La Grapa
Balenciaga/ San Juan
Una de las cosas más bonitas de la vida es entusiasmarse sin esperarlo. Esta suerte me ha regalado la serie 'Balenciaga'
Otros artículos del autor
Alberto San Juan en 'Balenciaga'
Una de las cosas más bonitas de la vida es entusiasmarse sin esperarlo. Ese picor retiene, entiendo yo, el fulgor infantil de las golosinas, los reyes magos o aquel primer visionado de Indiana Jones. Aunque, ya de cuarentón resabiado, se disfruta aún más por abandonar ... durante un rato el cinismo trucho de quien cree que lo sabe todo. Esta suerte me ha regalado la serie 'Balenciaga' (Disney+, de Aitor Arregi, Jon Garaño, José Mari Goenaga y Lourdes Iglesias).
Primero por lo inesperado, ¿por qué me iba a interesar la biografía de un diseñador? Error: porque muestra, reconstruida en gran parte sobre una ficción verosímil —así son las mejores ficciones—, una vida turbulenta en un París (1937-60s) donde ocurría todo. Lo más bueno y lo mucho más malo. Lo que nos prefigura, aunque lo hayamos olvidado. Segundo, porque cada detalle está pensado con amor y lujo. Brillan las calles, brillan los modelos de Balenciaga, brilla el cementerio de Getaria. Con tanto empeño hasta brillamos los espectadores.
Y tercero: un reparto impecable –Josean Bengoetxea, Adam Quintero, Thomas Coumans o Anouk Grinberg– comandado por Alberto San Juan. Este animal nuestro coge la figura de Balenciaga y la coloca donde debe. En el gris de quien sólo le interesa un objetivo. El resto —los demás, su sexualidad, incluso el lado correcto de la historia— no importa.
Agarra San Juan ese lienzo imposible, se lo carga a la espalda y rompe los registros
En esa ambigüedad insana vivió con tal de imaginarse eterno. Agarra San Juan ese lienzo imposible, se lo carga a la espalda —en español, francés y euskera— y rompe los registros. En la contención interpretativa, en el decir, en los vaivenes del cuerpo—hay tres Balenciagas a lo largo de ese tiempo—.
Me recuerdo viéndole, cuántos años atrás, madrecita querida, en el Palacio Valdés de Avilés con 'Hamelin' de Animalario. Hace sólo unos días me lo topé en un inmenso cartel de 'Balenciaga' en la plaza del Callao de Madrid. Si se pudiese calcular a lo grosero la evolución artística y el talento de Alberto San Juan —hoy una joya nacional—, esa sería la justa medida.