'Entre dos patios': Un acto de justicia en el Espai 10

Las tres creadoras, cada una desde su poética, se alejaron de los convencionalismos. En un momento histórico en el que la segunda ola feminista debatía la autonomía del cuerpo y la subjetividad femenina, sus obras propusieron formas de resistencia a través de materiales, paisajes y la física de los elementos. Esta dimensión es clave para entender su obra como proceso de desaprendizaje de los códigos impuestos por la tradición imperante.

Fina Miralles, con 'Paisaje' (1979), cuestionó la pintura como representación, desmantelando sus mecanismos y enfrentándola con su propia materialidad. La tierra, las piedras y el agua se convirtieron en protagonistas de una práctica que desdibujaba los límites entre arte y Naturaleza. En una lectura de género, su obra desafió la separación cartesiana entre cultura y habitat natural, una dicotomía que ha servido históricamente para subordinar lo femenino.

Por su parte, 'Esculturas y dibujos' (1980), de Susana Solano, marcó una ruptura con la noción tradicional de escultura. La madera, el metal y el tejido crearon un lenguaje en el que la materialidad hablaba por sí misma, sin necesidad de narrativas impuestas. Frente a la grandilocuencia de la escultura heroica y monumental, su obra propuso la exploración de la intimidad y el espacio doméstico sin caer en el encasillamiento de lo 'femenino' como sinónimo de lo privado. Solano se inscribió en una genealogía de artistas que transformaron la relación entre el arte y el espacio arquitectónico, desafiando las jerarquías tradicionales.

Por último, Eva Lootz, con 'Arenas' (1986), llevó el Minimalismo y el Conceptualismo hacia una dimensión orgánica y efímera. Su exploración de la arena, el mercurio y otros materiales desafió la idea de permanencia y objetualidad en el arte. En un ámbito creativo dominado por la firma del artista como garante de autoridad, Lootz propuso obras que se transformaban con el tiempo y la acción de los elementos, abriendo un espacio para la incertidumbre y la fluidez, conceptos tradicionalmente relegados a la esfera de lo femenino en oposición a la racionalidad masculina.

La muestra también destaca el papel del Espai 10 como espacio de acogida para la experimentación y la disidencia artística. La Fundación Miró, a través de este lugar, permitió que estas artistas se alejaran de las expectativas impuestas y desarrollaran un lenguaje propio. La reconstrucción ahora de sus proyectos no es solo un acto de memoria, sino una afirmación de la necesidad de revisar el relato histórico del arte desde una perspectiva de género.

Así, en 'Entre dos patios', las obras de Miralles, Solano y Lootz resuenan orgánicamente hoy con una vigencia innegable. En un mundo del arte que todavía lucha contra la invisibilización de las mujeres, esta cita no solo rescata su legado, sino que nos invita a imaginar nuevas formas de ser artista, fuera de las categorías que han intentado limitarlas.

'Entre dos patios. El paso de Fina Miralles, Susana Solano y Eva Lootz por el Espai 10'

EVarias artistas. Fundació Joan Miró. Barcelona. Parque de Montjuïc, s/n. Comisaria: Martina Millà. Hasta el 18 de mayo. Cuatro estrellas.

Con una aproximación radical al Conceptual y la segunda ola feminista, la muestra es un acertado acto de justicia histórica y una declaración sobre el poder transformador del arte.