PUES DICES TÚ
Lo dicen para meter miedo
El cineasta y escritor Rodrigo Cortés prosigue con sus diálogos 'codornicescos'
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónLas dos personas normales se encuentran en un paso de peatones, una yendo y la otra viniendo. Como son dos personas educadas, se detienen a hablar un poco, que es lo normal.
—Hola.
—Hola.
—Qué tal.
—Pues aquí. Tirando, que no ... es poco, como digo yo.
—Empieza a anochecer antes, ¿no?
—Empiezan a notarse más cortos los días, sí.
—El 21, empezaba el otoño. O el 23. Ahora ya no se sabe.
—Ahora lo cambian.
—Me gusta mucho a mí el otoño. Te pones un jersey y una chaqueta y tiras. No como con el invierno, que, con el abrigo y la bufanda, luego es un lío.
—Y con los guantes.
—Y con los guantes. O en verano, que no llevas nada, pero luego te quemas.
—Mira los beduinos, que se tapan hasta arriba y no pasan calor.
—Y los tuaregs.
—Igual. Ni sudan ni nada.
—Seguro.
—Al revés, están mejor que tú y que yo, que parecen lechugas.
—Lechugas, parecen.
—Hasta frío pasan.
—Y no les digas que no. Con esas espadas que llevan.
—Pues dices tú, pero el otro día leía…
—¿Leer leer o en Twitter?
—En Twitter, en Twitter. A ver si estamos locos.
—Qué susto.
—En realidad, le pregunté al pequeño, que es el que tiene el teléfono bueno.
—¿Y qué decía?
—Pues lo que te he dicho.
—Ah, ya. Creí que empezabas a decir.
—Acababa, acababa.
—Ya, ya.
—Menudo teléfono, el pequeño. Con la funda de colores. Y luego ni llama ni nada.
—Ahora es así.
—Se pasa el día viendo bailes. Y gente que se cae.
—Qué bueno Arús, ¿eh?
—Muy bueno. Cambiando de funda, se pasa el día.
—Es que ahora hay fundas muy buenas. De colores, como dices tú.
—Para mí eso es arte.
—Pero arte.
—Arte con mayúsculas.
—Ahora es arte casi todo, también te digo. Que vas al museo, dejas el paraguas a la entrada y se pone un chino a hacerle fotos.
—Y otro a aplaudir.
—Eso pasa mucho, sí.
—Ahora se hacen más fotos que antes.
—Pero luego no las ves.
—No las ves.
—Las fotos, por lo menos, se parecen. No como ahora, que pintan a un señor y no se parece. Con un ojo aquí y otro allá.
—O a una señora.
—O a una señora.
—O una catedral.
—Eso está prohibido, creo. Por lo del laicismo.
—Me quiere sonar. El arte es así, ahora. Como el agua, que depende de la forma del vaso, o no sé qué.
—Pues el otro día leía yo que se iba a acabar el agua.
—¿Por lo del apagón?
—Seguro. Que iban a desbordarse los ríos y que iba a faltar el agua, que ya me contarás tú.
—Lo dicen para vender.
—Lo dicen para meter miedo.
—Para vender periódicos, lo dicen, que ahora lo que vende es eso.
—Para salir en la tele.
—Lo dicen para poner más cara el agua y que no puedas quejarte. Por eso ahora la hacen de sabores, para cobrarte más. Que ya me dirás tú quién quiere el agua de sabores.
—Será como las aceitunas, que al principio serían normales, digo yo, pero ahora, si no saben a anchoa, que no las quieres.
—No las quieres.
—En Estados Unidos ya es todo así…
La segunda persona normal medita entonces sobre si lo que será así serán las aceitunas con anchoa o el agua con sabores. Concluye que el agua con sabores. Sigue hablando.
—A mí el agua me gusta con sabor a agua. El agua de toda la vida, que digo yo.
—Pues dices tú, pero por lo visto la que es buena es el agua con gas.
—Pues van a dejar de hacerla.
—¿Y eso?
—Por lo del precio del gas.
—Es que el agua con gas viene de Argelia.
—Y de Rusia.
—Y de Rusia. Pero de Rusia vendrá envenenada, que le tienen una afición al veneno los rusos que no es ni medio normal. De Argelia vendrá fresquita.
—La fresquita es la que más me gusta a mí.
—Y a mí. Pero dicen ahora los médicos que hay que tomarla del tiempo. Dos litros o así.
—Yo no me he tomado dos litros de agua en la vida.
—Ni nadie. Y ahora menos, que no hay.
—Por enfadar a Argelia.
—Por eso mismo. Que a quién se le ocurre.
—A mí no.
—No, a mí tampoco. Yo en Argelia no pienso nunca.
—No, ni yo.
—Ya…
La conversación cae entonces en un punto muerto que amenazaría con malograrla si las dos personas normales no tuvieran recursos de sobra.
—Pues dices tú, pero luego hay arte que también está muy bien.
—El que se parece.
—El que se parece. El arte con mayúsculas, que digo yo.
—Justo lo que te decía.
—Pues por eso te lo digo.
—Pues por eso.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete