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Allende, entre la tragedia y la épica
NARRATIVA
Dorfman ha escrito una novela que es mucho más que una narración ficticia. Es un soberano relato, subrayo, excepcional, sobre uno de los hechos capitales de finales del siglo XX
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Iniciar sesiónFue en octubre de 1973, cuando ya comenzado el curso en la Complutense, celebramos en la Facultad de Derecho un acto de homenaje a las víctimas del Golpe de Estado de Pinochet en Chile, dedicada, de manera especial, a Víctor Jara, apenas transcurrido un ... mes. España en los finales del franquismo, a Portugal le quedaban unos meses para terminar con la dictadura salazarista y en Grecia finalizaba el golpismo de los coroneles. Mientras en Europa se tramaba el fin de unas dictaduras anómalas, en América Latina comenzaba uno de los capítulos más siniestros del último tercio del siglo XX. Menudo siglo de criminales.
Chile representó otra anomalía: llegar al poder, desde la izquierda, no con las boinas revolucionarias de Cuba, sino con los votos mayoritarios de los ciudadanos. Es lo que se llamó: la vía democrática hacia el socialismo. Una esperanza bien intencionada que terminó el 11 de septiembre con el asalto al Palacio de la Moneda, por los golpistas de Pinochet y acabar, así, el mandato de Salvador Allende (1908-1973).
NOVELA
'Allende y el museo del suicidio'
- Autor Ariel Dorfman
- Editorial Galaxia Gutenberg
- Año 2023
- Páginas 574
- Precio 22 euros
Para la izquierda internacional, sobre todo la europea, siempre tan exquisita y defensora de la lucha armada (cuando no fuera en Europa) como bien expresaría Regis Debray (a la sazón asesor de Miterrand); es decir, lo que valía para Latinoamérica no valía para Europa, un cierto racismo político, por decirlo suavemente.
Valentía
Ariel Dorfman (Buenos Aires, 1942), autor de una obra excepcional, ‘La muerte y la doncella’, afronta con un cuajo y una valentía memorables, tal y como están los tiempos de la ridícula cancelación, el asunto crucial, en ‘Allende y el museo del suicidio’. Allende fue asesinado por los militares golpistas ante la defensa épica del presidente en el Palacio de la Moneda o se suicidó ante lo que consideró el final del mundo de ayer. Qué digno mundo era ése. Dorfman lo explica meridianamente: «No sólo murió él. Moría también un mundo donde un apretón de manos significaba algo, donde uno no les mentía a sus amigos o superiores o inferiores, donde las reglas del juego no debían ser menoscabadas porque hacerlo era algo deshonroso, y el honor todavía importaba, tenía que importar, sobre todas las cosas. Se despedía, entonces, de un mundo en el que no quería vivir, porque creía, por muy revolucionario que fuera, en una noción de las relaciones y lealtades humanas.»
Hay novela dentro de la novela. Hay una decencia moral en cuanto a lo que trasciende
Sí, un mundo, para Allende, y para nosotros hoy en 2023, de ayer. Había sido traicionado por los que le juraron lealtad, a él como presidente y a la Constitución, por ejemplo, el siniestro Pinochet, y así el reguero de altos mandos militares y civiles. A partir de ahí, la palabra dada no valía nada. Dorfman ha escrito una novela que es mucho más que una narración ficticia. Ha escrito un soberano relato, subrayo, excepcional, sobre uno de los hechos capitales de finales del siglo XX.
La trama se sigue con un interés policíaco, las confesiones por parte del autor, momento clave es su intento de acceder a La Moneda en los instantes en que se produce el Golpe de Estado, en Plaza Italia y toma una decisión que le perseguirá por el resto de sus días, el equívoco de su presencia junto a Allende en esos minutos finales, que corroborará, como fantasía, Tati, la hija pequeña de Allende, y los años de exilio en los que Dorfman, de manera ejemplar, dedica su vida, todo su tiempo, a denunciar, mediante acciones solidarias internacionales las atrocidades represivas de la dictadura instalada.
Agilidad y solvencia
Memoria, ficción, autobiografía, análisis político, interpretación histórica, dramas personales se confunden, con un absoluta agilidad y solvencia en el complejo arte de contar una historia. Dorfman, con Joseph Horta, Angélica, Pilar Santana y el resto de personajes que componen esta imponente obra coral dan sentido a la Historia. Hay novela dentro de la novela, asunto cervantino y shakesperiano por excelencia, hay pasado y presente que se confunden, asunto borgiano capital, pero sobre todo, hay una decencia moral en cuanto a lo que trasciende de la narración, ante estos tiempos blandos, líquidos y patéticos, muy de agradecer por el lector. Dorfman se enfrenta a sus propios fantasmas y a los del Chile de 2023, que como en cualquier sitio, no son pocos.
Allende, la gran figura referencial de una cierta dignidad política se suicidó o murió acribillado por las balas, mientras heroicamente defendía los principios en los que había creído desde su adolescencia en Valparaíso. No es asunto baladí. Porque uno u otro, llevarán al lector a decidir si hablamos de tragedia (personal, en cuanto un suicidio es una derrota o una victoria de sí mismo, pues asume la libertad de decir hasta aquí he llegado) o épica (muero defendiendo las ideas por las que mi vida ha tenido sentido).
Lo del Museo del Suicidio, obra del personaje Horta, daría, si Dorfman se anima para otra novela, de inmenso interés. Esta es la novela que se merecía la figura de Salvador Allende, llena de luces y sombras, como cualquiera, pero de la manera, tan literariamente brillante, en que Dorfman la cuenta merece el reconocimiento y el agradecimiento de los lectores y, si vale, de la propia Historia del siglo XX latinoamericano.
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