LA GRAPA
Identidad y verdad
Vivimos un achique hipócrita de libertades, repugnante porque se produce en nombre de los más desfavorecidos
Para Domingo Caballero
«No se te olvide: entre verdad e identidad, la gente siempre escoge identidad», me repetía mi profesor de psicología Domingo Caballero (1941-2022). No pudo prever mi querido maestro que no sólo iba a ser «la gente», sino también las ... sociedades científicas dedicadas a la psicología. Estos días el eminente psicólogo Jonathan Haidt ha anunciado que abandona la Sociedad de Personalidad y Psicología Social (SPSP, en inglés) norteamericana. La razón: poco antes de enviar su presentación para la conferencia anual de esta Sociedad, se topó con un nuevo párrafo que condicionaba todo. La organización pedía que en el resumen previo de los trabajos se incluyese «si y cómo el texto aportado ayudan a avanzar en las metas de la SPSP sobre igualdad, inclusión y antirracismo».
Lo explica Jonathan Haidt en su texto de renuncia: la universidad estadounidense exige cada vez más estas obligaciones identitarias calificadas por él mismo y otros profesores como «inmorales, inapropiadas y, en ocasiones, ilegales». Va más allá: muchos de los trabajos de psicología social no tienen nada que ver con la diversidad, lo que fuerza a los investigadores -especialmente a los más jóvenes y precarios- a retorcer sus argumentos o a mentir si quieren ser publicados.
Muchos de los trabajos de psicología social no tienen nada que ver con la diversidad
En este achique hipócrita de libertades, repugnante porque se produce en nombre de los más desfavorecidos, se están educando miles de estadounidenses. Signo de los tiempos: los centros de conocimiento -polémicos de necesidad- se convierten, tamizados por una sociedad infantil y mercantilista, en centros de adocenamiento. Uno de los primeros que nos avisó de este fenómeno fue el propio Haidt en los esenciales 'La mente de los justos: Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata' (2012) y 'La transformación de la mente moderna...' (2018). Que él esté siendo pasto de esas llamas antiilustradas, entierra aún más la verdad bajo la pesada losa de la identidad.
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