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El diagrama del azar
Abad Faciolince se pregunta cómo la escritora ucraniana Victoria Amelina fuese asesinada por un bombazo de Putin y, sentado enfrente, él no
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Iniciar sesiónEn la página 138 de ‘Ahora y en la hora’, de Héctor Abad Falciolince, aparece un diagrama. Se espera de un diagrama la comprensión de un proceso pero el escritor colombiano utiliza el suyo a contrapelo. Busca lo imposible: explicar el azar mediante un ... rectángulo con letras a su alrededor, unidas por una flecha en sentido contrario a las agujas del reloj.
Abad intenta hacernos —hacerse— entender cómo es posible que —siendo el rectángulo, una mesa; siendo cada letra, una persona; siendo la flecha, el movimiento de algunas de esas personas hacia la silla de su derecha— la escritora ucraniana Victoria Amelina fuese asesinada por un bombazo de Putin y, sentado enfrente, él no.
Mediados de 2023, plena guerra, unos cuantos participantes en la feria del libro de Kiev viajaron cerca del frente de la ciudad ucraniana de Donetsk. Decidieron despedirse comiendo algo y les encontró ese misil. Abad oye mal por la oreja derecha, y antes de la cena, pidió un cambio de sitio para escuchar mejor a sus cercanos. La única que murió en esa mesa fue Amelina, ocupante del lugar de Abad: en otras estancias de la pizzería, se les clausuró el mundo a doce personas más.
Ahora, aturullados por guerras con Irán y genocidios en Gaza, Ucrania se nos ha difuminado
Ahora, aturullados por guerras con Irán y genocidios en Gaza, Ucrania se nos ha difuminado. No somos culpables: no sé cuántos pueden tanto. Este extraordinario libro devuelve al centro de la barriga, al cuerpo entero luego, el tumulto de quien se adentra en el horror y, si regresa, nunca regresa igual.
Abad Falciolince encara la desolación y vuelve —gracias, editoras— a contárnoslo. «Victoria palpita dentro de mí, vive conmigo», escribe. No sólo ella: ‘Ahora y en la hora’ rescata del olvido a esos trece nombres de lápida —cómo duele la historia de las gemelas adolescentes Juliya y Anna Aksenchenko, por Dios— y al pueblo ucraniano. Con la altivez y el refalfio de quienes leemos mucho por encargo, hacía demasiado tiempo que un libro no me noqueaba. Hoy podría dibujar un diagrama con los benditos golpes de Abad Falciolince en mi no sé dónde.
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