Carlos Boyero y Oti R. Marchante: Las vidas cruzadas de dos hermanos de trinchera
Referentes de la crítica cinematográfica durante las últimas décadas, tenían todo para ser enemigos, pero acabaron unidos por la gran pantalla. Ahora recuerdan 35 años de amistad y oficio
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Iniciar sesiónCarlos y Oti, Oti y Carlos, son tan opuestos, tan radicalmente diferentes, que solo podían ser hermanos. Los apellidos, Boyero y Marchante, dan la pista de que en realidad es la vida y no la sangre lo que les unió hace ya 35 años. Sucedió en Venecia, en las escaleras del Casino, aunque por entonces nadie podría haber apostado a que de aquel apretón de manos saldría una unión forjada a base de risas, películas, confidencias y algún que otro encubrimiento
En realidad, todo comenzó poco después. Fue en torno a una mesa, el verdadero campamento base de su amistad, mucho más que el patio de butacas. Salieron tarde de una proyección de la Mostra del año 1987 y descubrieron que los horarios de los restaurantes ... italianos no eran tan flexibles como los de aquí. Pero tuvieron suerte porque en la mesa del fondo apuraba su comilona Ángel Fernández-Santos, histórico crítico de 'El país'. Les dijo a los pipiolos (Oti tenía 28 años y Boyero, aunque ya conocido, apenas había pasado los 30) que le acompañaran a la mesa. La cocina estaba cerrada y los camareros solo les sirvieron un par de bocadillos y la cuenta. El veterano dijo sin inmutarse que a medias, que la pagaban entre los tres que compartían mantel. Los pobres se quedaron descompuestos, aunque aflojaron la cartera. El sándwich les salió a precio de mariscada, y ellos, lejos de cabrearse cuando Fernández-Santos se marchó, se echaron a reír con el gol que les acababa de meter. Desde entonces, las cenas de los festivales fueron su refugio y el inicio de la fuente inagotable de anécdotas que son.
Precisamente en una de esas cenas, solo que lejos del ruido y el humo de antaño, charlan ahora para recapitular sobre lo que han cambiado ellos, el cine y hasta la vida. Todo es tan diferente que Boyero ni mira a la botella de vino, y eso que es su última cena en el festival de San Sebastián de 2022, al que solo acudió para presentar el documental 'El crítico' (ya disponible en TCM y preseleccionado para los Goya). Ya retirado del «sopor y el tedio» que le han provocado los certámenes en los últimos años, reconoce que solo echa de menos estar dos semanas mano a mano con el hombre que durante 35 años ha sido guardián y confidente.
La memoria
-Carlos Boyero: Congeniamos rápido, ¿a que sí, Oti?
-Oti R. Marchante: Tú te acuerdas más.
-B: A los diez minutos de conocernos ya nos estábamos descojonando juntos.
-O: Yo te conocía porque ya eras una especie de... Ya te habían echado de 'La guía del Ocio' y, en el mundillo, Carlos Boyero ya era un expatriado.
-B: [Risas] Estar dos semanas con alguien con quien congenias y con quien te ríes...
-O: Es que Venecia, Berlín, Valladolid, Cannes, San Sebastián... Antes tenían una parte divertida, que probablemente la sigan teniendo ahora, pero a la que ya no tenemos tanto acceso o no queremos tenerlo...
-B: Es que se ha muerto nuestro grupo…
-O: Antonio Gasset, Ángel Fernández-Santos…
-B: Enrique González Macho [que ya no va a festivales], Pilar Miró… Para mí, era lo más divertido. Te quiero decir, el momento cumbre eran las cenas. Eran un disparate. Y hablábamos poco de cine…
-O: O no muy en serio. Porque en un grupo hay muchos gustos, y sabíamos que, por ejemplo, a Gasset no le podías hablar mal de Philippe Garrel...
-B: Se montaban unos cirios porque éramos muy vehementes. Tú el que menos, que preferías la ironía siempre.
