la talaverana
Las cosas que ya no están
Cabría pensar que lo que duele es el vacío, el hueco o el cráter de lo desaparecido, pero las ausencias en sí mismas no bastan para hacernos daño
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Nostalgia
Dicen que la metafísica es la ciencia del ser en cuanto ser. El problema es que hay muchas cosas que importan y que no caben en ese título. Ni en esa frase. Ni en una columna de prensa. Hay muchas cosas que ya fueron que ... son relevantes y sospecho que a partir de una edad lo único que uno hace es aprender a echar de menos. La ausencia es una forma de manifestarse, a veces la más temible, de cualquier presencia.
Así lo enseña la huella del tigre o el Dios escondido de los judíos. Hay marcas o trazos que sencillamente nos recuerdan que ya no hay nada en el lugar donde hace tiempo hubo. Faltas que claman y gritan para advertirnos que hubo un tiempo en el que nuestro mundo era completo.
Hay marcas o trazos que sencillamente nos recuerdan que ya no hay nada en el lugar donde hace tiempo hubo
Ahí hay un enigma imposible de resolver. ¿Dónde van las cosas que ya no están? ‘Ubi sunt’, se preguntaron los clásicos. Y por qué duele y hasta casi sangran las cosas que un día fueron pero que ya no son visibles, por más que sigan haciendo daño. Casi se pueden tocar, aunque no puedan volver a verse. Es ese un dolor extraño, pues lo que no existe no debería, por definición, poder manifestarse.
Cabría pensar que lo que duele es el vacío, el hueco o el cráter de lo desaparecido, pero las ausencias en sí mismas no bastan para hacernos daño. Lo terrible no es sólo el espacio que deja lo que un día estuvo y ya no está. Lo definitivo es que haya dejado de estar. Sin más. El hiato entre los dos mundos, el paso del ser al no ser definitivo. Sin ni siquiera testigos que puedan levantar acta de una desaparición que solo te importa a ti.
Lo peor de que haya cosas que fueron y que ya no están es que también nosotros dejamos de ser con ellas. Hubo un tiempo en el que todo estaba donde debía, aunque no lo supiéramos. Y ahora, sin embargo, este mundo es ya otro. Sin miedo a equivocarnos podemos afirmar que en la vida de cualquier persona llegará un día en el que se hará cierta una terrible verdad. Un día en el que podrá decirse: todo lo que un día fue importante, ya no existe. Y no sean ingenuos: el recuerdo no resuelve nada, tan solo lo agrava todo.