Sokolov ya es español

Nació en Leningrado en 1950. Ganó el Premio Chaikovski a los 16 años (el más joven de la Historia). Se consagró internacionalmente en 1995, en Londres, al tocar el Tercer Concierto para piano y orquesta de Rachmaninov. 

Dicen algunos que es ahora el mejor pianista vivo. En arte, estas clasificaciones no tienen sentido pero eso sí indica su nivel. En un momento en el que muchos buscan la pirotecnia, la espectacularidad (Lang Lang, por ejemplo; o Yuja Wang, con sus vestidos escotados), Sokolov sigue otro camino: la sencillez, la hondura y un enorme trabajo, en los ensayos.

Cada vez toca menos con orquesta: «Nunca tienen suficientes ensayos». Como a Celibidache, no le gustan las grabaciones en estudio: «No son fieles». Tampoco, las entrevistas.

Una anécdota significativa. Cuentan que, en Vigo, el día anterior al concierto, quisieron invitarlo a una suculenta cena de pescado y marisco, cuando concluyera los ensayos. Prefirió que le llevaran al teatro una simple pizza, para seguir ensayando todo lo que quisiera.

Su secreto es sencillo: «Sólo toco la música que amo. No es para mí un trabajo, sino mi vida, las veinticuatro horas. El piano está siempre en mi cabeza, no importa dónde esté. El arte es parte de la vida».

Es grande, parece un oso ruso, con su melenita blanca. Sale a escena, esboza un tímido saludo y se pone a tocar, con la misma naturalidad con la que respira. Sus grandes manos se mueven con enorme delicadeza. Le llaman el poeta del piano. Me alegra que Grigory Sokolov haya querido ser nuestro compatriota.