'Las batallas que forjaron Europa', de Juan Carlos Losada: de Salamina a Stalingrado

El muy violento siglo XX se esmeró en darle la razón. Tanto en Europa como fuera de ella, pues los finales de los imperios coloniales, de Dien Bien Phu en la Indochina francesa a las sucesivas guerras de Afganistán, repitieron el esquema.

ENSAYO

'Las batallas que forjaron Europa'

• Autor Juan Carlos Losada
• Editorial Pasado & Presente
• Año 2025
• Páginas 575
• Precio 29 euros

Si la guerra es, en definición clásica, la continuación de la diplomacia por otros medios, este ambicioso y convincente volumen de Juan Carlos Losada viene a mostrar que el devenir europeo ha estado fusionado con el conflicto, representado en el instante, crucial y climático, de las batallas.

Constituye un gran acierto la elección de 21 de ellas, de Salamina a Stalingrado, cada una vinculada a una mitología y a una historia nacional, más o menos discordantes, grandes y pequeñas, fugaces e inacabables, en océanos y sabanas, ciudades y montañas. El tono narrativo general de reportaje y también de conversación sobre las razones, exhibidas y ocultas, de tantos enfrentamientos, favorece la elaboración de contrafactuales. Se trata del famoso «qué hubiera pasado si», tan utilizado por historiadores militares de todos los tiempos, detectives de explicaciones insólitas y, con frecuencia, demasiado humanas.

Un ‘Estado de la cuestión’ que forma parte de la introducción resulta iluminador, al recoger las obras canónicas en la materia, desde ‘Las quince batallas decisivas de la historia del mundo’ de Edward Creasy, publicado en 1851, hasta ‘Matanza y cultura’, de Víctor Davis Hanson, editado en el 2000. Sin caer en un excepcionalismo europeo que asuma una tendencia histórica supuesta favorable a la guerra (en los demás continentes ocurre lo mismo) es interesante señalar que desequilibrios, casualidades, ambiciones, discordancias e ineptitudes en el liderazgo, explican victorias y derrotas.

Los efectos de las batallas resultan imprevisibles, para bien y para mal. Se suele saber cuándo empiezan. Nunca cuándo terminan. Hay victorias peores que las derrotas y viceversa.

Entre aquellas cuyo análisis se incluye en el libro, destacan Salamina (480 ac), que consolidó el poderío griego frente a los persas; Adrianópolis (378), desastre romano frente a los godos; Hastings (1066), derrota escandinava en Inglaterra; Navas de Tolosa (1212), que consolidó los reinos cristianos peninsulares de manera definitiva; Lepanto (1571), que frenó el avance otomano sobre el Mediterráneo occidental; Rocroi (1643), derrota española ante Francia de consecuencias menores en su contexto, explotada por la leyenda negra; Trafalgar (1805), con los conocidos elementos de traición en el mando político y sentido del deber de los oficiales navales españoles; Verdún (1916), ‘la carnicería más inútil’; o Stalingrado (1942), exponente de las miserias del poder autocrático y sin control, a ambos lados de las trincheras. «No te duela mi suerte/ No maldigas mi nombre, no me olvides/», dejó escrito Baralt en unos versos «de batalla», nunca mejor dicho, memorables.