-O: En el festival de Berlín, con Ángel, no sé qué discutíamos de una película, y me dijo: «Anda, cállate chaval, que no sabes ni quién es Renoir». Y le dije: «Sí hombre, un pintor…». -B: [Ríe a carcajadas]. El cirio se montaba también sobre si las croquetas eran buenas o malas... De todo. Y todo con múltiples libaciones. Eran momentos… sublimes.
«He intentado ser serio, pero no estarlo. Nunca me he tomado con solemnidad la crítica»
Oti R. Marchante
La crítica actual
Unos momentos cargados de anécdotas, la mayoría irreproducibles, que nunca deberían haber protagonizado juntos. Eran, o debían ser, enemigos. Cada uno en una trinchera. Oti siempre en ABC y Boyero desde 'El Mundo' a 'El país'. Incluso se unieron una vez para reventar una exclusiva de 'El sol' cuando la primera edición solo se encontraba en los 'Vips' de madrugada. Pero además de trabajar, sobre todo disfrutaban. Las comilonas, con platos cargados de ostras y demás manjares, síntoma de una época en la que los periódicos pagaban dietas que hoy son sueldos, son la excusa que algunos jóvenes les reprochan en el documental. Ellos las despachan.
-Oti Marchante: Nosotros, después de una proyección, no hablábamos nada muy en serio. Todos teníamos nuestro momento, no de pedantería, pero sí de prurito cinematográfico. Carlos igual te hablaba de 'El Buscavidas', o de lo que fuera, pero 'el hecho fílmico' que alguno no se quita de la boca no lo hemos tratado nunca.
-Carlos Boyero: Sigo sin saber qué es 'el hecho fílmico'.
-O: [risas].
-B: Tú eres el que lee a críticos actuales, y tienes buena opinión de algunos. Yo no. Alguna vez intenté leerlos, pero es que no entiendo lo que dicen la mayoría, debo ser muy tonto. Me aburren, en realidad.
-O: Yo de otros críticos saco cosas, o les doy la razón en alguna ocasión por encima de la mía.
-B: Eso es la tolerancia, que tiene que ver con una forma de andar por la vida, y yo no... No soy así. Tú pones matices.
-O: Pero lo hago sin querer.
-B: Yo soy muy radical, excesivo, pero ya no voy a cambiar.
-O: Hay una diferencia ahora respecto a la crítica de hace 20 años. Yo he intentado ser serio, pero no estarlo. Nunca me he tomado con solemnidad estas cosas. Y ahora detecto a la vez un entre comillas vacío intelectual mezclado con una cierta solemnidad. Son cirujanos antes que médicos de cabecera. Son petulantes…
-B: Me acusan de que en los festivales he estado en hoteles buenos y hemos cenado en los mejores sitios. Deberían preocuparse de por qué ahora no se los pagan. A nosotros nadie nos regaló nada. Yo les podría dar un susto si les enseño las nóminas que me han pagado… Y no lo buscaba, era oferta y demanda.
-O: Tú has tenido una consideración de ti mismo que ha hecho que cotizaras al alza. Y es que, en tus periódicos, no es que te hayan respetado, es que no han tenido más remedio, porque era o eso o se iba a otro lado. Tú eras un fichaje, un Messi, que dabas a tu periódico la opción de ganar la Champions, y por eso pagaban lo que te pagaban. Y los demás pues hemos hecho lo que hemos podido, con más o menos suerte.
«Yo no tengo familia, soy un tío autodestructivo... Pero me queda mi último refugio: la amistad»
Carlos Boyero
-B: Tengo un millón de defectos, pero nunca he sido un arribista. No aguantas 45 años en esta movida con tretas. Algo bueno debe tener el agua cuando la bendicen.
-O: Ahora hay críticos que dan lecciones de cine, y Tarantino les suena a prehistoria.
