libros
Deborah Eisenberg, una cuentista inmejorable
narrativa
'Relatos' es la mejor (re)presentación de una escritora no como pocas, sino como ninguna otra
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Iniciar sesiónBuenas noticias, a la vez que tarea para el hogar, para todos aquellos quienes —con razón— sienten que empiezan a repetirse un poco alabando en reuniones y tertulias a Lorrie Moore, Ann Beattie, Joy Williams, Lucia Berlin, Alice Munro, Amy Hempel o Mary Gaitskill ... como a, indistintamente, «la mejor escritora de relatos en inglés que he leído en mi vida». Porque, sí, un nuevo nombre se ha unido a la gran fiesta. En verdad, se ha reunido; porque antes de estos relatos —en 2006 y por aquí— ya habían volado los de 'El ocaso de los superhéroes', traducidos por Leqtor.
Allí se incluía al que daba título a todo el conjunto y sea probablemente el mejor cuento jamás escrito sobre la caída de las torres del World Trade Center. Se describían esas horas que cambiaron al mundo con un «Algo relampagueó y algo se desgarró, y el cielo sin nubes se llenó de llamas» y un «¡Contuvimos la respiración y de pronto no había nada allí! Fue un milagro». Y ese efecto milagroso ante la catástrofe es, también, el que se siente ante Deborah Eisenberg quien, de pronto, milagro, vuelve a estar aquí con todo lo suyo.
Estos seis 'Relatos' (exquisito destilado de 'The Collected Stories of Deborah Eisenberg', de 2010, reuniendo sus primeros cuatro libros entre 1984 y 2003) se suman a los de 'Taj Mahal' (2021, quinta y última por el momento recopilación, en 2018 bajo el título original de 'Your Duck Is My Duck') y son la mejor (re)presentación de una cuentista no como pocas sino como ninguna otra.
CUENTOS
'Relatos'
- Autora Deborah Eisenberg
- Editorial Chai Editora
- Año 2023
- Páginas 250
- Precio 19,50
Pensar en los cuentos de Deborah Eisenberg (Chicago, 1945, ganadora del PEN/Faulkner Award y del PEN/Malamud Award, de una de esas millonarias becas McArthur para «genios» y de seis premios O. Henry) como descendientes próximos pero a la vez parientes lejanos de aquel 'Los muertos' de James Joyce o 'El marido rural' de John Cheever o 'Para Esmé, con amor y sordidez' de J. D. Salinger: todos con esa capacidad de ofrecer la densidad de una novela en un puñado de páginas (y se sabe que Eisenberg—poco prolífica- dedica a cada uno de sus cuentos el mismo tiempo en que otros despachan trilogías).
Todos sus cuentos tienen esa capacidad de ofrecer la densidad de una novela en un puñado de páginas
Pero —atención— todos ellos como si hubiesen sido remontados/recompaginados por John Cassavetes o Robert Altman en sus películas, donde la acción estaba determinada por la dicción: por cómo se decía lo mucho que se pensaba hacer o deshacer. Sí: los personajes de Eisenberg —validada en sus inicios por John Updike y por estos días admirada por todos— piensan mucho y dicen aún más hasta alcanzar lo que la propia Eisenberg ha definido como «epifanías en reversa». Algo que —cabe pensarlo leyéndola— no es una súbita iluminación sino una mayor comprensión de las zonas más oscuras por parte de personajes que no pueden sino hacer reír riéndose de sí mismos. Porque aquí, sí, la trama es el personaje y lo que esos personajes se lo pasan tramando. Son personajes que nunca parecen asumir del todo una única personalidad. Y, por lo tanto, las tramoyas que acometen y ponen en disfuncional funcionamiento no son fáciles de asir o de resumir.
No es sencillo contar —por polimorfo y perverso y, por momentos, pareciendo dudar de a dónde se dirige, aunque sepamos que tiene la certeza absoluta de a dónde quiere llegar y llegará—cómo y qué cuenta un cuento de Eisenberg. Y —curvos y angulosos, líquidos pero tan sólidos— está muy bien que así sea y sean porque es algo muy difícil de conseguir. Seguro, ninguno de esos talleres de escritura podrá enseñarlo nunca; porque los relatos de Eisenberg parecen en principio contravenir y faltarle el respeto a todas y a cada una de las supuestas leyes del género para, enseguida, hacernos comprender que pocas autoras han respetado más y tenido mejor educación con el asunto.
Claro, la actividad paralela como actriz y dramaturga de Eisenberg se aprecia aquí: perfectos movimientos por el escenario, diálogos implacables a la vez que enternecedores, sorprendentes entradas y salidas de escena, parlamentos dignos de instantánea cita casi aforística, calculadas improvisaciones, y un libre fluir de consciencia que por momentos «suena» a como si Virginia Woolf hubiese fumado hierba de la mejor.
Obra maestra
Aunque cueste quedarse con uno pudiendo tenerlos a todos, a aquel que se cruce con Eisenberg en una librería y necesite convencerse de que la estuvo esperando toda su vida de lector le recomiendo que empiece a leer esa obra maestra —tan graciosa como melancólica, narrando la incomodidad de una incómoda pareja gay durante un desagradecido 'Thanksgiving'— que es 'Otro Otto, un Otto mejor'. Ahí, como se lee en «Bajo la 82 división aerotransportadora' —que, en su extranjerismo 'Made in USA', parece algo de Joan Didion pero 'eisenberguizado'— se vuelve a comprobar que «siempre estaba sucediendo algo... Y siempre había algo lindo a punto de suceder: era como si las cosas por venir no tuvieran fin».
Pues eso: bienvenidos a un nuevo amanecer de esta súper heroína donde siempre suceden cosas. Y son, siempre, cosas muy (adjetivo tan ambiguo como interesante) lindas pero, también, cosas inequívocamente geniales.
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