cuatro estrellas
Aunque en aquella ocasión comparecieron casi una treintena de artistas del primer cuarto del siglo XX, lo que permitió cierta construcción de un contexto común, rezuma en esta ocasión el intento de proyectar a Romero de Torres hacia afuera, ofrecerlo a la ciudad en una lectura menos centrípeta y filológica, escapando de ciertos paradigmas de la construcción del relato desde lo local.