Crítica de:
'Atracón', de Douglas Coupland: 'zapping' sin cambiar de canal
NARRATIVA
Vuelve a la narración, después de un paréntesis, con seis decenas de micro-ficciones que acaban conformando un mosaico entre warholiano y Netflix
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Iniciar sesiónLa portada original y en su idioma de 'Atracón' del canadiense (pero nacido en base aérea en Alemania en 1961) Douglas Coupland ponía las cosas claras desde el principio. Allí, fotografía/fotograma de una muy joven Courteney Cox —antes de alcanzar la fama universal como ... la Mónica de Friends— bailando en 1984 con el 'Boss' en el célebre video-clip de 'Dancing in the Dark'.
Lo que significa que Coupland sabe a la perfección de dónde salió y en donde vuelve a meterse en su retorno a la ficción luego de un paréntesis de más de una década dedicado al ensayo sui-generis y la investigación 'by design' cuasi museológica-profética de su país.
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Coupland reconoce y se reconoce, sí, como alguna vez escritor generacional: categoría primero embelesadora y pronto más que complicada (basta con recordar la degeneración sufrida por los de moda y de pronto pasados de moda Fitzgerald y Kerouac y Brautigan; Vonnegut probablemente haya sido el único entre ellos que supo mantener su sitial y ser acompañado hasta el final por sus jóvenes y ya no tan jóvenes fans).
NOVELA
'Atracón'
- Autor Douglas Coupland
- Editorial Alianza
- Año 2024
- Páginas 272
- Precio 18,95 euros
Es decir: Coupland triunfó de un día para otro con su debut novelesco-enciclopédico para una 'cultura acelerada' —cuyo título, además, se convirtió en etiqueta sociológica— Generación X (1991), silbó y tarareó ficciones con títulos de canciones ('Girlfriend in a Coma' y 'Eleanor Rigby'); exploró antropológicamente las nuevas 'techndencias' como señas identitarias de nuevos clanes/tribus/familias en algo que parecían 'sitcoms' psicóticas demasiado buenas-graciosas ('Microsiervos' y 'jPod' y 'Generación A'); y hoy es algo así como admirable autor 'vintage' (versión noble de lo anticuado).
Afortunadamente Coupland —versión angélica de su contraparte diabólica, el también generacional y cada vez mejor Bret Easton Ellis— no es solo un 'boomer': también es un excelente escritor al que nada cuesta clasificar junto a Ballard y DeLillo, Powers, Hunter S. Thompson, Murakami y, por momentos, el sublime Capote de 'Música para camaleones'. Y 'Atracón' —subtitulado un tanto portentosamente como '60 historias para que tu mente se sienta — es buena muestra de ello.
Aquí, seis decenas de micro-ficciones que acaban conformando un mosaico entre warholiano y Netflix: porque el título se refiere a esa compulsión maratonística (a esa voracidad sin hambre) de ver temporadas completas de series en un par de días o clavar ojos durante horas 'chez Reddit/TikTok' apenas recordando haber leído 'Winesburg', Ohio' de Sherwood Anderson o 'Antología de Spoon River' de Edgar Lee Masters.
Primera persona cambiante/fluida, referencias pop, 'data freak' sorprendente, medicamentos/epidemias...
Y 'Atracón' es un poco eso: una suerte de 'zapping' sin cambiar de canal que evoca los filmes corales de Robert Altman o los solipsismos individuales de Charlie Kaufman. Así, primera persona cambiante/fluida, referencias pop, 'data freak' sorprendente, medicamentos/epidemias, sutil recurrencia de algún personaje (que puede ser alguien arreglando el asesinato de alguien o alguien deseando saber de qué va eso del sexo antes de morir tan joven), drones y des/ordenadores (y ramen). Y la sensación de estar listos para 'ver' algo trascendente que —final y salingerianamente— correrá a cargo del lector, quien deberá descubrir y comprender si ha cometido «el octavo pecado mortal» o si cree en eso de que «la gente no cambia: decae».
Digámoslo también: 'Atracón' no está a la altura de la maestría espiritual que demostró Coupland en su formidable colección de relatos 'La vida después de Dios' (1994); pero es un bienvenido retorno de/a/para Coupland. Alguien que alguna vez dijo que «odio tanto a la generación que me tocó que me las arreglé para inventar el modo de salirme de ella».
Para bien o para mal —para mejor— Coupland vuelve y aquí vuelve a entrar y a 'enter'.
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