CRÍTICA DE:
Colectivo Paco Graco: Alguien hablará de vosotros cuando hayáis muerto
diseño
Rótulos de Madrid que están grabados a fuego en la memoria y que casi siempre evocan recuerdos felices son los que recoge una doble exposición en CentroCentro y La Casa Encendida
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Madrid
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Iniciar sesiónSabemos que la neovanguardia tiende a institucionalizarse, a infiltrarse en la institución y transformarla desde dentro –en lugar de combatirla desde las trincheras, como se hizo desde principios del siglo XX hasta la posmodernidad–, lo cual explica las prácticas documentales, archivísticas o sociológicas, en las ... que el artista toma el museo al asalto –así, hemos visto a algún director 'asesinado' en la escalera de incendios– y se dedica directamente a la (de)construcción del relato –la obra de arte no es más que un objeto insertado en un relato llamado 'Historia del Arte', dice Bourriaud–, convirtiéndose en el «archivero mayor» del que habló Foster.
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En ese sentido, la exposición que el Colectivo Paco Graco presenta en CentroCentro -y que se prolonga en La Casa Encendida- sería una de las más sugestivas que hemos visto. Lo tiene todo: abarca multitud de asuntos, desde la transformación del paisaje urbano hasta la implicación ciudadana en el proyecto –en 2019 crean la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico que tiene 40 nodos en 30 ciudades de España y Portugal–, pasando por el coleccionismo -hay algunas colecciones curiosas, de servilletas o de bolsas de plástico-, es francamente laberíntica y espectacular -un gran montaje- y es un trabajo -desinteresado, muy arduo y desde luego impagable- en favor de la salvaguarda del patrimonio y la memoria.
Salvar el luminoso
Porque a nadie se le había ocurrido conservar -¡salvar!- los grandes rótulos luminosos de tiendas, cines y bares que durante décadas formaron parte del paisaje que nos rodeó mientras hacíamos nuestras vidas. Rótulos que están grabados a fuego en nuestra memoria y casi siempre evocan recuerdos felices: aquellas tardes de cine, aquellas meriendas e incluso aquellas visitas furtivas a 'Mundo Fantástico' (sólo está la mitad porque «un chico se llevó 'MUNDO', cada letra por separado, para venderlas convertidas en lámparas»: Sí, ese inmenso e impúdico rótulo en la calle Atocha iba, como todos, directo al vertedero). Son memoria en estado puro, máquinas de avivar recuerdos, especialmente para quienes hemos vivido siempre aquí (y llevamos ya un tiempo).
Paco Graco es «una familia extensible. Hoy es un proyecto de Alberto Nanclares, Mercedes Moral, Guillermo Borreguero, Jacobo Cayetano y Zuloark». El colectivo nace en 2016 «para proteger y recuperar todos los rótulos de los comercios que van cerrando en la ciudad (feos, bonitos, históricos, recientes, de cualquier material), con el objetivo de algún día lograr un museo permanente de rótulos de Madrid y de otra provincias», y esta muestra, la más ambiciosa que han realizado (reúne 150 rótulos y varias colecciones), cierra una tetralogía iniciada en 2019. Un detalle poético: la nave en la que guardan todo el material está en Sta. Cruz de Zarza (Toledo), que es donde nació Amalia Avia, la pintora de los escaparates de Madrid…
Paco Graco ha declarado, por ejemplo, que ┬«mucha gente se ha dejado el lomo currando como un titán en la charcutería y la pescadería, y sus hijos son altos ejecutivos ahora, pero no saben qué hacer con esa memoria» o «¿qué podemos aprender de estos rótulos? Que toda esa gente hizo la ciudad desde un punto de vista propositivo. 'Aquí pongo yo mi nombre', con ese deseo de impactar en su tiempo, de convivir con tu ciudad, de hacer calle»: hay un homenaje al trabajo, al esfuerzo de los que fueron haciendo ciudad, muchos de ellos provenientes de fuera.
Hay un compromiso con la ciudad –especialmente con el barrio– que es activo, político: «no es una exposición dedicada a la celebración de la excelencia en el diseño de los rótulos de antaño; no es un lugar para llorar los comercios desaparecidos, no es un cementerio de una ciudad que ya no existe. Es un espacio creativo nuevo y actual donde los rótulos dialogan entre ellos y con la calle, y que tiene como objetivo generar una conversación intergeneracional para hablar del pasado, el presente y el futuro».
Es esta la clave –de nuevo, Bourriaud, el arte como lugar de encuentro y consenso–, ya que el trabajo de búsqueda y recuperación de rótulos –y de su historia– implica a muchísima gente de todas las edades. En realidad, esta es la obra en sí. A este asunto está precisamente dedicado el texto que han escrito para la ocasión, titulado simplemente 'Agradecimientos' y que es una larga lista de personas que han ayudado de mil maneras a rescatar los objetos.
Ciertamente, tiene la exposición un cierto aire castizo que en un primer momento despierta recelos; hasta escuchamos un chotis proveniente de uno de los vídeos. Supongo que es tan inevitable que Madrid fuera un lugar castizo como que deje de serlo: No va a quedar nada de todo esto, sabemos que los rótulos de Madrid serán los mismos que los de París y Berlín, que desaparecerá todo el pequeño comercio... Pero, realmente ¿a quién le importa?
Ese casticismo resulta rechazable –sin ir más lejos, en Barcelona siempre estuvo mal visto– y, teniendo en cuenta que la colección abarca un período de noventa años pero se centra en los años 60 y 80, en ocasiones evoca directamente el paisaje del franquismo.
Colectivo Paco Graco
'No va a quedar nada de todo esto'. CentroCentro. Madrid. Plaza de Cibeles, 1. Hasta el 10 de marzo
'Los rótulos de Paco Graco'. La Casa Encendida. Madrid. Ronda de Valencia, 2. Hasta el 31 de marzo
Así que esa no es la cuestión. Importan las acciones y reflexiones que este magnífico trabajo de Paco Graco suscitan. Una al azar, que aparece en el texto de Javi Cruz para esta muestra: «Resulta paradójico, en términos patrimoniales, que aquí perviva únicamente lo que no está en su lugar. Pero eso pasa en los museos, en toda colección o expolio».
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