Crítica de:
'Cuéntamelo todo', de Elizabeth Strout: ¿queremos tanto a Lucy?
Narrativa
Por fin, la escritora norteamericana la enfrenta con Olive Kitteredge en esta obra, una suerte de multiverso con hipersensibles modales
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Sí, lo del título: ya nos ha quedado claro que Elizabeth Strout (Maine, 1956) está más que dispuesta a contarlo todo sobre Lucy Barton y sus alrededores. Comenzó a hacerlo en 2016 con 'Me llamo Lucy Barton' y continuó tras ella con 'Todo es ... posible' y 'Oh, William' y 'Lucy y el mar'. Y aquí vuelve con 'Cuéntamelo todo'.
Y, claro, a esta altura del asunto —enganchados a las idas y vueltas físico-mentales de la reina de las pasivo-agresivas— uno no quiere otra cosa que Strout nos cuente todo acerca de Lucy.
NOVELA
'Cuéntamelo todo'

- Autora Elizabeth Strout
- Editorial Alfaguara
- Año 2025
- Páginas 312
- Precio 21,90 euros
De sus problemas con su ex microbiólogo William con el que ahora convive más o menos platónicamente, de la viudez de su segundo marido, de sus desencuentros con sus hijas, y de sus vaivenes creativos a la hora de escribir algo nuevo que, inevitablemente, tendrá que ver/leer con sus traumas infantiles-provincianos-familiares nunca del todo resueltos y con su presente como nunca del todo satisfecha novelista prestigiosa siempre pidiendo disculpas y perdonándose y comprendiéndose y agradeciéndose y diciendo que no hay por qué entre constantes y exclamantes signos de admiración y autoadmiración mientras casi demanda un incuestionable 'I Love Lucy'.
Y, claro, los seguidores de su largo y sinuoso camino esperaban (me incluyo) este 'Cuéntamelo todo' porque cabía la posibilidad de que, por fin —habiendo traído Strout al confinamiento pandémico de Lucy al Bob Burgess de su 'Los hermanos Burgess'— se produjese el encuentro anunciado de su otro gran personaje femenino/'franchise' que la valió el Pulitzer en 2008: la agresivo nada pasiva nonagenaria Olive Kitteredge.
Se nos hizo esperar mucho a que Lucy y Olive se conocieran, indestructibles cada una a su manera
Y se produce y no decepciona y constituye lo mejor del libro con esos capítulos en los que una y otra se enfrentan/complementan en un delicado a la vez que didáctico minué de narradoras intercambiando tramas como en el más íntimo de los talleres literarios pero, a la vez, con una contundencia digna de King Kong versus Godzilla.
El resto es una bizarra subtrama de 'thriller' legal/criminal y los padecimientos del pobre Bob a quien Lucy no demora (ya lo había intuido en 'Lucy y el mar') en confirmar como nueva perfecta víctima para su histeria apenas disfrazada de sufrida melancolía. Todo acompañado, insisto, de una prosa que parece nutrirse de lo mejor deJohn Cheever y de James Salter mientras erige una suerte de multiverso 'à la' Marvel/DC de Strout y nada más que de Strout con hipersensibles modales a los que —por momentos— se les desearía un poco de la malicia 'freak' de Anne Tyler o de Charles Baxter.
Ausencia de absolutos
Y, de nuevo, la duda, mi duda: ¿es consciente y se propuso genialmente Strout crear uno de los más antipáticos personajes con lo que resulte imposible no simpatizar o piensa que Lucy es alguien adorable sin cuestionamientos? Misterio... Y, de algún modo, está bien que así sea porque esta duda y ambigüedad es lo que nos hará volver a su lado en inevitables próximas entregas para consolarla mientras nos aguantamos las ganas de darle un par de bofetadas.
La literatura es, después de todo, exactamente esto y lo mismo sentimos hacia/con Anna Karenina o Emma Bovary: la ausencia de absolutos y la proliferación de variables por las que esta escritora llevadera (en el sentido de que te lleva casi sin darte cuenta que eres llevado por una experta manipuladora) pero, a veces,acaso demasiado confiada en el afecto/efecto que sienten/producen sus criaturas en lectores siempre listos para dejarse arrastrar.
En cualquier caso —verdadero y estoico héroe de 'Cuéntamelo todo'— mucho peor la pasa aquí el pobre y rendido Bob Burgess a quien Lucy seduce y atrae como sirena para, finalmente, abandonarlo náufrago de su amor entre los arrecifes de la costa de Maine.
Sí, digámoslo pronto y cruelmente: Bob se queda con las ganas sin entender muy bien del todo qué paso, qué le pasó. Y lo que le pasó es que le pasó por encima Lucy Barton. En cualquier caso, siempre le quedará la esperanza de que... Porque, después de todo, se nos hizo esperar muchos años a que Lucy y Olive se conocieran y enfrentaran.
Y aquí están, ahora, juntas e indestructibles cada una a su manera, en lo más alto.
Lucy en el cielo con Olive.
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