'Yoga': Carrère vuela sobre sus miserias

Carrère sí; con ese estilo autoficcional que viene practicando desde que hace dos décadas publicó 'El adversario', lo que Pozuelo Yvancos ha redefinido como autofiguración, ha conseguido asegurarse el favor de unos cuantos miles de lectores que esperan con entusiasmo sus nuevos títulos. Aquí reside el segundo reto del autor francés: sobreponerse al aluvión mediático que lo rodea cuando publica, garantizar un disfrute literario a quienes ya saben lo que se van a encontrar.

El argumento de 'Yoga' se ha venido contando a caballo entre las páginas culturales y de la farándula. Carrère narra, en la descarnada primera persona a la que nos tiene acostumbrados, su caída a una profunda depresión y su recuperación durante cuatro meses en un centro psiquiátrico, diagnosticado de trastorno bipolar. Sabemos también que en el origen de esa depresión estuvo la separación de la que fue su mujer durante diez años, Hélène Devynck , pero esto Carrère no lo cuenta en el libro porque la periodista, en virtud a una cláusula del acuerdo de divorcio, lo obligó a eliminar todos los pasajes en los que ella aparecía.

Si en 'Una novela rusa' expuso la intimidad de su madre y de su pareja de entonces sin remordimientos y en 'De vidas ajenas' tuvo a bien darlo a leer a quienes salían mencionados antes de publicarlo para tener la ilusión de que era «un hombre bueno», en Yoga, que viene a cerrar esta trilogía, ha tenido que suprimir una decena de páginas por imperativo legal.

Para un autor que sostiene que «un libro lo autoriza todo», esta es una limitación que sin ninguna duda lo lastra. Si 'Yoga' es relato de altura, y desde luego lo es, es un gran relato mutilado. Aunque, quién sabe, puede que con el tiempo, cuando los ecos mediáticos se hayan apagado, esta elipsis lo haga crecer en lo literario. Carrère escribe aquí varios libros en uno: comienza siendo un relato más o menos apacible sobre el yoga, luego cae en la historia de su locura y la recuperación tras pasar por una terapia de electroshock, y lo cierra con relato sobre inmigrantes en una isla griega.

Carrère deja varias notas que definen su personalidad: ese reconocimiento de su narcisismo y su obsesión por ser admirado como un gran escritor se combina con el vacío que siente cuando admite su miedo a «ser el juguete de una especie de monstruo interior» que no puede controlar. Y, aunque en una de sus numerosas digresiones apunta que el género que a él le gusta practicar es «el lugar donde no se miente», esta vez incluye elementos ficticios que se elevan como las mejores páginas. Aun siendo un libro imperfecto, a Carrère le sobra talento para convertir 'Yoga' en un ejercicio narrativo de primera categoría.