'Bajo tierra seca', de César Pérez Gellida: un Nadal con aire de 'western', entretenido y árido

Este es el punto de partida de 'Bajo tierra seca', la novela con la que César Pérez Gellida (Valladolid, 1974) ha ganado la 80 edición del Premio Nadal, un relato con aire de 'western' que, si bien no arriesga ni en forma ni en contenido, sí íntegra en lo que pretende ser una mezcla infalible todas y cada una de las tendencias que cincelan el 'thriller' más actual: un escenario rural, unas pinceladas de ficción histórica, el recurso a dos tiempos que se van alternando en la narración, la presencia de unos perfiles femeninos que intentan trascender los tópicos del 'noir' y un tono gore, marca de estilo del novelista vallisoletano, que, convertido en recurso habitual del género, ha perdido capacidad de impacto —no es lo mismo leer por primera vez la descripción de una piara de cerdos devorando restos humanos que hacerlo por tercera—.

NOVELA

'Bajo tierra seca'

• Autor César Pérez Gellida
• Editorial Destino
• Año 2024
• Páginas 504
• Precio 22,90 euros

Consideraciones críticas aparte, por encima de la disección del texto se impone la evidente maestría de Pérez Gellida, autor de otras trece novelas entre las que destaca la trilogía 'Versos, canciones y trocitos de carne', que incluye 'Memento mori', recientemente adaptada a la televisión, para construir tramas adictivas y eficaces a la hora de entretener al lector, sostenidas en diálogos que fluyen, en los que resulta sencillo y agradable sumergirse.

En 'Bajo tierra seca' hay imaginación y hay «trabajo de relojería», pericia en el engranaje de personajes, escenarios y tiempos, pero falta profundidad. Se echa de menos el desgarro de ese velo invisible que separa el hecho, lo que se cuenta, de lo que no se ve y solo se puede atrapar con la literatura; y también falta cuidado.

Salta a la vista desde las primeras páginas de la historia la pretensión de una escritura que vaya un poco más allá de la solvencia comercial (cultismos, apuntes innecesariamente extensos y demasiado pedagógicos sobre el periodo histórico…), pero se trata de una pretensión fallida por lo que tiene de torpe y llamativa, una pretensión que aleja a Pérez Gellida de su esencia, de lo que, a lo largo de su ya extensa trayectoria, lo ha hecho único.

En definitiva, nos encontramos ante un 'thriller' entretenido y árido, con pensiones malolientes, emboscadas en caminos polvorientos, burdeles y caciques, sangre, fondas y desérticos apeaderos, que ha hecho virar al Nadal de los afectos al crimen —hacía ya un lustro que no se entregaba a una intriga, desde la fascinante 'Los crímenes de Alicia', de Guillermo Martínez— y contribuye a poner de manifiesto, junto con los resultados recientes de otros galardones literarios, cómo en los últimos años la función de los premios ha ido virando de descubrir a reconocer, de arriesgarse a jugar sobre seguro.