La culpabilidad compartida de Cinthia Marcelle

La trayectoria de Marcelle se materializa a dos escalas muy diferentes desde una misma forma de hacer, como se puede ver en sus grandes instalaciones, que se expanden en la sala como una explosión de objetos o vídeos en grandes proyecciones, o en pequeñas fotos o poemas visuales que dan la clave de un mismo mensaje sobre el exacerbado consumo capitalista.

Situado en el vestíbulo, puede pasar desapercibido el vídeo de 2021 'Deuda (trilogía del capital)', en el que el protagonismo recae en un constante movimiento de objetos y personas, que se precipitan por una ladera. Los objetos suben en un rebobinar continuado contra toda lógica y se recomponen, mientras que las personas bajan de forma individual y pesada, a veces con grandes esfuerzos, escenificando ese continuo y cansado producir y desechar del mundo actual.

Otra pieza que destaca la encontramos en un rincón. Su supuesta determinación, en realidad queda relegada a la nada, a un callejón sin salida en el que toda perspectiva tiene un motivo de ser. Un desandar lo andado que obtiene como recompensa encontrarse con una pequeña foto -'Sin título (Espejo, Espejo suyo)', de 2020. Un juego de perspectivas entre el espejo roto de la imagen y un encuadre peculiar que lleva a una profundidad de visión llena de significados. La delicada poesía de lo roto, del objeto desechado, enaltecido como pieza de museo.

Pero su trabajo se caracteriza por el uso de la instalación a gran escala, como es 'La familia en desorden' (2018) o la multimedia 'On Air', de 2019, que se llevan el protagonismo más efectista. Al lado de esta monumentalidad, sus dúos de fotos de la serie de 2011 que da título a la muestra. Imágenes que incluyen una irónica visión de la realidad en un cromatismo propio de la región brasileña. Un peculiar coleccionista en medio de la nada, una heredera de ruinas, un discípulo lijando una pared hasta que su propia figura se desvanece entre el polvo... Todo ayuda a moverse entre la destrucción y la realidad, la presencia y la evanescencia.

Marcelle busca desacralizar la figura del artista y sus decisiones para ceder protagonismo al grupo. De esta forma, interpela al público, al visitante o al elegido, para expandir sus instalaciones. En 'La familia...' crea una simetría entre dos salas enfrentadas. Los mismos elementos ordenados en una perfecta barricada son aleatoriamente dispuestos por un grupo de personas sin el control de la artista. El resultado de lo acontecido en Oxford y Sao Paulo (2018) o Turín (2020) es imposible de reconstruir, y en cada espacio toma forma de manera diferente, como pasa ahora en Barcelona.

El suyo es un análisis de percepción y desvanecimiento, lo que queda reflejado en 'Capa morada' (2003): Una serie fotográfica en la que se camufla sin desaparecer en diferentes enclaves. Refleja así la figura del artista, haciendo desaparecer su propia subjetividad, dejando un sutil rastro que el espectador puede localizar.