Vivir al límite
Que son hermanos no es una exageración. Carlos habla de los hijos de Oti con la ilusión del tío soltero que enseña fotos de sus sobrinos, y Oti entiende a Carlos como nadie en el mundo. Se nota también en las anécdotas, que uno comienza y que el otro remata porque se las saben de memoria, incluso las que solo vivió uno de ellos. Pero sobre todo se ve cuando se protegen al hablar de los peores momentos, del manifiesto contra Carlos a la vez que unos carteles con su cara en una diana inundaron el casco viejo de San Sebastián en los tiempos cuando ETA todavía mataba. De eso, ya, no apetece hablar. O como mucho reducirlo a una anécdota divertida.
-Carlos Boyero: Mis problemas gordos no han venido todos del cine. Sí tuve el manifiesto aquel de los directores y los críticos todos contra mí… Se juntaron para pedir mi cabeza y que no me dejaran escribir en los periódicos. Pero los problemas peligrosos, los miedos, las querellas, las amenazas, han sido por las columnas de opinión.
-Oti Marchante: Yo prefiero quedarme con tu otra cara. Tu humanidad la he visto en casa, con mis hijos, y en tu casa, con tus cosas… Carlos, como todo el mundo, tiene un delante y un detrás, pero… [silencio largo].
-B: Como cuando me cuidabas cuando iba pasado de la raya.
-O: Esa rara vez…
-B: [Ríe]. En épocas mías delicadas, siempre has estado ahí.
-O: Hice una cosa que poca gente sabe... En una ocasión, en el festival de Berlín, escribí una crónica de Boyero.
-B: [Ríe]. Esa es buena.
-O: Tú estabas completamente fundido y no podías escribir. A mí antes me encantaba imitar escrituras, como el que tiene talento para pintar e imita pintores. Pues hice una crónica a lo 'boyero' que me lo pasé en grande. Podría haber estado toda la vida escribiendo como tú, sabía exactamente los «verbos boyerianos»...
-B: Aquello me provocó sonrojo. Si era tan fácil...
-O: Tú y yo encajamos porque no tenemos nada que ver.
-B: En el fondo sí lo tenemos...
-O: Somos contraportada uno del otro.
-B: Yo no tengo familia, soy un tío autodestructivo... Pero me queda mi último refugio: la amistad. No he conocido a nadie como Oti.
Las películas de su vida
«Hay distribuidores que me han dicho que prefieren una mala crítica mía que una buena de cualquier otro crítico de 'El país'», dice Carlos Boyero cuando empieza a recordar las películas que de peor humor le han puesto. Oti lo calma rápido, y le recuerda que hay películas que él le recomendó volver a ver y le cambió la opinión, como 'La gran belleza', de Sorrentino. Tanto se conocen que la lista de las películas favoritas de Boyero la completa Oti, y las de Oti le obliga a reflexionarlas Boyero.
-Carlos Boyero: Hay cosas que yo he visto y que me he enamorado y que he defendido y que he metido a gente en la sala para que las vean… Recuerdo 'Léolo' (de Jean-Claude Lauzon, 1992) por ejemplo. Que me emocionó. Una cosa poética, desgarrada, lúcida.
-Oti Marchante: Es una película muy 'destroyer', la típica que te gusta más a ti que a mí.
-B: De todos estos críticos que hablan del 'hecho fílmico', me gustaría saber qué es lo que ve esta gente en sus propias casas un lunes después de trabajar. Ahí no hay excusa.
-O: Te pones una de Tom Cruise.
-B: Habrá enfermos como yo, que he visto 'El apartamento' casi una vez por semana, o 'El buscavidas', que me la sé de memoria desde los catorce años.
-O: Es que esas películas te hablan a ti.
-B: No creo que haya muchos que vean todo el día a esta gente que ni me sé los nombres, los directores georgianos, iraníes... Sé que no. Que no es posible.
-O: Los que más daño le hacen al buen cine iraní, o al oriental, son los cafeteros. A mí me encanta el cine iraní, lo que no me encanta es todo o solo porque sea iraní.
-B: 'Nader y Simin, una separación' es una maravilla, qué manera de contar...
-O: Pero igual el cine coreano, pero no todos los coreanos que hagan cine. El bueno me gusta, como a ti. A ti te encantó 'Parásitos'.
