Más que palabras

Gustavo Guerrero, el horizonte hispano de Gallimard

Para Guerrero, el sello donde es director editorial del área española, latinoamericana y portuguesa es una casa que ha logrado «un cierto ideal»

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Guerrero asegura que los editores españoles ven el porvenir con optimismo. En Francia, no

Todavía guarda en la oficina de París, como un tesoro, aquel ejemplar con el que su padre entró un día triunfalmente en su casa de Caracas, cuando él tenía once años: la segunda edición de ‘Cien años de soledad’ con la portada de Vicente ... Rojo y el nombre de la Editorial Americana en letras negras. Aquel libro, que leyó a escondidas, marcó para siempre su vínculo con la letra impresa.

En la Caracas de entonces, la ciudad donde nació Gustavo Guerrero en 1957, su padre, como la mayoría de los juristas de su generación, llegó a reunir una vasta colección de libros de derecho y literatura clásica y moderna. En un momento en el que a la capital venezolana llegaban «innumerables títulos editados en Argentina, México y España, sin olvidar la producción local de sellos como Monte Ávila Editores». Otros tiempos.

De sus lecturas anteriores, Guerrero recuerda bien un álbum ilustrado de las fábulas de Esopo, de la editorial barcelonesa Maucci, así como los veinte volúmenes de ‘El tesoro de la juventud’, en una hermosa edición argentina que recorrió «mil veces». Años más tarde vendrían también los cuentos de Borges: se los descubrió Velia Bosch, crítica literaria y su maestra en el Instituto Escuela de Caracas. ¡Cómo iba a imaginar entonces que veinte años después él mismo editaría a Borges en Francia!

Para ganarse la vida en París y terminar su tesis, el joven abogado empezó a redactar informes de lectura para Severo Sarduy

No era fácil pensarlo, porque tras acabar el instituto lo que hizo Guerrero fue estudiar Derecho, como su padre. Terminó la carrera, se especializó en finanzas internacionales y llegó incluso a ejercer, hasta que una beca venezolana le permitió viajar a Europa para emprender estudios literarios.

Para poder ganarse la vida en París y terminar su tesis, el joven abogado empezó a redactar informes de lectura para Severo Sarduy, el escritor cubano que era editor del área internacional de las ediciones Du Seuil. Después de redactor de informes fue asistente editorial y, a mediados de los noventa, empezó a trabajar como editor para Gallimard.

Algo que, en todo este tiempo, ha hecho compatible con su trabajo como «investigador y universitario». El investigador, dice, trabaja desde hace años en la historia de la edición de las literaturas hispánicas en Francia. El universitario es profesor de literatura y cultura hispanoamericana contemporáneas, y director del máster de edición de la Paris Cergy Université, uno de los cuatro centros más importantes en su especialidad.

Y el editor, finalmente, ha publicado junto a François Wahl, las ‘Obras completas’ (1999) de Severo Sarduy, y ha sido responsable, entre otras muchas, de la edición de los ‘Cuentos completos’ (2006) de Uslar Pietri, o de ‘Cuerpo plural’, antología de la poesía hispanoamericana contemporánea (2010). Sin olvidar sus trabajos como ensayista, con obras como ‘Teorías de la Lírica’ (1998), ‘La religión del vacío y otros ensayos’ (2002) o ‘Historia de un encargo: La catira de Camilo José Cela’ (2008).

Para Gustavo Guerrero, Gallimard, el sello donde ejerce como director editorial del área española, latinoamericana y portuguesa, «es una casa que ha logrado realizar de un modo probablemente único un cierto ideal de la edición moderna: fabricar cada libro con la conciencia de estar armando una propuesta de lectura específica y cuyo impacto ha de transformar, de una forma u otra, al lector y a la sociedad». Nada menos…

Con un pie en Francia y otro en España, desde su experiencia entre la recepción de la literatura en español en Francia y la literatura francesa en España lo que hoy existe es una «relación asimétrica». España, dice, además de ser el principal proveedor de artes gráficas de la edición francesa, es también el principal cliente en cesiones de derechos. Alrededor del 11% de la producción francesa se traduce en España, sobre todo literatura y novela gráfica. Por el contrario, la traducción de títulos españoles solo representa el 3% allí. Y el español se sitúa hoy en la cuarta posición, detrás del inglés (60%), el japonés (19%) y el italiano (4%).

Dos mercados, dice, semejantes en el volumen de títulos (alrededor de 80.000), en la cifra de negocio (entre 2.700 y 2.900 millones de euros) y en el parque de librerías (unas 3.500). Pero con diferencias en cuanto a la exportación, esencial para la industria española y que la acerca más al caso británico, o el lugar que ocupan las agencias literarias, con presencia normalizada en España, mientras que en Francia todavía hoy hay resistencias.

Y, sobre todo, el momento actual de los mercados: los editores españoles, asegura, ven el porvenir con relativo optimismo, mientras que en Francia la erosión del número de lectores continúa año tras año, y el clima no da precisamente «para el entusiasmo». A tener en cuenta.

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