más que palabras
Almuzara, libros y circuitos neuronales
Aúna pensamiento y actualidad desde 2004. Dirigida y fundada por el exministro Manuel Pimentel, un editor... Con alma de autor
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Iniciar sesiónIngeniero agrónomo, abogado y doctor en derecho, diplomado en alta dirección de empresas. Ministro, que fue entre 1999 y 2000, de Trabajo y Asuntos Sociales… Y editor. Editor que suma ya veintiún años al frente de Almuzara, el nombre que eligió para su sello ... y que el diccionario histórico remite a una tierra de labor donde se sembraban cereales, o también a una explanada, coso o arenal en las afueras de las villas donde se celebraban juegos y los jinetes se ejercitaban en la carrera.
Aunque para él Almuzara significa algo más: la necesidad de campo frente a un mundo a veces asfixiantemente urbano. También el menester de la lectura reposada y el verbo de alcance frente al desorden de la actualidad… Algo que tiene también que ver con su doble condición de madrileño y cordobés: cada día un poco más camino de lo segundo, dice.
¿De qué le ha valido a Manuel Pimentel (Sevilla, 1961) tan abundante bagaje extraliterario para poderse dedicar a la edición? De no poco. La agronomía no sabemos, más allá de lo cereal del nombre de Almuzara. Pero desde luego sí la ingeniería y el derecho: cifras y letras en un mundo, el editorial, que tan fácilmente puede adolecer de un lado como del otro.
¿También la política? Pues también. Su experiencia en el ruedo público le sirvió para mirar el mundo de una manera como nunca antes lo había hecho. También para ser consciente de que «el alma humana es un laboratorio maravilloso». No son pocas enseñanzas.
Hijo de padre lector y nieto de abuelo maestro, el niño Manuel fue un lector furibundo de Los Cinco, Salgari y Zane Grey
Todo le ha sido útil al editor de Almuzara a la hora de emprender su empresa más personal. Una empresa nueva, que acometió con los cuarenta bien cumplidos, y que sin embargo se parecía bastante a algunos de los sueños que había tenido siendo niño. Hijo de padre lector y nieto de abuelo maestro y autor de una novela, el niño Manuel fue un lector furibundo de Los Cinco, Salgari y Zane Grey, y un coleccionista cuidadoso de los álbumes de Tintín. Hasta que Borges se lo llevó por delante con ‘El Aleph’, seguido por todo el boom hispanoamericano de la época.
Siempre tuvo, Manuel Pimentel, el runrún de ser escritor. Pero la verdad es que pasaban los años y no escribía. Hasta que en el año 2000 decidió vengarse de sí mismo y publicó su primera novela, ‘Peña Laja’, con Planeta, a la que siguieron enseguida otros títulos, como ‘Monteluz’, ‘Puerta de Indias’ y ‘La ruta de las caravanas’.
Y unas cuántas más, publicadas por su propio sello, además de relatos y una extraordinaria colección de ensayos, entre ellos ‘Arqueomanía’ (2019), en el que habla de otra de sus grandes pasiones: la arqueología, que le llevó a protagonizar su propio programa en La 2.
Al ingeniero, dice, al final le enganchó el mundo de los libros. Un mundo que tiene pocos márgenes económicos. Pero que ofrece otras compensaciones. Con su parte del espíritu, su fracción estética e intelectual y también su porción de gestión.
Con su oportunidad para hablar con los autores y comprender sus inquietudes. Y para ofrecerle al público lo que al final siempre busca: la calidad. La mezcla, en su caso, de lo que los británicos dividen en dos en el mundo editorial: el ‘publisher’, con su visión empresarial, y el editor, con su trabajo al pie de la letra.
En esta mescolanza material y espiritual, desde sus inicios Almuzara quiso apostar por la historia y el pensamiento, además de por los asuntos de actualidad, como lo fue aquel ‘Camina o revienta’, de Eleuterio Sánchez, El Lute, su primer éxito de ventas. Después se han ido incorporando a la marca la poesía o la ciencia infantil y juvenil. Una ‘editorial media’ que busca la cercanía del autor y la identificación con las ilusiones de la sociedad. Eso que también se llama tendencias.
Tendencias que, confiesa, cada día nos llevan más por el camino del ensayo. El mundo cambia muy deprisa y nos produce vértigo… y necesitamos respuestas, dice. ¿Y las respuestas las puede seguir dando un libro? Por supuesto: el libro siempre ha sido, a lo largo de los siglos, fuente de conocimiento. Y ahora, en los tiempos de la inteligencia artificial, se ha convertido en fuente de sabiduría. Nada menos.
En 2004, cuando Almuzara echó a andar, en las grandes ferias internacionales se vaticinaba que los libros en papel no iban a resistir vivos mucho más allá de 2010. El tiempo ha demostrado que fue un craso error.
Luego vino el estadounidense Nicholas Carr, con su libro ‘Superficiales’, y demostró que sobre el papel (el medio es el mensaje) la mente humana aprende mucho mejor que sobre la pantalla. Los circuitos neuronales, asegura Pimentel, son los mayores aliados del libro de papel. En eso andamos, recuperando parte del tiempo perdido.
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