POesía
Cinco cosas sobre Wislawa Szymborska
Szymborska era una caja de sorpresas, incluso para quienes la conocían bien y sabían leer entre las líneas de sus poemas. El presidente de la Fundación que lleva su nombre traza un breve y conciso retrato
Retrato completo de Szymborska por Abel Murcia
Wisława Szymborska en 16 poemas
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Michal Rusinek
1. Era dicharachera. Una señora mayor excéntrica. Sonriente, a veces frívola, aficionada a los juegos de lenguaje y a las bromas. Prefería las conversaciones con la gente corriente a los congresos de poetas y las discusiones con intelectuales.
No es verdad.
Depresiva. Melancólica. Estricta ... en los juicios sobre sí misma y los demás. Una perfeccionista que odiaba hablar de cosas triviales y perder el tiempo en reuniones con gente que no le aportaba nada más que calorías vacías como solía decir.
Tampoco es cierto.
O ambas cosas podrían ser ciertas. Tenía un increíble sentido del humor, pero siempre combinado con la seriedad. Puede que esto sea una metáfora demasiado comercial; más bien, para ella, la seriedad y el humor eran las dos caras de la misma página. El error de quienes escribieron sobre ella fue que mostraron solo un lado, la mayoría de las veces el divertido, por supuesto. Incluso le convenía, porque es más fácil esconderse detrás de la máscara de un chiste o de una anécdota. Evitó cuidadosamente ciertos temas. Su discurso cotidiano creó una especie de marco en forma de ojo de cerradura, a través del cual uno sólo podía ver lo que alumbraba su poesía.
2. En el año 2005 apareció el libro 'Dos puntos', el más interesante de los que publicó después del Nobel. Los dos puntos del título no corresponden a ningún poema, sino que son la última palabra (y, a la vez, el último signo) del último poema del libro, un poema autotemático, titulado 'De hecho, cualquier poema'. Habla de cómo surgen los poemas, qué mínimo de ingredientes deben tener: «Basta que al alcance de la mirada/ el autor coloque unas montañas provisionales / y unos efímeros valles». A partir de este poema podemos enseñar poética, normativa y descriptiva. Termina así: «Que negro sobre blanco (…)/ se planteen algunos interrogantes/ y como respuesta/ en todo caso, dos puntos:» He aquí los signos de puntuación de la poesía. El primero es el signo de la duda y de la curiosidad. Somete al diálogo, a las frases que no comunican por sí mismas, sino que alentan a las demás a hablar. ¿Y el segundo, el del título? Es crucial para la poética de Szymborska, porque tras él aparece su figura preferida: la de la enumeración. Tras los dos puntos puede aparecer lo que es particular, accesible a nuestros sentidos; lo contable y, por lo tanto, verdadero. Su libro anterior, 'Instante', termina con el poema 'Todo': «Palabra impertinente y henchida de arrogancia/ Habría que escribirla entre comillas./ Aparenta que nada se le escapa,/ que reúne, abraza, recoge y tiene./ Y en lugar de eso, / no es más que un jirón de caos». Los detalles son la contradicción de todo.
3. En estos dos importantes poemas aparecen dos figuras estilísticas contradictorias: 'la distributio' y la enumeración. Utilizamos la primera cuando presentamos un registro de una totalidad (o, al menos una ilusión de dicho registro), en el que enumeramos por separado los elementos que la componen, todos sin excepción. Es una figura que cree en la perspectiva, que nos permite abarcarlo todo y hacer alarde de ello. Es una figura de las monografías, de los discursos científicos y de un optimismo cognoscitivo. Por su parte, la enumeración es una figura de caos. Es una retahíla, una sucesión de objetos escogidos libremente, una especie de yuxtaposición.
Szymborska parece decir que no tenemos derecho a utilizar la 'distributio' y ordenar el mundo de esta manera. La perspectiva que se nos ha facilitado sólo permite la enumeración y descripción de lo particular. La poesía no es una enciclopedia que intenta abarcar el mundo en su totalidad. Lo que hace es abarcarlo en su multitud de detalles: siempre de forma aleatoria; siempre fragmentaria, temporal y contingente. Por lo tanto, su signo de puntuación debe ser dos puntos.
4. A menudo, Szymborska recibía disertaciones académicas dedicadas a su poesía: trabajos final de máster, doctorados, habilitaciones y libros para acceder a catedrático. Los revisaba, los ponía respetuosamente en el estante y se lo agradecía a los autores. Un día llegó una carta de Texas. De un bombero jubilado. En la carta escribió que nunca había leído poesía («los bomberos rara vez leen poesía»), pero que una vez leyó un fragmento de su poema en el metro. Probablemente como parte de la campaña 'Poesía en Movimiento'. Anotó el nombre difícil de la autora. Fue a una librería y compró su libro. Lo leyó y decidió escribirle sólo una frase: «Escribió Usted lo que yo había estado pensando toda mi vida, pero no pude expresarlo». Creo que esta carta era para ella más importante que aquellos tratados eruditos.
5. Es difícil para mí pensar en ella sin admiración. Era brillante, a veces sarcástica, pero intentaba no causar ningún malestar a nadie. Fue sorprendente en sus reacciones; en realidad, nunca supe qué le iba a gustar, cómo decidiría sobre tal o cual asunto. Daba la impresión de ser una persona frágil y delicada, pero con una fuerte personalidad.
Casi hasta el final miró el mundo a través de los ojos de una adolescente, sobre la que escribió al final de su vida, aunque ya tenía poco en común con ella, tal vez solo una bufanda vieja. No es verdad. Las unía una mirada. Cuando esa llama, difícil de describir y nombrar, comenzó a extinguirse en su interior estaba claro que el fin se acercaba.
Y estaba su sonrisa, que fue cambiando con los años: eso sólo lo sé por las fotos. La vejez cambia la piel; le pone una máscara de arrugas, una delicada malla, un dibujo a pluma que enfatiza las expresiones faciales, permite delinear más claramente no solo las preocupaciones, sino también la sonrisa. Mucho más expresivo que en un rostro joven y terso. «Mis signos especiales son el deleite y la desesperación», escribió Wislawa Szymborska. Estos signos se hicieron cada vez más visibles al final de su vida.
Michał Rusinek es Presidente de la Fundación Wisława Szymborska
Traducción del texto: Iwona Zieliska-Sasiada.
Traducción de los poemas 'De hecho, cualquier poema' y 'Todo': Abel Murcia, Gerardo Beltrán y Katarzyna Moloniewicz
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