-B: Pero son modas. Y no me gustan las modas.
-O: Mira el cine rumano, también te encanta. El bueno, claro.
-B: Sí, la de '4 meses, 3 semanas, 2 días' me sobrecogió.
-O: ¿Ves como te gusta?
-B: (Risas)... Oti, que he visto cada cosa rumana, iraní... El Apichatpong ese (un cineasta tailandés) que es como un dios para todos estos... A todos estos que les encantan estos o los que decían que con la muerte de Godard el cine ha muerto... A esos les ponía una semana bien cuidados eh, con un sillón cómodo y buena comida, pero una semana solo viendo sus películas. Te digo yo que se mueren.
-O: Godard es irrepetible, yo a eso le doy un valor. Aunque yo sea de Truffaut. En la vida o eres de Truffaut o de Godard. Es una línea. Oye, Carlos. ¿En tu lista de cinco directores favoritos entraría alguno que no fuera americano?
-B: No, si cuentas Hitchcock y Lubitsch como americanos, claro.
-O: ¿Y en diez?
-B: Sí.
-O: Te los digo yo: Jean-Pierre Melville y Jacques Becker.
-B: Y un español o dos...
-O: Berlanga, aunque no todo, y Buñuel, ¿no?
-B: Eso es.
-O: ¿Y alguno oriental pondrías?
-B: No, jamás, qué horror.
-O: Y en 20.
-B: No, no...
-O: Que sí, hombre. Ozu te entra...
-B: Igual sí. Tus tres favoritos son americanos también.
-O: Sí, pero decir tres es caer en el tópico.
-B: Te los digo: Hitchcock, Wilder y Ford, probablemente.
-O: Sí, pero no podría dejar fuera a Hawkes, que me gustan todas sus películas y mucho casi todas; o a Murnau. O Fritz Lang, que me interpela. Es imposible. Te pones a pensar... Si me preguntan por una película de mi vida digo por cliché 'La fiera de mi niña'. Aunque si pienso más un rato igual te digo 'Historias de Filadelfia', de Cukor... O 'Ser o no ser', de Lubitsch.
-B: Las listas son un alimento para la memoria. Y sirven sobre todo para recordar a la gente que te ha hecho feliz.
---La conversación sigue, y alabarán a Pawel Pawlikowski, el último que les ha sacudido de verdad ('Cold war' es para Oti la mejor película del siglo XXI). También recordarán a Kieślowski, el «juglar polaco de mirada hipersensible» con el que cenaron hace años y del que todavía recuerdan que se metió entre pecho y espalda tres platos de alubias bien entrada la noche. Y del músico que compuso la música de su trilogía ('Tres colores', azul, blanco y rojo) Preisner, del que primero Carlos Boyero hace la broma -«quién, Isabel Preisner»- para después recordar títulos casi olvidados donde dejó su impronta musical. La velada continuará después en el paseo de San Sebastián, en una terraza donde otros años hubieran corrido las copas y donde ahora apenas hay una botella de agua y un chupito de vodka «por tomar algo». Las anécdotas que ahí reviven, con nombres y apellidos, con pelos y señales, se quedan para la memoria de los que las vivieron y el oyente entregado.
Intercambiando recuerdos como ráfagas de metralletas, la conversación que llevan 35 años sin interrumpir (salvo dos días que se enfadaron por un tercer amigo que trató de enturbiar su amistad) solo se pausa cuando alguien les pide una foto. Primero, dos hombres que acompañados por sus mujeres les saludan con verdadera devoción. Después, cuando un chaval de 18 años les pide, todo él hecho un flan, «un minuto» para decirles que le han hecho muy feliz todas sus recomendaciones. «Te veo siempre en 'Classics' con Garci. Y a ti te leo. Gracias por lo que me habéis enseñado». Y se va antes de que le puedan responder nada. Entre tanto, un camarero dominicano pregunta mientras señala a la pareja «si son famosos», con una sonrisa en la cara, preparando el móvil para pedir él también un recuerdo. «Son críticos de cine», le responden. Y guarda la cámara.
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