Andrea Costas Lago: creación y crianza en el MARCO de Vigo

Hablar de intensidad es poco en una labor que abordó desde el aprovechamiento de vínculos corporales como la lactancia, una práctica posible de mantener hasta los 7 años, pero mal vista a partir del año y medio. «En nuestra cultura capitalista dar el pecho está muy penalizado porque la teta es gratis y necesita un tiempo lento». La artista quiso «reforzar los cimientos emocionales a través de las relaciones primarias», ausentes en su infancia, y llevar el proceso al extremo amamantando a sus mellizos hasta los 5 años, cierre de un periodo vital y artístico que se presenta como culmen de la exposición.

La muestra del MARCO es una síntesis honesta y valiente de la crianza canalizada a través de un proyecto multidisciplinar que se estructura en dos grandes salas. En la primera, la artista utiliza el gran zócalo central del edificio como una suerte de altar expandido que proyecta la mirada del espectador hasta su desembocadura en un vídeo. A lo largo del basamento despliega la obra 'Ofrendas', una selección de los regalos filiales (hojas, piedras…) que expresa la adoración absoluta de los niños hacia sus personas de apego, al tiempo que conecta con la veneración de culturas ancestrales hacia deidades maternales: «No como figuras dulcificadas, sino como fuente cíclica de creación y destrucción». La proyección del fondo es una respuesta a las polémicas declaraciones de Marina Abramović en 2016 cuando confesó haber abortado tres veces porque «los hijos no son buena idea para las mujeres artistas».

Como réplica a la obra de la serbia 'Art Must Be Beautiful…', donde se peina el pelo y la cara agresivamente, Costas Lago, con rostro de agotamiento, se deja cepillar por los mellizos, que tiran de su melena hasta acumular un manojo de cabello expuesto más adelante. El pelo actúa como elemento simbólico, protector y exuberante, que conecta todo el proyecto: desde la primera fotografía –las cabezas de la artista y sus hijos ocultadas por una maraña de cabellos– hasta la última obra, un vídeo ritual en el que los niños le cortan la cabellera (mantenida desde que dio a luz) a modo de despedida del amamantamiento.

Frente al rigor cartesiano del primer espacio, con composiciones clásicas y armónicas sobre los apoyos parentales, la segunda sala está protagonizada por un impactante mural de casi 16 metros en el que un tsunami de fotos de tamaños y papeles distintos transmiten una sensación caótica, amorosa y excesiva.

Andrea Costas Lago

'Desapego'. MARCO. Vigo. C/ Príncipe, 54. Comisarios: Miguel Fernández-Cid y Pilar Souto Soto. Hasta el 2 de julio

'Incontable' se titula este 'collage' que intenta acariciar las complejidades de la crianza: desde la relación sexual y placentera que forma parte del ciclo reproductivo de las mujeres hasta la alteración del sueño paliada con decenas de cajas de Lorazepam. A medio camino entre la intimidad de Ana Casas, lo explícito de Ana Mendieta y la escenografía familiar de Mira Bernabeu, Costas Lago construye un discurso propio en torno a una temática injustamente invisibilizada.