cambio de tercio
Crítica literaria y resentimiento
Participé hace poco en una mesa redonda de un festival literario cuyo tema era la influencia de las nuevas tecnologías en la literatura
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Participé hace poco en una mesa redonda de un festival literario cuyo tema era la influencia de las nuevas tecnologías en la literatura. Se habló de la crítica literaria en internet, y a tal fin se había invitado, entre otros, a una chica joven que ... hacía reseñas de libros en Instagram y contaba con decenas de miles de seguidores.
Me sorprendió que la chica no se centrara en exponer cómo abordaba las reseñas en su IG. Antes bien, dedicó la mayor parte de su intervención en atacar la crítica literaria tal y como la entendemos (o la entiendo yo, al menos): esa que se apoya en un conocimiento de la historia de la literatura y es capaz de situar los libros en un contexto amplio, ver qué técnicas usan y qué aportan, etcétera.
Ella, insistió, solo hablaba de sus gustos personales, y de ningún modo quería parecerse a esos hombres pedantes que se creían por encima de los demás enarbolando sus conocimientos (en su opinión, todos los que hablaban sobre libros desde el conocimiento eran hombres, e invariablemente lo hacían para sentirse superiores; Pierre Bordieu habría estado de acuerdo con esto último, aunque no sé si hasta ese punto).
Me preocupó que señalara a los hombres, excluyendo a las mujeres de eso tan malo que, al parecer, es el conocimiento
Pensé que la joven estaba a la defensiva porque seguramente había recibido insultos machistas por su manera de hablar de los libros. Sin embargo, me preocuparon dos cosas: que señalara a los hombres, excluyendo a las mujeres de eso tan malo que, al parecer, es el conocimiento (los talibanes de Afganistán, que prohíben el acceso a la educación a las niñas mayores de doce años, seguro que están de acuerdo con ella), y que no fuera capaz de distinguir entre el buen o el mal uso que puede hacerse de él.
Porque, si bien es verdad que a menudo se utiliza para distinguirse (la famosa ‘violencia simbólica’ de Bordieu), también lo es que a través de él se va más allá de lo personal. Esto, en el caso de la crítica literaria, significa dejar aparcado el propio y limitado gusto en el ejercicio de reconocer el mérito ajeno y otros criterios. Pues de eso va también la crítica: de localizar y cuestionar los propios condicionantes. Se me ocurren pocas cosas más generosas y antielitistas.
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