ARTE
Edward Weston y Raimundo de Madrazo: dos mundos desde lo cotidiano en la Fundación Mapfre
Madrid
Raimundo de Madrazo y Edward Weston compartieron época y hasta espacio. Sin embargo, sus respectivas muestras en Madrid ofrecen lecturas de lo real totalmente opuestas
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Iniciar sesiónEl 'juste milieu'… Falta nos hace. Aunque esta corriente, como todo centrismo, fue fugaz: los extremos lo devoran siempre todo. En 'Del Romanticismo al Realismo...' (1914), el pedagogo y activista Léon Rosenthal acuñó este término para definir una pintura que se encontraba en «el ... justo medio»: no era académica, tampoco de vanguardia.
Y aquí se situó luego, junto a pintores como Horace Vernet, Paul Delaroche o Léon Cogniet –todos olvidados–, a Raimundo de Madrazo (1841-1920), que estaba en París desde 1862 (a partir de 1897, cuando el gusto parisino cambia, trabaja más pintando retratos en EE.UU.). Lo que esta exposición contará es que este tipo de pintura, alejada de lo romántico y excesivo –y de lo perturbador e incómodo– pero perfectamente ejecutada, estaba hecha a la medida de la incipiente burguesía y que su éxito comercial fue inmenso.
Se nos recuerda cómo Baudelaire dedicó su ensayo 'Salon' de 1846 a la burguesía, la nueva clase en alza en la Francia del siglo XIX. El arte pasó de ser una cuestión privada de la monarquía y la aristocracia a constituir un asunto «para todos». Con la democratización del arte llegó la del gusto, algo en lo que tuvo mucho que ver el auge del mercado artístico.
El deseo burgués por poseer obras que dieran testimonio del prestigio de su dueño se tradujo en la proliferación de escenas de género y costumbristas. Ejecutadas habitualmente en pequeñas tablitas o 'tableautins', escenas como las 'toilettes', la representación de mujeres que leen o escriben, de bailes de máscaras o de personajes como Pierrot se convirtieron en motivos predilectos de esos preciados objetos.
A la 'saga'
De todo ello se ocupó Raimundo de Madrazo, el tercero de la saga de los Madrazo (sus ilustres predecesores, pintores de Corte, fueron directores del Prado). Y todo esto fue arrasado por el Realismo y no digamos por el Impresionismo, pero la afluencia de público a las salas de la Fundación Mapfre es, 150 años después, masiva.
La exposición, organizada junto al Meadows Museum de Dallas, lo vale: es la primera que se le dedica a este pintor en Madrid, reúne más de cien obras, muchas inéditas y de reciente atribución (y algunas ciertamente maestras, especialmente los retratos de la etapa americana), y a través de sus ocho epígrafes, nos traslada a lo que en el impecable texto de la comisaria se llama «cotidianeidad ociosa decimonónica», destacando las escenas callejeras parisinas y las 'toilettes', al gusto por lo exótico que inunda también toda la obra de su cuñado, el maestro orientalista Fortuny y, sobre todo, en su etapa final, a la personalidad de los retratados.
La retrospectiva se cierra impecablemente con un capítulo dedicado a la modelo Aline Masson, un personaje del que no se tienen referencias pero que sirvió a Madrazo para describir el gusto de una época (y tal vez, a tenor del éxito de la muestra, del nuestro).
Parece increíble que Raimundo de Madrazo y Edward Weston (1886-1958) compartieran el mismo mundo (y hasta el mismo país)… Se trata aquí de foto experimental en sentido estricto: la exposición, maravillosa y extensa (177 obras, en blanco y negro, que abarcan 50 años de un pionero extraordinariamente prolífico), es un recorrido alucinante por un planeta que nunca parece ser este (la famosa sentencia de Éluard se confirma). ¿Cómo puede ser que mientras uno percibe una vida y una estética casi dieciochescas, otro esté buscando formas abstractas y perturbadoras en las rocas, las dunas, las plantas, los cuerpos? La respuesta es la velocidad a la que evolucionan las vanguardias del XX.
El comisario, Sergio Mah, ha concebido la cita como «una mirada europea al legado de la foto moderna estadounidense. Un contrapunto estético y conceptual ante la otra fotografía moderna que emerge en Europa con las primeras vanguardias». De ahí que los europeos enseguida apelemos a la búsqueda surrealista de 'lo maravilloso' –y de lo oculto en las sombras: la obra de este fotógrafo es particularmente oscura–, pese a que Weston, de un modo más racional y frío y partiendo de sus orígenes pictorialistas, simplemente expresa en sus imágenes «su amor por la Naturaleza y la forma».
Otoño en la Fundación Mapfre
Raimundo de Madrazo. 'El maestro del detalle'. Comisaria: Amaya Alzaga Ruiz. Cuatro estrellas.
Edward Weston. 'La materia de las formas'. Comisario: Sergio Mah. Cuatro estrellas.
Fundación Mapfre. Madrid. Paseo de Recoletos, 23. Hasta el 18 de enero de 2026.
Ciertamente, el trabajo de este pionero «permite apreciar una perspectiva única en el proceso de consolidación de la foto como medio artístico y su relevante papel en el contexto de la modernidad en las artes visuales»: con su cámara de gran formato y su magistral –y muy moderno– aprovechamiento de las sombras, Weston (que luego fundaría el mítico Grupo f/64) puso la foto al servicio de unas investigaciones formales que la pintura intentaba atribuirse en exclusiva, justamente, para defenderse de la foto.
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