CRÍTICA DE:
'Dos tardes con Kafka', de Manuel Vilas: carta de amor
ENSAYO
Confiesa el escritor de Barbastro la cercanía, la deuda y el amor por el escritor de Praga. Lo hace a su manera, con esa profunda ligereza marca de la casa
Otros textos del autor
Franz Kafka, autor de 'La metamorfosis'
Manuel Vilas ha publicado un libro/diccionario que es una de las más apasionadas cartas de amor que hemos leído en mucho tiempo. En formato de bolsillo, con su corazón al desnudo y su lengua absuelta, confiesa el escritor de Barbastro la cercanía, ... la deuda y el amor por el escritor de Praga.
Lo hace a su manera, con esa profunda ligereza marca de la casa. Escrita con una inusual sinceridad llena de excesos que nos hacen más cercano, más indispensable, a ese escritor que siempre estaba de buen humor a pesar de su ser cercado, de su pequeño universo. Un mundo es inabarcable e interminable que siempre seguiremos recorriendo.
ENSAYO
'Dos tardes con Kafka'
- Autor Manuel Vilas
- Editorial Alianza
- Año 2025
- Páginas 152
- Precio 11,95 euros
Vilas es feliz porque piensa en Kafka, es invulnerable porque lo siente cercano, le ayuda a vivir, a escribir y a seguir buscando el misterio. El checo fue un irreverente enemigo de la vida que no fuera la literatura. Conoció amores, tuvo amantes, amigos, sueños incumplidos, pocos reconocimientos en vida, apenas fue leído, casi inédito y, sin embargo, no habrá escritores tan inmortales como él.
Para Vilas es el primero, el que hace que los demás se derritan y estén destinados a morir en el olvido. Todos aniquilados ante la verdad literaria de Kafka. Ni Homero ni Tolstói; ni Cervantes ni Dante: cuando hayan desaparecido, ese hijo sin hijos que fue Kafka, él solo, tendrá una familia que le seguirá hasta que el mundo desaparezca.
Así Vilas, con su estilo grácil, sin pedanterías ni erudiciones de wikipedias, con su pasión y su inteligencia para convencernos que o somos de su kafkiana secta o no somos. O no le interesamos ni como amigos, ni como escritores, ni compañeros de un viaje que será literario o nada será. El kafkiano Vilas está dispuesto a cancelar a todos los que no sean de su 'secta'.
Soy de la secta de Kafka y me reconozco en Vilas. Este pequeño gran libro se vendrá conmigo como los de Kafka lo están
Yo me quiero reconocer en su culto. Hace mucho tiempo que me siento amigo de Kafka, también amigo de sus amigos, Max Brod el primero e imprescindible. Siempre le estaremos agradecidos por traicionar los deseos de su amigo Franz.
Soy de la secta de Kafka y me reconozco en Vilas. Este pequeño gran libro se vendrá conmigo como los de Kafka lo están. No estoy a la altura del 'amour fou' que Vilas desarrolla en forma de diccionario. Me gustan los diccionarios, las confesiones y las cartas. Envidio esa capacidad de Kafka para huir de sus cárceles familiares, de sus compromisos matrimoniales, de su trabajo, su religión y de su ciudad. Con Vilas deseo vivir feliz expulsando los agobios de la vida exterior y sacando a pasear los demonios interiores.
Estas 'dos tardes' con Kafka son una feliz invitación de vida y literatura que nos hace mejores y nos confirma que nunca seremos Kafka pero él siempre estará con nosotros.
A Vilas le debo la felicidad de algunos poemas, de varios paseos por la vida, su vida, y sus ciudades, le debo placer de lector y alegrías compartidas. Después de su libro de Kafka lo que más le debo es que me haga volver al lugar que nunca abandoné. A esa extraña resolución de ser felices que la literatura del hombre de Praga nos ha sabido dar. Vilas, sin olvidar a Canetti, se confirma como el mejor escudero de Kafka.
Con él comparto la alegría que nunca fueran atendidas sus plegarias para vivir en Madrid. Algunos cromosomas de la familia están aquí enterrados, los de su tío Alfred, el que hizo posible que el sobrino Franz fuera Kafka. Estoy deseando ver a Vilas en ese cementerio dónde descansa su familiar y el checo está presente en una foto junto al tío.
No se si bailaremos frente a su tumba, tampoco beberemos porque Vilas no se lo permite, pero sí dejaremos su libro dedicado para que siga siendo leído después de la muerte. El Kafka de Vilas no resucita a quién nunca murió pero mantiene la feliz y eterna llama ese fuego ilegal y necesario de la literatura. Siempre Kafka.