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Erwin Olaf: Desvanecer y desvanecerse
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El Centro Niemeyer ilustra la visión inquietante y desconsoladora que este creador tiene del mundo actual, bajo la falsa apariencia de una inquebrantable perfección
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Iniciar sesión«Tal vez sea el profundo convencimiento de que cuando llegue el momento de la verdad [...] te percatarás de que te hallas completamente solo. Y ese intenso sentimiento de estar solo, sin florituras, sin nada a qué agarrarte, me causa pavor, al tiempo que intriga. ... Es la emoción última que deseo explorar y concebir en cada trabajo que hago, de tal manera que me pueda habituar a ello antes de que llegue el momento». Estas palabras de Erwin Olaf, recogidas en una entrevista, bien pueden ser un adecuado pórtico de comienzo.
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El Centro Niemeyer de Avilés acoge 'Erwin Olaf: Un mundo que desvanece' a su vez subtitulada 'El fracaso de las pequeñas y grandes narrativas en el siglo XXI', un proyecto expositivo realizado para este espacio, comisariado por Paco Barragán, que ha contado asimismo con la colaboración de la Embajada de los Países Bajos en España, y que se articula alrededor de cuatro ejes: 'Me, Myself and I', dos amplias secciones compuestas por diversas series ('La familia y los amigos son para siempre' y 'Una ciudad llamada deseo'), y finalmente un capítulo que actúa como epílogo, 'April Fool 2020'.
Son todas ellas series reconocibles de su personal dicción artística, fotografías y vídeos, aunque también se trata de obras que en cierto modo se alejan de sus primeros trabajos, y plantean nuevas posibilidades expresivas y conceptuales.
La normal anormalidad
Erwin Olaf es un artista que necesita poca presentación. Nacido en Hilversum, Holanda, en 1959, es una de las principales figuras de la fotografía y el vídeo surgidas internacionalmente a finales de los años 90. Está en posesión de importantes galardones como el Premio Johannes Vermeer, el de Fotógrafo del Año de los International Color Awards, así como el de Artista Neerlandés del Año, y cuenta con una amplia trayectoria expositiva internacional.
A lo largo de esa dilatada carrera ha dedicado una especial atención y empatía a aquellos individuos más golpeados por la normatividad imperante como son las mujeres, las personas racializadas y los miembros de la comunidad LGTBIQ+, construyendo así una sintaxis creativa que profundiza y analiza temas controvertidos y complejos como puedan ser los de la identidad, el sexo, la libertad de expresión y acción, las actitudes racistas o los planteamientos genéricos.
De esta forma, sus obras despliegan una suerte de 'retrato robot' del individuo contemporáneo dentro de un mundo cada vez más hostil, extraño, solitario y surreal, en constante mutación y perversión, en el que las categorías, reglas y escalas tradicionales del ámbito sociopolítico se tambalean y agrietan: familia, pareja, amistad, Estado o credos dejan de ser refugio y pertenencia para convertirse en estructuras vacías y hueras; los restos de un naufragio anunciado e imparable que no permiten ni asidero ni salvación.
Sus imágenes son, pues, un compendio de sensaciones y ausencias que se cocinan, a un fuego mucho menos lento de lo deseado, con ingredientes como la incomunicación, extrañamiento, soledad, melancolía, vulnerabilidad o nostalgia, y que aportan ese sentimiento de solitaria indefensión, ante la que quizás únicamente nos reste por aportar como recurso un generoso chorro de resiliencia.
Condimentos característicos de una sociedad en creciente estado de desgracia y que, por tanto, fracasa a la hora de ofrecer albergue, orientación o consuelo al sufrido habitante –sobre todo urbanita– de un entorno antinatural e insolidario. Todos sus trabajos plásticos, tanto en fotografía como en vídeo, se insertan a su vez en unas coordenadas de construcción escenificada, con abundantes dosis de teatralidad, y en la que no sigue siendo difícil rastrear una influencia de ciertas estrategias iconográficas próximas a la publicidad y a la moda.
La exposición está bien trabada y trabajada, con un montaje ágil, que se adecua correctamente a las líneas racionales y al tiempo orgánicas de la arquitectura de Niemeyer.
Erwin Olaf
'Un mundo que desvanece'. Centro Niemeyer. Avilés. Avenida del Zinc, s/n. Comisario: Paco Barragán. Hasta el 15 de octubre
Dentro del excelente nivel general, me resultan especialmente elocuentes y elogiables series como 'Separation' (2003), como metáfora visual de una inquietante relación madre-hijo, 'Rain' (2004), y 'Dusk and Dawn' (2009), también centradas en un retrato crítico de la institución familiar, 'Grief' (2007), una coreografía de emociones, 'Berlin' (2012) y prácticamente todo el conjunto de la última propuesta que presenta como turbador epílogo, 'April Fool 2020', su personal visión de un mundo y una sociedad postpandémicas, en constante ritmo de desvanecimiento y anulación.
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