'El eclipse del padre', de Gabriel Albiac: fulminar la Historia

Sin 'apocalipsis now', ni pamplinas, ni exageraciones desquiciadas, Albiac entra, por citar un lenguaje taurino, en corto y por derecho, al asunto. 'El eclipse del padre' es la asunción de un profundo adanismo contemporáneo.

ENSAYO

'El eclipse del padre'

• Autor Gabriel Albiac
• Editorial La Esfera de los Libros
• Año 2025
• Páginas 232
• Precio 18,90 euros

Para la RAE, Eclipse significa: «Ocultación transitoria total o parcial de un astro por interposición de otro cuerpo celeste». Es decir, ausencia, evasión, desaparición de alguien o de algo. Aquí de lo que se trata es del padre. No del padre de usted lector, o del autor, o del de quien esto escribe. El padre es la metáfora de la civilización que nos ha traído hasta aquí. Y habría que subrayar que, con todos los inconvenientes y desastres, múltiples, no ha resultado un desastre. Todo lo contrario.

Para un progresista, de los de antes, como Albiac, como quien esto escribe, ese juego, que Octavio Paz denominó la tradición de la ruptura en su espléndido ensayo 'Los hijos del limo', significaba que cada generación recogía un legado, limpiaba lo que de caduco se mostraba, e introducía nuevos elementos para seguir.

Pero ahora, lo 'woke', esa inquisición laica y falsamente progresista, tomó la decisión no de matar al padre, como era tradición desde los griegos, sino de ignorar al padre. Entiéndase, aquí padre no es lo que muchos imaginan. Es otra cosa. Pero para el que no lo entienda, como bien afirma Clint Eastwood en una de sus más soberanas interpretaciones cuando le dice a su interlocutor: «Yo nunca mataría por la espalda». Y el tipo le responde. «¿Por qué?» y el gran Clint le mira con infinita compasión y le dice: «Si te lo tengo que explicar no lo entenderías».

Y la comunidad 'woke' no entendería esto del eclipse del padre. Pero Albiac se despoja de toda arrogancia académica, que por cierto le sobra, y a lo largo de más de doscientas páginas despliega una enciclopedia de conocimientos filosóficos, culturales, políticos, religiosos y míticos para desmontar la podredumbre intelectual, la ignorancia brutal de estos chicos, los nuevos adanes, que creen haber descubierto la historia de la humanidad en un libro de autoayuda, y lo que es peor, tratan de explicarlo.

Formidable Albiac, irrebatible, contundente, demoledor, irónico, sabio. Es tal su lucidez que, sin buscarlo, coincide con uno de los marxistas, al que le honra, que aún se vanaglorie de serlo, Zizec cuando hace unas semanas en 'El País' reconocía que: «Yo estoy contra la cultura de la cancelación. Entre la gente que practica la cultura de la cancelación se supone que el objetivo oficial es proponer la diversidad, la inclusión. Pero lo que hacen en realidad es excluir a aquellos que no aceptan su definición de inclusión y demás. Si observas la cultura woke en detalle, es gente de clase media alta, apuntando a gente de clase baja». Impecable.

Tiene gracia, si Albiac y Zizev coinciden desde coordenadas tan lejanas como el Polo Norte y el continente Austral, es que algo huele a podrido en la sociedad occidental. Menudo libro el de Albiac. Su radicalidad es bien sencilla, viaja a la raíz del pensamiento occidental. A los mitos y pensadores griegos para decirnos que el tiempo es ese Saturno que devora a sus hijos, de Heráclito a Jim Morrison, de la 'Ilíada' a Guillermo Brown, de Kafka a Sartre, de Rimbaud a Philip K. Dick. Pocos ensayistas en español despliegan hoy tal cúmulo de conocimientos, sabiduría y prosa ejemplar, como Gabriel Albiac.