Desde los baños de Napoleón, ¡menuda historia la de Biarritz!

Fernando Castillo (Madrid, 1953) es, por méritos propios, el escritor de las ciudades. Pocos han escrito, descrito, contado, vivido, soñado, recuperado a la ciudad como personaje literario como él. Ahora, después de publicar excelentes monografías sobre Tánger, París, Madrid, Berlín, Nápoles, Roma, Praga o Lisboa, entre tantas otras, le llega el turno a 'Memoria de Biarritz'. Castillo, como Ramón, es un paseandero y ello le permita fijar una geografía precisa, una topografía fantástica (en ambos sentidos) sobre la ciudad que trate. Su documentación es la necesaria, evita la erudición contaminada de hojarasca, y establece una narración que engancha al lector en el paso a paso a lo largo de la Historia.

Menuda historia la de Biarritz desde los baños de Napoleón. Paisaje y paisanaje se funden en sus páginas llenas de una profunda sensación melancólica. Qué inmenso catálogo de maravillosos excesos. Invitan al lector a un viaje de ensueños, pasiones, anhelos, mentiras, fracasos, genialidades, estafas, bohemias y gentes del común todos confundidos y fundidos en las villas y palacios, hoteles y bares, cafés y garitos, confiterías y salas de té, saraos varios, cinematógrafos, gratos tugurios secretos, de una ciudad singular. Con su arquitectura, extraordinariamente contada por Castillo, y el centón de jardines, playas, bulevares, plazas, que marcaron durante décadas la cima del lujo, la sofisticación, el 'glamour' francés, el encanto inglés, la fastuosidad rusa (antes de la revolución), el pijerío aristocrático español y la gracia italiana, además de los espantosamente ricos latinoamericanos que se rendían ante las mesas de casinos y salas de juego, todo con música de jazz y fox-trot, de tangos y swing.

La historia de una ciudad, con sus protagonistas, destaco una, Irene Némorosvky que bien conoció la otra cara de Biarritz, y la disfrutó como nadie, pero son tantos los glosados. Un sinfín de biografías mezcladas y cruzadas. A la manera de exquisitas epifanías, el libro es una guía en el tiempo que fija el presente. Una enciclopedia del 'Gold Gotha' que habitó Biarritz, sin olvidar el formidable lugar de espionaje en que se convirtió antes y durante la Guerra Civil y después tras la ocupación nazi, sin desmerecer de otros centros semejantes como serían por esos años Tánger, Lisboa, Estambul. Fernando Castillo coloca a la ciudad en el lugar de un biografiado. Su prosa es contagiosa, uno quiere más, saber más y, sobre todo, salir disparado hacia esa ciudad narrada que tal vez ya no existe pero que en sus páginas existirá para siempre.