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El Valle-Inclán de las marionetas

Armado de un lenguaje que abarcó mil y una posibilidades, Valle-Inclán logró convertirlo todo en territorio salvaje. Su arte, exquisito y deslumbrante, tiene, sin embargo, un solo «pero»: la mala lectura que hizo de Cervantes y del «Quijote»

Valle-Inclán retratado por Ignacio Zuloaga (Detalle)
Andrés Ibáñez

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La prosa narrativa de Valle, a la que siempre se une, algo incómodamente, esa obra tan extraña que es «La lámpara maravillosa», considerada «ensayo» en sus «Obras Completas» ( Biblioteca Castro ), es una de las grandes aventuras de la literatura española moderna.

Valle-Inclán es ... un personaje algo estrafalario , y no me refiero a sus célebres barbas, a su bohemia, a la terrible historia de su brazo amputado, sino sobre todo a sus ideas y sus visiones políticas y estéticas. Nos parece habitar siempre un territorio salvaje que son en realidad varios territorios salvajes: la Galicia ancestral de las leyendas, la España carlista de las recias tradiciones y el odio rabioso a la modernidad, la España moderna del esperpento, el esplendor de América, la herida de la Gran Guerra y de la Revolución Rusa, la necesidad de crear un teatro nuevo y una novela nueva. En realidad, Valle logra convertirlo todo en territorio salvaje, tanto lo antiguo, por rural y legendario, como lo moderno, por desfigurado y deshumanizado. Distintas variaciones de lo salvaje expuestas en un lenguaje que abarca todas las posibilidades de la lengua, del romanticismo más apasionado al habla más castiza.

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