'Ensayo general', de Milena Busquets: suflé de chocolate o Dios

Siempre sin grises, combinando lo frívolo y lo ligero con lo verdaderamente serio («Entre el souflé de chocolate y Dios no hay nada que me interese»), Busquets ofrece en 'Ensayo general' un recorrido por sus amores y sus recuerdos —Cadaqués, su tata Marisa, 'El Principito'— que adereza con un sinfín de apuntes ingeniosos y efervescentes.

ENSAYO

'Ensayo general'

• Autora Milena Busquets
• Editorial Anagrama
• Año 2024
• Páginas 160
• Precio 17,90

Los hombres ocupan mucho espacio en este libro: exmaridos, novios, amantes. Busquets escribe sobre ellos agitando un cóctel de pasión, deseo y comedia, y los convierte en su baremo particular: «Mi madre sabía si un libro duraría siglos o se desmembraría en pocos meses, como yo con los hombres». Pero en su apuesta por el amor absoluto, de un romanticismo que asume desfasado y sustituido por la cursilería —«una forma de puritanismo»—, la autora incluye otros amores feroces. Uno es la literatura, sobre todo como lectora.

Escribir no es para ella una elección, ni algo comparable con un hombre en este caso —un buen editor sí equivale a un buen amante—. En una de las piezas dice que escribir es parecido a ir «en un coche sin frenos a toda velocidad». Algo de esa aceleración se percibe en estos textos, donde por momentos llega a echarse de menos un mayor equilibrio y pulido, aunque la espontaneidad juega a favor de un estilo cuyo mayor encanto reside en su frescura.

En un panorama literario en el que el sufrimiento tiene gran prestigio, se agradece que Busquets escoja la ligereza y el placer. Un riesgo que asume con elegancia, no exenta de coquetería, a través de un tono que prefiere situarse en el patio del colegio antes que en el ágora. En una pieza dedicada a Javier Marías, la autora reivindica el derecho de los artistas a no ser ejemplares y critica a quienes escriben con intención moralizante. Busquets se muestra en estas piezas con una agudeza en la que no cabe la gravedad, sí el guiño.

Por ejemplo, respecto a la particular sonrisa maléfica que uno de sus hijos ha inventado para ella: «Las mujeres que han decidido no tener hijos se quedarán sin saber lo que es el amor de madre, pero tampoco sabrán lo que es el odio de madre». Con la suya tuvo una relación huracanada. Lo contó en el memorable 'También esto pasará'. Una década después de su muerte, vuelve a escribir sobre Esther Tusquets en el capítulo más extenso y valioso del libro.

La figura solar sigue ahí, pero está a la suficiente distancia como para acercarse por primera vez a los libros que escribió su madre. En ellos encontrará una mujer no tan distinta a ella y que la quería, sin duda, a su manera. Quizá reinventar el amor consista en admitir que no todo es blanco o negro. Contravendría la teoría de la autora, pero se diría que Busquets prefiere tener gracia a tener razón, y que mientras persigue su ideal de amor eterno, el lector disfruta de páginas que respiran eso que llamamos vida.