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ABC Cultural

Ángel Antonio Herrera: «Yo creo en el exceso, un poeta sin riesgo es un burócrata»

Es un hombre fiel a su estilo, es decir, a su vocación: tal vez por eso habla como escribe. Ha reunido en 'Los espejos nocturnos' treinta años de versos y revelaciones

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Ángel Antonio Herrera, retratado en el Café Comercial Tania Sieira
Bruno Pardo Porto

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Ángel Antonio Herrera (Albacete, 1964) fue un niño que recitaba a los del veintisiete y un joven que se vino a Madrid a hacer la milicia de la noche, como él dice, para llenarse el pecho de palabras sin nombre y dedicarse luego a bautizarlas ... con fuego en la soledad de su buhardilla. Empezó a llenar cuadernos en los ochenta, y desde entonces ha sido un devoto del verso, al que se ha entregado primero en cuerpo y luego en alma, como dicta la norma no escrita de los noctívagos, que es la misma del paraíso. El poeta ha reunido ahora treinta años de aciertos en 'Los espejos nocturnos' (Akal), un libro que es también un idioma, el retrato de un hombre entregado a sus pasiones, verbales o no. «Yo soy un fanático de la felicidad del lenguaje, y por tanto de su libertad. Mi oficio es encerrarme con la bestia del lenguaje», sentencia Ángel Antonio, que viste de negro impoluto y luce una melena en la que aún puede adivinarse el viento de su biografía.

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