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ABC Cultural

Carlos Boyero y Oti R. Marchante: Las vidas cruzadas de dos hermanos de trinchera

Referentes de la crítica cinematográfica durante las últimas décadas, tenían todo para ser enemigos, pero acabaron unidos por la gran pantalla. Ahora recuerdan 35 años de amistad y oficio

Carlos Boyero y Oti R. Marchante, en San Sebastián, este mes de septiembre FELIX MORQUECHO
Fernando Muñoz

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Carlos y Oti, Oti y Carlos, son tan opuestos, tan radicalmente diferentes, que solo podían ser hermanos. Los apellidos, Boyero y Marchante, dan la pista de que en realidad es la vida y no la sangre lo que les unió hace ya 35 años. Sucedió en Venecia, en las escaleras del Casino, aunque por entonces nadie podría haber apostado a que de aquel apretón de manos saldría una unión forjada a base de risas, películas, confidencias y algún que otro encubrimiento

En realidad, todo comenzó poco después. Fue en torno a una mesa, el verdadero campamento base de su amistad, mucho más que el patio de butacas. Salieron tarde de una proyección de la Mostra del año 1987 y descubrieron que los horarios de los restaurantes ... italianos no eran tan flexibles como los de aquí. Pero tuvieron suerte porque en la mesa del fondo apuraba su comilona Ángel Fernández-Santos, histórico crítico de 'El país'. Les dijo a los pipiolos (Oti tenía 28 años y Boyero, aunque ya conocido, apenas había pasado los 30) que le acompañaran a la mesa. La cocina estaba cerrada y los camareros solo les sirvieron un par de bocadillos y la cuenta. El veterano dijo sin inmutarse que a medias, que la pagaban entre los tres que compartían mantel. Los pobres se quedaron descompuestos, aunque aflojaron la cartera. El sándwich les salió a precio de mariscada, y ellos, lejos de cabrearse cuando Fernández-Santos se marchó, se echaron a reír con el gol que les acababa de meter. Desde entonces, las cenas de los festivales fueron su refugio y el inicio de la fuente inagotable de anécdotas que son.

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