Apertura 2025: bella, fuerte y formal

Apertura es solo el comienzo de la temporada, pero marca el tono de lo que vendrá después. Tras varias ediciones en las que el arte político –o, al menos, de contenido social– dominaba la programación, ahora abundan las investigaciones centradas en la materialidad y los códigos formales. No se trata necesariamente de un retroceso, sino de un reequilibrio natural tras un ciclo en el que el posicionamiento ideológico parecía un requisito indispensable para exponer, a veces con propuestas pertinentes y honestas, pero también con otras marcadas por el postureo buenista y las consignas 'woke'.

En líneas generales, esta edición elude lo polémico en el contenido y lo perturbador en lo estético, además de convertir en anecdóticas cuestiones tan presentes en otros años como lo colaborativo, las disidencias de género, el archivo o lo sostenible. Ni siquiera se ha cuidado el –otrora tan reclamado– equilibrio entre sexos: las mujeres artistas apenas alcanzan un 30%, frente al 70% de hombres, lo que repite la inercia de la pasada edición.

No es un buen momento para el mercado del arte. El 21 por ciento de IVA aplicado a la venta en galerías, la falta de incentivos para el coleccionismo y un contexto político inestable empujan al sector hacia apuestas más seguras. En ese terreno, la pintura emerge con vitalidad: Joan Miró en Cayón, con el negro como hilo conductor, marca el arranque de un itinerario centrado en la pintura española, donde conviven clásicos contemporáneos como Luis Gordillo (Prats Nogueras Blanchard) o Luis Claramunt (Ehrhardt Flórez), junto a artistas nacidos en los ochenta y noventa como José Luis Valverde(Silvestre), Los Bravú (El Apartamento), Cristina Toledo (Cámara Oscura) o Carlos Pesudo (Herrero de Tejada).

La abstracción gana protagonismo, sobre todo en su vertiente geométrica y de campos de color, en uno de los recorridos con mayor proyección internacional. Casado Santapau dedica una individual a Georg Karl Pfahler, pionero europeo del 'hard edge', mientras que Tobias Rehberger (Pedro Cera) lleva la ortogonalidad al terreno de lo tridimensional. Más flexibles son las propuestas de Paul Pagk (Marta Cervera), cuyas líneas a mano alzada humanizan la geometría; de Miriam Bäckström (Elba Benítez), que recurre al textil para cuestionar las nociones de perspectiva y objetualidad; o de Luisa Jacinto (Parra y Romero), cuyas telas suspendidas rebaten la estabilidad de la superficie pictórica.

La investigación formalista también sustenta las propuestas de algunos de nuestros artistas de media carrera con mayor proyección: Juan López (Juan Silió) profundiza en las relaciones entre dibujo y escultura; Álvaro Negro (F2) expande lo pictórico hacia la fotografía y el vídeo; Clara Sánchez Sala(Nieves Fernández) reflexiona sobre la posibilidad de habitar la escultura; y Bárbara Pérez Marina (Espacio Valverde) modula el rigor de lo constructivo, situándolo en diálogo con la naturaleza. Incluso Avelino Sala (Xavier Fiol), que mantiene su discurso crítico sobre el medioambiente, lo articula a través de una relectura del formalismo abstracto de vanguardia.

Otro de los recorridos más destacados es el de los diálogos. La dimensión conceptual vincula a Esther Ferrer, Isidoro Valcárcel Medina y Tom Johnson en 1MiraMadrid, aunque en la mayoría de los casos el énfasis de la conversación está en la forma: Guillermo de Osma enfrenta a Chirino y Rivera en torno al metal; BAT reúne la escultura de Martí Moreno con la pintura de Rodríguez Garrido para abordar los límites de la representación; Opera Gallery propicia el encuentro entre las abstracciones de Pieter Obels y Julien Rubat; y en Blanca Berlín se traza una línea de transmisión técnica y poética entre los fotógrafos Manuel Álvarez Bravo y Juan Manuel Castro Prieto.

Con todo, pervive un itinerario integrado por proyectos que abordan conflictos sociales. Paula Anta (Daniel Cuevas) revisita el vertido de residuos tóxicos en Akouedo; Babak Golkar (Sabrina Amrani) presenta sus vasijas de gritos sofocados; Donna Huanca (Travesía Cuatro) relee rituales andinos desde una perspectiva feminista; y José Carlos Martinat (Formato Cómodo) cartografía las tensiones actuales de los países que integraron la Ruta Libertadora de Simón Bolívar. A este último eje latinoamericano, menos nutrido que en ediciones anteriores, se suman Mauro Piva (Espacio Mínimo), Álvaro Barrios, el autor de nuestra entrevista de portada (Fernando Pradilla), Carlos Castro Arias y Karlo Andrei Ibarra (La Cometa), junto al histórico Joaquín Torres García en Leandro Navarro.

Se mantiene la puesta en valor de mujeres relegadas por la historiografía canónica. Sobresale Monique Gies (The Goma), cuyas pinturas de los setenta y ochenta emergen como una auténtica revelación. En Maisterravalbuena, se exhibe la pintura que Patricia Gadea desarrolló en el Madrid de los años ochenta y noventa, mientras que en José de la Mano se presentan los trabajos en papel de Aurèlia Muñoz, realizados en esas mismas décadas.

En plena revolución de la inteligencia artificial, las muestras que exploran el impacto de lo tecnológico se cuentan con los dedos de una mano: Cristina Lucas(Albarrán Bourdais) fusiona cuerpos y máquinas; Alsino Skowronnek (Moisés Pérez de Albéniz) combina formas generadas por IA con trazos de un antiguo sistema de escritura nigeriano; Daniel Canogar (Max Estrella) actualiza su investigación sobre pantallas, datos y sistemas de vigilancia; y Lauren Moffatt (Freijo Gallery) crea retratos de mujeres en 3D para relevar los sesgos de la inteligencia artificial.

La programación de Apertura es demasiado amplia para resumirla aquí, pero la impresión general es la de un inicio de temporada que cede protagonismo a la contemplación estética y la reflexión formal frente al discurso militante.