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'Nosotros dos en la tormenta', de Eduardo Sacheri: contra todos los fanatismos
narrativa
El autor argentino ambienta su novela en los traumáticos años setenta en su país, antes del golpe de Estado del general Videla. Crítica de Rodrigo Blanco Calderón
Otros textos el autor
Sacheri es autor de 'La pregunta de sus ojos' que Campanella llevó al cine bajo el título de 'El secreto de sus ojos'
«Habíamos conocido en directo el fanatismo de izquierdas. Íbamos a encararnos ahora al fanatismo de derechas». Esta frase de Clara Campoamor sobre la Guerra Civil española resume bien la más reciente novela de Eduardo Sacheri, ambientada en los traumáticos años setenta ... en Argentina.
Desde entonces, una parte considerable de la narrativa de ese país se ha enfocado en contar el horror de la dictadura de Videla. Pocos autores, en cambio, han narrado el horror de los meses anteriores al golpe de estado del 24 de marzo de 1976.
NOVELA
'Nosotros dos en la tormenta'
- Autor Eduardo Sacheri
- Editorial Alfaguara
- Año 2023
- Páginas 480
- Precio 20,90 euros
Dicho esto, se entiende el valor de un autor que opta por el ángulo más difícil, o el menos visitado, para reconstruir el periodo más dramático de su historia contemporánea. Y no como un intento de justificar la barbarie militar, pero sí, tal vez, como un deseo de comprender que estos fenómenos no surgen de la nada. Sacheri pone la barra muy alta y hay que decir que el resultado es destacable.
La novela se enfoca en las vidas de Alejandro, alias 'Ernesto' ,y Cabezón, alias 'Antonio', amigos desde la infancia, que en su juventud se han decantado por dos movimientos guerrilleros apenas distintos: el Ejército Montonero, en el caso de Alejandro, y una Unidad Básica de Combate adscrita al Partido Auténtico, en el de Cabezón. Dos facciones radicales que reivindicaban, cada una a su manera, el verdadero peronismo, toda vez que el caudillo acababa de morir y su viuda, María Estela Martínez de Perón, en su faceta de presidenta, daba desde el poder un giro hacia la derecha. Comprender estos asuntos y sus matices son parte de las dificultades que plantea la obra.
Pues aquí el conflicto entre izquierdas y derechas, mencionado al principio, se da al interior del propio movimiento peronista. Este es uno de los aspectos más perturbadores de la trama. Los insurgentes se han abandonado a una competencia por ver quién está más comprometido con la causa, es decir, quién es más cruel y efectivo en las misiones. Se trata de guerrillas urbanas cuyo premio mayor consiste en elevar a sus jóvenes combatientes a la categoría de soldados que irán a luchar en Tucumán, donde las fuerzas militares del gobierno los están masacrando, aunque los partes de guerra que llegan desde las altas esferas de la Organización digan lo contrario.
La novela, de capítulos cortos, está elaborada con el cálculo de quien tiene un ojo puesto en Netflix
El dilema moral de la historia aparece en los encuentros que, un poco a escondidas, sostienen Antonio y Alejandro. El primero, agobiado constantemente por las dudas; el segundo, siempre convencido. A esta tensión apunta el título, 'Nosotros dos en la tormenta', refrendada por la imagen de portada y el texto de contraportada. Sin embargo, es una tensión débil, no muy bien construida. Antonio o Cabezón, nunca sabemos su nombre real, más que un personaje parece la voz de la conciencia de Alejandro. Por otra parte, es en los monólogos del padre de Alejandro donde se menciona explícitamente la relación de a dos amenazada por la tormenta de los tiempos. Estos monólogos aportan los únicos momentos de introspección en una novela narrada en su mayor parte en tercera persona, de capítulo cortos, construida con el cálculo de quien tiene un ojo puesto en Netflix (Sacheri es, también, un reconocido guionista).
No obstante, es una introspección un poco sensiblera, de tonito cortazariano a lo bebé Rocamadour, que tampoco termina de cuajar en el conjunto. Por fortuna, ni las conversaciones entre los amigos ni los monólogos del padre ocupan demasiadas páginas. Sacheri sí logra, en cambio, provocar un rechazo creciente hacia sus protagonistas, mientras que las víctimas, como el empresario Laspada o el profesor Mendiberri, van ganando densidad desde un segundo plano. De la Argentina de la novela de Sacheri podría decirse, finalmente, lo mismo que Clara Campoamor dijo sobre la España que se debatía entre el fascismo y el comunismo: «Un país entregado al furor y los excesos de dos locuras».