ARTE
Un doble –y bien merecido– homenaje a Helga de Alvear
Madrid
Al amparo de PHotoEspaña, Serrería Belga y su propia galería bucean en los fondos fotográficos de su colección
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El lugar: la madrileña calle de Castelló. El momento: principios de los años 80. El testigo: un joven a punto de licenciarse en Historia del Arte, recorriendo con la avidez y la ilusión de un neófito las por entonces escasas galerías de arte de la ... capital. El recuerdo: visitar la galería de Juana Mordó, nuestra primera gran dama del galerismo patrio, y ver junto a ella a una mujer más joven, con un cierto acento germánico, como asistente.
Allí, y entonces, podríamos decir que esa mujer, Helga de Alvear (Kirn, Alemania, 1936 -Madrid, 2025), iba a comenzar una histórica y personal singladura por el arte contemporáneo español.
Hace escasos meses que nos abandonaba, pero su memoria como galerista, coleccionista y sobre todo como figura clave en la modernización del arte contemporáneo en España, sigue y seguirá bien presente. Ahora, dentro de PHotoEspaña, se le rinde homenaje con una exposición, 'Después de todo. Fotografía en la Colección Helga de Alvear', que acoge el Espacio Cultural Serrería Belga, y que muestra una cuidada selección de obras que fue coleccionando a lo largo del tiempo dentro del lenguaje fotográfico, una faceta que cultivó con pasión y conocimiento. El proyecto supone un recorrido de memoria visual a lo largo de todo el siglo XX, con un especial interés en la representación fotográfica de la arquitectura y la ciudad.
Cuando no hay esperanza
Se inicia cronológicamente con una Europa llagada y exhausta tras la Primera Guerra Mundial que daría paso en los años 20 y 30 a una mirada carente de cualquier rasgo de optimismo y esperanza, así como abiertamente enfrentada a anteriores posiciones vinculadas a postulados subjetivos o pictorialistas, bien representada aquí por autores de la Nueva Objetividad.
Un segundo momento lo constituye la presencia, hacia finales de los 60, coincidiendo con una importante crisis industrial en Alemania Occidental que se extendería al resto del mundo industrializado, del singular enfoque fotográfico realizado por Bernd y Hilla Becher inventariando un amplio número de edificios y estructuras industriales en desuso en su Alemania natal, que con evidente ironía titularon 'Anonyme Skulpturen', generando documentos visuales –en apariencia asépticos y distantes– que venían a plantear toda una suerte de arqueología industrial fotográfica inquietantemente nostálgica y poética.


El último paso de esta atractiva visión de Europa, con un fuerte aroma a transición y abandono, son las obras de algunos de los principales fotógrafos de la segunda mitad del siglo XX, enmarcados dentro de la llamada Escuela de Düsseldorf, que no por casualidad fueron alumnos de los Becher, y entre los que se encuentran nombres clave como Candida Höfer, Thomas Struth, Andreas Gursky, Axel Hütte o Thomas Ruff.
Totalmente engarzada con esta propuesta, la propia galería Helga de Alvear ha inaugurado una exposición realizada también a partir de los fondos de su colección que presenta trabajos de algunos de los más destacados fotógrafos de esa misma escuela. Importantes figuras tales como Candida Höfer, Axel Hütte, Thomas Ruff y Frank Thiel integran 'Parsifal', una muestra que refleja las principales señas de identidad creativa de estos autores: grandes formatos, fotografía de arquitectura, interiores y espacios que en su mayoría destacan por la ausencia de presencia humana.

Doble homenaje a Helga
'Después de todo. Fotografía en la Colección Helga de Alvear'. Colectiva. Espacio Cultural Serrería Belga. Madrid. C/ Alameda, 15. Comisarias: Sandra Guimarães y María Jesús Ávila. Hasta el 27 de julio. Cuatro estrellas.
'Parsifal'. Colectiva. Galería Helga de Alvear. Madrid. C/ Doctor Fourquet, 12. Hasta el 31 de julio. Cuatro estrellas.
Un interesante guiño conceptual y formal lo constituye el hecho de relacionar la intensa afinidad de Helga de Alvear con este modelo fotográfico junto a su pasión por la música operística de Wagner, de ahí el título, interpretada por su cantante favorito Jonas Kaufmann. Sin duda un doble –y bien merecido– homenaje.
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