LIBROS
Un Almodóvar pueril, cursi y falto de fuerza
Relatos
'El último sueño', que reúne doce cuentos del cineasta, desconcierta por su simpleza
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Iniciar sesiónBrillante cineasta, pésimo narrador. Es es el saldo que queda de Pedro Almodóvar tras leer 'El último sueño' (Reservoir Books), una antología de doce relatos de juventud. Deslavazados, irregulares y faltos de edición, los textos que componen este volumen son apuntes de ... películas futuras o bocetos autobiográficos tópicos y pueriles. Almodóvar, que es todo un maestro en el uso de la lentitud y los elementos dramáticos de su cine, se muestra aquí repetitivo, predecible e inexperto. A veces lo suelta todo de golpe, apelmazando metáforas como pegotes de escayola, en otras sacrifica la idea por una estructura confusa y pretenciosa.
«Este libro es lo más parecido a una autobiografía fragmentada. [...] El lector acabará obteniendo la máxima información de mí como cineasta, como fabulador y el modo en que mi vida hace que una cosa y las otras se mezclen», explica Almodóvar en un prólogo que es, con diferencia, lo mejor del libro y en el que el director de cine habla de los relatos suyos que su asistente, Lola García, tenía archivados en carpetas. «Son textos de iniciación», escribe. Y en efecto lo son, el problema es que el paso del tiempo ha convertido la frescura en argamasa. La sensación que crece al leer 'El último sueño' es el desconcierto: ¿cómo alguien capaz de entender tan brillantemente a Alice Munro permite que leamos esto?, ¿cómo pudo sacar esto a la luz después de los guiones de 'Madres paralelas' o 'Dolor y gloria' publicados también por Reservoir Books?
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Algunos de los relatos que aluden a la educación salesiana y la omnipresencia de la iglesia son hiperbólicos y, para más inri, llevan moraleja incorporada. Ocurre en 'La visita', que él relaciona con su película 'La mala educación' y en cuyas páginas un alumno abusado acude donde su guía espiritual disfrazado de mujer; 'La ceremonia del espejo', que revela la dinámica de culpa, castigo y placer en un monasterio de monjes de clausura y también en 'La redención', una recreación cursi y empalagosa de la muerte de Jesucristo. Además:no todo son relatos. Se mezclan, por ejemplo, un obituario de Chavela Vargas con versiones mutiladas de guiones.
Hay varias capas de lectura que separan a un Almodóvar de otro. Reflejan sus años de infancia, en un entorno escolar oscuro, su fascinación por lo femenino y su salida del pueblo, pero también la efervescencia de la fama y la fragilidad, así como una insistente deriva al bucle católico. Los dos relatos que se desmarcan, por su calidad y madurez, son 'El último sueño', dedicado a su madre y en cuyas líneas despliega un retrato hermoso, construido sobre la memoria de la orfandad adulta, y 'Confesiones de una sex-symbol', en el que el tono canalla de Patty-Difusa dispersa el vaho de incienso y heroína que abunda entre página y página.
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