LIBROS
Agustín Pery, más difícil todavía
NARRATIVA
En 'Txalaparta', su recién publicada segunda novela, los personajes habitan la Navarra de los años del plomo de ETA
Entrevista a Agustín Pery
No todo el mundo tiene talento para manejar con acierto el lenguaje duro y sin clemencia de la novela negra, pero Agustín Pery (Cádiz, 1971) sí; Pery compone historias en las que la piedad no existe, en las que no hay espacio para las ... palabras bonitas y que, sin embargo, como ocurre con la buena literatura, «suenan» bien, por eso el verbo «componer» y no otro es el adecuado. ‘Txalaparta’, su recién publicada segunda novela, es el mejor ejemplo.
Si en ‘Moscas’ (Pepitas de calabaza, 2018), su ópera prima, ambientada en la Mallorca de la corrupción, el nepotismo y el tráfico de influencias, el periodista gaditano no dio tregua a la luz y se movió como pez en el agua en un registro que tiene como medio natural la oscuridad, en ‘Txalaparta’, donde los personajes habitan la Navarra de los años del plomo de ETA, se atreve con ese más difícil todavía que es construir con un estilo bañado de amargura un personaje honesto y despojado del cariño que merece y por el que se esfuerza: una madre que se ha quedado sola, enfrascada en la escritura de una carta imposible de terminar.
NOVELA
'Txalaparta'

- Autor Agustín Pery
- Editorial Pepitas de calabaza
- Año 2023
- Páginas 192
- Precio 18,90 euros
«Iñaki, te escribo porque tu padre ya no anda bien. La Izaskun y el marido apenas vienen a verlo…».
La redacción de esta misiva, torpe y repetida por lo que tiene de enésima llamada de auxilio, pauta la trama y la transforma en una especie de hipnótica letanía que desciende en espiral y a través de múltiples puntos de vista, no solo a los rincones más llamativos de la época en que la banda terrorista hizo correr la sangre y trazó una frontera ideológica que fracturó el equilibrio emocional de pueblos y amistades, sino también a aquellos invisibles: las vidas cotidianas, arrasadas por encontrarse en el camino de una tragedia capaz de devorar voluntades y anular todo atisbo de felicidad. Porque eso es lo que le ocurre al policía nacional Iñaki Altolaguirre, a quien ya conocimos en ‘Moscas’ y al que ahora, en ‘Txalaparta’, Pery recupera para contarnos su origen.
Compone historias en las que la piedad no existe, en las que no hay espacio para palabras bonitas
Altolaguirre, de tintes casi caricaturescos, renuncia sin darse cuenta a su huella individual para convertirse en un peón del acontecimiento histórico y aparecer, sí, en los libros de historia, pero no en los álbumes de fotos familiares; una elección tan inconsciente como terrible, que afectará por supuesto a su mujer, Edurne, y a su hijo, Ekin, cuya errática deriva se verá sentenciada por el perfil maniqueo de su padre.
Así es como, con una capacidad sobresaliente para la descripción del escenario y el clima narrativo, que en esta ocasión completan con solvencia las ficciones de Fernando Aramburu o Edurne Portela, Agustín Pery ha vuelto a las librerías, cambiando el tiempo y el tono de su intriga, pero sin desviarse ni un milímetro de su trayectoria, que se intuye decidida a retratar desde la honestidad algunos de los momentos más oscuros de la España contemporánea.
No deja de resultar interesante que alguien habituado a informar sobre los hechos complete su necesidad de comprender la realidad recurriendo a la «mentira» del relato literario. Será porque es en la ficción donde a menudo se oculta la verdad.
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